Marta Harnecker: Hay una crisis estructural del Estado en América Latina
Sábado, 15 de Septiembre de 2012 19:28
Eleonora de Lucena / Folha de São Paulo"La política no es el arte de lo
posible. Eso es diplomacia. Escribí un libro sobre eso. El político
revolucionario necesita entender que para lograr su objetivo tiene que
crear una correlación de fuerzas. Construir fuerzas sociales para tener
fuerza política, para lograr su objetivo. Se construye fuerza social
con el protagonismo popular. El Estado no puede crear lo que no existe,
pero puede crear las condiciones para que las fuerzas se fortalezcan."
Marta Harnecker cuenta
que escribió más de 80 libros. El más conocido “Conceptos Elementales
del Materialismo Histórico”, de los años 60, vendió más de un millón de
ejemplares y está en su 67 edición. A los 75 años, viaja por América
Latina y se dice optimista: los Estados Unidos ya no hacen lo que
quieren en la región y creció el concepto de soberanía.
Ahora que vive en
Vancouver (Canadá), considera a Chávez como un “líder revolucionario
fundamental”, pero una “persona contradictoria”: “Él es un militar que
cree en la participación popular. Lo importante es ver el fruto de
eso”. Venezuela es el país menos desigual del continente.
¿Cuál es su evaluación de la situación política en América Latina?
Tengo mucho
optimismo. Cuando Chávez ganó estaba solo, pero hoy el panorama cambió
mucho. Considero que las situaciones más avanzadas están en
Venezuela, Bolivia y Ecuador. Mi último libro fue sobre Ecuador y se
llama "La Izquierda en Busca de la Vida en Plenitud". El concepto de
esos gobiernos es el de una sociedad alternativa al capitalismo, donde
la persona humana tenga un pleno desarrollo.
No dimos importancia a
eso en el pasado. Hoy en día es fundamental: una sociedad construida
por las personas, de abajo hacia arriba. No se trata de hacer que el
pueblo sea un mendigo que recibe regalos del Estado, no es eso que
queremos ni lo que se está haciendo. El partero de este proceso fue el
neoliberalismo, que provocó contradicciones y los pueblos comenzaron a
resistir y a entender que tiene que participar en política y crear
instrumentos políticos. Fue el caso de Ecuador, Bolivia y Venezuela,
donde hubo presiones populares en los años 80 que están al origen del
triunfo de Chávez.
Hay una crisis estructural del
Estado. Las personas ya no confían en la política ni en los políticos y
quieren cosas nuevas. Están cansadas de promesas sin cumplir. Surgen
esos gobiernos y, contrario a los pronósticos de algunos, incluso de
intelectuales brasileños, el proceso emergió. Hubo quienes encontraron
que se había logrado un tope y que iba disminuir, pero no fue así.
Pero tenemos al
imperio presente. Son los casos de Manuel Zelaya y de Fernando Lugo,
quienes tenían procesos más débiles internamente, con organizaciones
populares más frágiles. No hay que copiar en América Latina. Algunos
se entusiasman con el proceso venezolano y creen que se puede hacer lo
mismo en todos los países. El proceso en el continente es completamente
diferenciado, lo que los une es el proceso social. En Bolivia y en
Ecuador, por ejemplo, los indígenas son grupos importantes, en Venezuela
no.
¿No están los logros de Chávez muy vinculados al petróleo?
Cuando Chávez llegó al poder el
petróleo ya estaba nacionalizado, pero no estaba en manos del gobierno,
era administrado por los grupos ahora en la oposición. Como
consecuencia del golpe de 2002, el gobierno recupera su administración.
Los excedentes del petróleo pasan a servir a las misiones sociales
internas y a apoyar otros procesos en América Latina. Hay dependencia,
pero también claridad de que esta debe ser superada.
El gobierno está
invirtiendo en proyectos de industrialización, pues el neoliberalismo
desindustrializó nuestros países. La estrategia es depender cada vez
menos del petróleo.
El gobierno de Evo Morales enfrenta oposición en Bolivia. ¿Cómo explicar eso?
Son las
contradicciones que viven estos procesos, muy diferentes de los procesos
revolucionarios de los años 20, de la Revolución rusa.
En estos casos, solo
se consigue llegar al gobierno, en muchos de ellos con una correlación
de fuerzas en el parlamento, los gobiernos locales, los medios de
comunicación y en el poder económico, que permanecen en manos de quienes
antes dominaban.
