sábado, 1 de septiembre de 2012

Uruguay Los sueños de la clase media

Qué Pasa


Más de la mitad de los uruguayos integran un estrato que disfruta los beneficios de la prosperidad y muestra nuevas aspiraciones. 

Por FABIÁN MURO

Aún es, dicen los expertos, el gran imán social uruguayo, el lugar al que todos quieren pertenecer. Es que ser de clase media en Uruguay no es solo un signo de distinción: también es un sentido de pertenencia e identidad.
A 10 años de la crisis económica de 2002 -cuando muchos perdieron ese sitial social descendiendo a la clase baja- hoy la clase media uruguaya se volvió otra, más heterogénea y menos sujeta a las clasificaciones más conocidas.
Aunque haya varias clases medias, como afirman algunos entendidos, no se deje engañar. Si usted es montevideano -que concentra a la gran mayoría de la clase media uruguaya- podrá decir "yo sí soy de clase media" solo si vive en un hogar en el cual entran aproximadamente 35.000 pesos por mes. Y la mayoría de esos hogares está en alguno de estos barrios: Malvín Norte, Sayago, Jacinto Vera, Unión, Reducto, Mercado Modelo, Aires Puros, o La Figurita.
Ese hogar debería tener al menos un televisor, teléfono fijo y lavarropas, pero no es imprescindible que tenga un auto, y menos cero kilómetro. Si su situación se ajusta a este perfil, puede prescindir de cualquier adjetivo o matiz adicional a "media" a la hora de ubicarse en la escala de clases uruguaya.
De acuerdo a un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) elaborado este año por Cecilia Llambí y Leticia Piñeyro, el 53% -eso es poquito más de la mitad- de los uruguayos pertenece a la clase media.
Ahí mismo empiezan las discusiones sobre qué es la clase media y cuántos pertenecen a ella. El economista Gabriel Oddone dice a Qué Pasa que "estrictamente el concepto clase media no existe en el dominio de nuestra profesión". De hecho, el estudio del Cinve habla de "nivel socioeconómico" para referirse a los diferentes estratos de la sociedad.
Sin embargo, los conceptos son a menudo intercambiables. En parte porque el concepto de clase es problemático y abarca mucho, como explica el politólogo Eduardo Botinelli. "Hay una dimensión política en el concepto de clase que dificulta definiciones concretas y duraderas".
ANIVERSARIO. Muchos aún recuerdan la caída, el período en el cual se pasó de "media" a "baja". Aunque hoy parezca lejana, esa caída fue hace solo 10 años. En unos pocos meses unas 100.000 personas pasaron de ser empleados asalariados del sector privado -porque fue ese sector el principal afectado- a cuentapropistas con mínima inversión y sin local, dice el economista, Jorge Notaro. "O sea, toda esa gente que empezó a vender cosas en los ómnibus o en la calle, como estrategia de supervivencia". De esas 100.000 personas, más de la mitad, unas 60.000, pudieron dejar esa situación para un pasar más holgados en el presente, de acuerdo a cálculos de Notaro.
Desde la sociología, disciplina acostumbrada a la noción de clase, también se afirma que los uruguayos de clase media son más que antes. De acuerdo al sociólogo Marcelo Boado, quien viene estudiando la movilidad social desde hace años, pertenecer a la clase media está dado por varios factores, pero principalmente por la "estabilidad económica". Y agrega que aquellos que cayeron hace 10 años volvieron a ascender. Además, lo hicieron "con creces".
Boado viene realizando encuestas sobre movilidad social entre la población de Montevideo y Maldonado. Según los resultados de sus últimos seis estudios, "los ingresos de todos los entrevistados crecen".
La recuperación de ese lugar no solo significó mayores ingresos. También dotó al "nuevo uruguayo" -denominación usada por varias de las fuentes consultadas para esta nota, es el slogan publicitario de una empresa de televisión para abonados intentando captar clientes de, precisamente, una "nueva clase media", además del título de un cuplé de la murga Queso Magro el último Carnaval- de mayor optimismo. El 13 de agosto en El País se dio a conocer el resultado de una encuesta de la empresa Opción en la que ocho de cada 10 respondieron que se sentían "felices" con su situación de vida en la actualidad.
Para algunos observadores, se trata claramente de otra clase media que la que durante mucho tiempo fue sinónimo de "uruguayez". El montevideano gris, empleado público oficinista -o sea, con estabilidad laboral y con un trabajo no manual- dejó lugar a uno más cosmopolita y, como se lo puede permitir actualmente, menos atado a su lugar de trabajo.
El periodista y escritor Carlos Luppi, que recientemente publicó un libro sobre la crisis de 2002 titulado La historia no oficial de la crisis, recuerda cómo, en los años inmediatamente posteriores al crack, trataba de preparar mentalmente a sus dos hijos para una vida fuera de Uruguay. Hoy dice que a ninguno de sus hijos, ya veinteañeros, se le pasaría por la cabeza emigrar. Y que las expectativas respecto al futuro son cualquier cosa menos pesimistas.
Luppi, sin embargo, no puede desprenderse de esos tics de clase media a la antigua. "Hoy veo a jóvenes que se dan el lujo de tener un empleo y dejarlo, alegando estrés o una mala relación con los compañeros de trabajo", dice.
Aunque dice comprender que en el contexto económico actual existe una gran demanda desde distintos sectores de la economía para atraer empleados, añade que esa comprensión no compensa lo que siente: "El otro día escuché eso de un joven de 22 años, que había renunciado a un empleo público porque no se llevaba bien con sus compañeros de trabajo. Me dio tanta rabia que tuve que contenerme de decirle que así es el trabajo. Es tan feo que hasta te pagan por hacerlo" (Qué Pasa publicó una nota sobre este fenómeno el 11 de febrero, titulada Los nuevos empleados)".