Álvaro García Linera
[vice-presidente de Bolivia] refleja las contradicciones que vive el
país. Entre un gobierno que tiene que ser ejecutivo, tomar decisiones,
resolver problemas de todo el país, y los movimientos sociales que
tienen un ritmo de discusión democrática, etc. En el proceso boliviano,
el pueblo es diverso y tiene contradicciones, se une en torno a banderas
como, por ejemplo, la del Estado Plurinacional, pero las
contradicciones se agudizan y el gobierno tiene que entender eso y mirar
democráticamente las partes. Es muy complicado. El pueblo quiere que
el Estado resuelva el problema, es una especie de paternalismo. Cuando
llegan estos gobiernos, quieren soluciones inmediatas, no saben de
política ni de correlaciones de fuerzas. Además de eso, prima la visión
localista, sin perspectiva de conjunto.
Es necesario un
proceso de educación popular, para que la comunidad entienda que para el
país y otras comunidades es negativo no hacer un camino. García Linera
reconoce que existen y habrán contradicciones y que es preciso que el
gobernante sepa lidiar con ellas.
¿Cuál es su análisis de la situación en Brasil, Argentina y Uruguay?
Son diferentes, son
gobiernos mucho más moderados, pero que están tomando medidas de
soberanía, porque lo primero que necesitamos es conseguir la soberanía
ante los Estados Unidos. Hemos hecho reuniones dejando fuera a los
Estados Unidos, no viene el Departamento de Estado a decir lo que
tenemos que hacer. En la mayoría de los gobiernos de la región, la
soberanía es un valor. Es un éxito que se haya constituido la UNASUR y
que Chile, México y Colombia participen en ella.
¿Disminuyó el poder de los Estados Unidos en la región?
Los Estados Unidos ya
no pueden hacer los que quieren. Pero, claro que su poder es inmenso.
Hay una contraofensiva de los Estados Unidos, que se refleja en
situaciones como la de Zelaya y en la tentativa contra Correa. Hubo un
golpe contra Lugo. Están intentando volver a hacer un golpe en Bolivia,
con sectores de oposición aprovechando de las contradicciones al
interior del pueblo. En Santa Cruz y en otros lugares, están intentando
hacer alianzas con los sectores descontentos del pueblo. La intención
del separatismo fue vencida gracias a la organización popular, ahora no
hay un peligro inminente, pero esas fuerzas se están reconstituyendo.
No tenemos un camino
fácil. Son procesos que no se definen de un día a otro, la mejor
defensa es tener un pueblo organizado. Chávez lo entendió muy bien, él
siempre insiste en que no podemos resolver el problema de la pobreza si
no damos poder al pueblo. Chávez es un tipo que siente lo popular, es
muy humano. Hice un libro con él, que se llama “Un hombre, un Pueblo”.
No digo que el hombre Chávez no tenga defectos y que no hayan
contradicciones entre su discurso y lo que hace, vivimos procesos
humanos, no de dioses puros.
En su perspectiva ¿podría haber un modelo común entre países latinoamericanos?
Soy chilena, en Chile
se consolidó la contrarevolución burguesa , con Pinochet y los que
siguieron. La Concertación dio continuidad a las políticas neoliberales
con algunas políticas sociales. Hubo un neoliberalismo exitoso, por el
aumento del PIB, la construcción de carreteras, pero Chile, que era uno
de los países más igualitarios de América Latina, es hoy uno de los que
tienen mayores diferencias entre pobres y ricos. En Chile no existían
muros en las casas de la gran burguesía. No se puede medir el resultado
del neoliberalismo solo por el lado económico. Conocí una pareja de
arquitectos chilenos que trabajan 14 horas por día, viven para trabajar,
no trabajan para vivir.
Personas de la pequeña
burguesía consiguen alguna cosa, pero hay mucha competencia, están
siempre corriendo, nunca tienen tranquilidad en el trabajo. En Brasil
también se consolidó la contrarevolución burguesa.
¿Cómo es eso? ¿El gobierno del PT significa la contrarevolución burguesa?
Los sectores
dominantes se consolidaron, el agronegocio. El PT está buscando hacer
otra cosa. No se puede comparar con Venezuela o Bolivia, por motivo de
la correlación de fuerzas de la victoria de Lula. En un país que es la
sexta economía del mundo, el capital financiero y las transnacionales
tienen un poder enorme. Entonces, el capitalismo se consolida, pero hay
atención en los sectores populares, se sacan personas de la pobreza.