Aquellos "grises" uruguayos, el núcleo duro de la clase media, curtidos por un historial de crisis económicas, convulsiones políticas con dictadura militar incluida y las consecuencias del fracaso de las políticas neoliberales, ven el optimismo del nuevo uruguayo, el del cuarto puesto en el Mundial de 2010, con desconcierto. Ese optimismo o confianza no parece compatible con las sensaciones aprendidas durante décadas. Como si ese nuevo uruguayo tuviese más en común con las exuberancias de un porteño que con el manido bajo perfil local.
Pero la doctora en sociología Rosario Radakovich dice que no hay que hacer interpretaciones tan "lineales". Para ella, la nueva clase media uruguaya no copia a los porteños. "No lo veo así", dice. "Lo que sí me parece que ocurre es que hoy está más legitimada la ostentación de los privilegios que tiene pertenecer a esa clase media acomodada".
Radakovich participó en los dos estudios sobre consumos culturales realizados en el país, uno de 2002 y otro de 2009, dos investigaciones que sirven como referencia a la hora de comparar.
De ese año a este, los comportamientos de la clase media cambiaron, en algunos casos de manera significativa. En aquel momento, según la académica, la clase media "tendió nuevos puentes" hacia los sectores populares, consumiendo cumbia (maquillada como "pop latino") y reforzó sus vínculos con la producción de cultura, en particular con el carnaval. La proliferación de "murgas jóvenes" y cuerdas de tambores sería una señal de esa actitud, que tuvo su expresión culminante en la gran popularidad de la murga Agarrate Catalina. Hoy, el camino de la clase media va en dirección inversa: alejarse de los "planchas" y usar al shopping como refugio.
Tanto para Radakovich -que examina a la clase media en su más reciente libro Retrato cultural (que es de 2011)- como para Boado las variables que definen a la clase media permanecen como elementos relevantes, aunque también ahí comienzan a verse cambios. La trilogía "auto-casa-barrio" sigue siendo importante para entender algunas de las características de la clase media uruguaya, pero últimamente el barrio comienza a pesar más.
Según este razonamiento, dónde se vive está siendo cada vez más importante. De acuerdo a Radakovich, la tendencia es preferir vivir en un barrio que de alguna manera certifique la condición de clase media (específicamente la "media-alta") aunque eso signifique postergar la casa propia por un alquiler. Las aspiraciones no pasan únicamente por mayores ingresos o asegurarse el techo. También el contexto y la mirada del vecino importa.
Boado está de acuerdo. Vivir en Pocitos, Punta Carretas o Malvín es obtener el sello clase media, en su versión más lujosa y codiciada. Esa elite conformaría un "Muro de Berlín" simbólico, uno delimitado por las calles y avenidas Camino Carrasco, Cooper, Avenida Italia, Francisco Simón, 8 de Octubre y Batlle y Ordóñez hasta Millán. En las palabras de Boado, si uno se desplaza desde la esa zona en las direcciones este y oeste, uno ya entra en "Latinoamérica". "Para expresarlo de otra manera: si vas a una feria que se hace fuera del Muro de Berlín simbólico, pululan los puestos de vendedores de cigarrillos contrabandeados. En una feria de Pocitos o Punta Carretas no hay de esos puestos".
Más allá de esta línea divisoria, el experto aclara que no se trata de una dicotomía que contraponga prosperidad de un lado y pobreza del otro. Lo heterogéneo de la composición de la clase media es lo que motiva que investigadores de ciencias sociales hablen de varias clases medias.
Danilo Veiga, también sociólogo y que había definido a la clase media uruguaya como "olvidada" por el Estado en los años inmediatamente posteriores a la crisis de 2002, le dijo al suplemento Economía y Mercado de El País el año pasado que la clase media se ha vuelta más "heterogénea" en poco tiempo. En este proceso influyen, dijo Veiga, nuevos arreglos familiares, hogares monoparentales o de una sola persona -el Censo 2011 arrojó que algo más de uno de cada 10 uruguayos vive solo- y otros factores como precariedad del empleo y deterioro de la educación pública. La sociedad se vuelve más diversificada, razonó Veiga en esa entrevista, y concluyó que se "debilita el tejido social y, lógicamente, afecta a su núcleo central, que es la clase media".
Pero el sociólogo tenía un nivel específico de la clase media en mente cuando reclamaba que el Estado interviniera con políticas públicas. Si se contemplan las divisiones hechas por las autoras del informe de Cinve, hay tres niveles dentro de la clase media. En el inferior están aquellos hogares con un promedio de ingreso de 26.000 pesos. En el intermedio están aquellos hogares con unos 35.000 pesos en ingresos. Y arriba, los hogares a los que entran unos 47.000 pesos mensuales.
Es sobre el nivel inferior que hay que actuar, de acuerdo a Veiga. "Hay sectores de la población que superan apenas la línea de pobreza y entonces no son asistidos por el Estado", dice. "Más allá de los logros obtenidos en cuanto a la reactivación económica en los últimos años, la situación de esa franja de la población merece especial atención".
Con todo, el futuro parece luminoso. Con plata en el bolsillo, cierto orgullo nacionalista y pronósticos que prometen continuos altos precios, la clase media sigue siendo el albergue de los sueños de los uruguayos. Y en eso no cambiamos.

53%

de los hogares es de clase media, según lo que se desprende de un estudio del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve). Se puede dividir a los hogares de esa clase en tres estratos: inferior (26.000 pesos mensuales), medio (35.000 pesos) y superior (47.000 pesos).

17%

de la población uruguaya es de la clase media "alta", de acuerdo a un estudio presentado el año pasado por el sociólogo Danilo Veiga. El período estudiado por el investigador va de 1998 -cuando la clase media alta era 10,2% de la población- a 2009.

35%

de los hogares uruguayos tiene al menos un automóvil, de acuerdo a los resultados del Censo 2011. El año pasado se vendieron más de 50.000 autos nuevos en el país. Un aumento de 17% en comparación con lo que se había registrado en 2010.

6%

del nivel socioeconómico "medio-medio" tiene empleada doméstica, de acuerdo al estudio de Cinve. Prácticamento todo (90%) de este segmento vive en una vivienda con un solo baño, otro indicador de clase importante, según el sociólogo Marcelo Boado.

64%

de los uruguayos considerados de clase media es usuario habitual de Internet. Entre los uruguayos de clase baja, ese guarismo es 30% y entre los de clase alta, 85%, según el estudio anual de la consultora Radar sobre usos y costumbres de usuarios uruguayos en la red.

LA MÚSICA DE LA CLASE MEDIA

El trayecto que va desde el impacto negativo de 2002 al optimismo actual -donde ocho de cada diez uruguayos dice sentirse "feliz" con su situación de vida- puede ilustrarse con dos canciones del rock nacional, que es "una movida cultural de clase media", según la investigadora Rosario Radakovich. "Una canción importante para el estado de ánimo 2002 -más allá del significado de la letra- es "El viejo", de La Vela Puerca", dijo Radakovich. Hoy, esa canción "Cielo de un solo color", de No Te Va Gustar. "Aunque tiene unos años, ese tema quedó identificado con el desempeño de la selección en el Mundial 2010", dice el empresario musical Andrés Sanabria.

IRPF, IASS, FONASA, SIGLAS TRIBUTARIAS

¿"Mazazo" impositivo?

Desde que empezó la recuperación económica y se instrumentaron las reformas impositiva y de salud, la discusión sobre la presión fiscal que supuestamente sufre la clase media nunca está demasiado lejos. El sociólogo Marcelo Boado aclara en su charla con Qué Pasa que, sin pronunciarse a favor o en contra, el Fonasa constituye una "fenomenal" transferencia de ingresos: "Todo el mundo habla del IRPF, pero la reforma del sistema de la salud también fue un cambio importante desde el punto de vista impositivo". Pero como él mismo lo dice: el IRPF es la vedette del debate. Para el economista Javier de Haedo, hay una confusión significativa en esta discusión: "De acuerdo a lo que conocemos, el IRPF -y el IASS- afecta a un quinto de los contribuyentes. Entonces, no afecta a la clase media. Afecta a la clase alta y a la parte de la clase media que está más cerca de la alta. Eso está bien claro. Lo que pasa es que a menudo se olvida que acá hay mucha gente con ingresos bajos".

IMPORTANCIA DEL MEDIO

Igualadora

En el departamento de investigaciones económicas de la Facultad de Ciencias Sociales, un estudio titulado "Polarización y Clase Media" realizado por un equipo de tres académicos (Fernando Borraz, Nicolás González y Máximo Rossi), concluye que el tamaño de la clase media uruguaya disminuyó entre 1994 y 2004 y creció entre 2004 y 2010.
Los autores introducen un matiz afirmando que el crecimiento registrado no alcanza para compensar la caída y además sostienen que expandir a la clase media es una medida política igualadora: "Desde una perspectiva económica y social, la clase media puede jugar un papel fundamental en el desarrollo de un país democrático, dado que contribuye con una significante porción de la fuerza laboral, por eso está íntimamente ligada con el valor generado por el país y generalmente representa la mayor fuente de ingresos impositivos para un país. Aun más: un aumento de la clase media puede (...) reducir la inequidad en la distribución de ingresos y el antagonismo entre las clases que es una fuente significativa de tensiones sociales".

Tomado de El Pais Digital http://www.elpais.com.uy

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