En Brasil, al gobierno
le falta facilitar más el proceso de la organización popular. Tenemos
una izquierda que estuvo en la oposición, el gobierno tiene que
ejecutar, resolver y no puede esperar la discusión del partido, se va
dando un distanciamiento entre partido y gobierno. En un Estado como el
brasileño es necesario mucha firmeza para no transformarse en otra
cosa. Un trabajador que llega a ser senador o diputado, cambia su vida.
Como enseña el marxismo, las condiciones materiales influyen. Creo que
probablemente haya la deformación de muchos dirigentes, que dejan de
representar las clases populares.
Hay muchas críticas de
la izquierda a Lula y Dilma, que se hacen sin entender la correlación
de fuerzas existentes. No quiero decir que no puedan hacer más de lo
que han hecho.
¿Entonces no hay un modelo común para América Latina?
No, en América Latina
cada situación es distinta. Es necesario estudiar cada lugar, sus
orígenes históricos, las correlaciones de fuerza.
Soy estudiosa de
Lenin. Es preciso hacer el análisis concreto de las fuerzas, escoger la
estrategia y la táctica. Hay un horizonte que es el Socialismo del
Siglo XXI, la sociedad del Buen Vivir. No queremos un socialismo como
el soviético, estatista, totalitario, de partido único, ateo, que usó a
los movimientos sociales como correa de transmisión. Es necesario leer
los clásicos, Marx y Engels. La meta es una sociedad solidaria, donde
no hayan explotadores y explotados, donde cada quien encuentre que
hacer, que respete las diferencias. Es una meta utópica. Mediría a los
gobiernos con preguntas: 1) Tienen esos gobiernos conquistas con
relación a la soberanía nacional?; 2) Consolidan, aumentan, la
organización del pueblo?; 3) Hacen un desarrollo que respete la
naturaleza?
¿Cuál es su análisis de la crisis económica mundial?
Es una crisis
estructural importante. No es terminal porque el capitalismo se
recompone. Las condiciones objetivas están más adelantadas que las
condiciones subjetivas. Valorizo movimientos como el de los indignados.
La rebeldía es un paso inicial, pero es necesario hacer que eso se
transforme en una fuerza. “Reconstruyendo la izquierda” es un libro mio
en el que digo que es preciso un instrumento de articulación, que no
son los partidos tradicionales. El neoliberalismo fragmenta a la
población.
¿Por qué?
La política no es el arte de lo
posible. Eso es diplomacia. Escribí un libro sobre eso. El político
revolucionario necesita entender que para lograr su objetivo tiene que
crear una correlación de fuerzas. Construir fuerzas sociales para tener
fuerza política, para lograr su objetivo. Se construye fuerza social
con el protagonismo popular. El Estado no puede crear lo que no existe,
pero puede crear las condiciones para que las fuerzas se fortalezcan.
¿Serían los partidos políticos ese instrumento? ¿No hay diferencias?
Los partidos políticos
no comprenden la política como el arte de construir fuerzas sociales.
Pero entienden la política como forma de ganar puestos de gobierno,
tener más diputados, más fuerza. No es la idea. Muchas veces la
política es muy desprestigiada. La derecha se apropió del lenguaje de
la izquierda. La izquierda hace, muchas veces, una práctica política
igual a la de la derecha: clientelismo, personalismo, carrerismo
político, a veces hasta corrupción. El pueblo oye discursos iguales, vé
prácticas iguales, se decepciona.
¿Por ejemplo…?
Sin ejemplos. El diagnóstico lo hace
cada quien, pero está claro, es necesario ser muy coherente entre lo que
se dice y lo que se hace. Es preciso que se trabaje para construir
fuerza social y no dedicarse a peleas institucionales. El socialismo
requiere una gran mayoría, una hegemonía, convencer del proyecto al
máximo de gente, siendo muy pluralista y respetando las diferencias.
Tengo un libro que
hace un análisis de los errores que cometió la izquierda. Cuando una
persona conoce el valor de la solidaridad, comienza a entender que es
más importante ser que tener. Esa es la lucha contra el consumismo.
Hay una democracia desmovilizadora. Las personas están endeudadas, los
trabajadores están desmovilizados, porque pueden perder el trabajo y no
están tan protegidos como antes. Cuando los partidos de izquierda
consiguen ganar algún espacio, muchas veces los dirigentes dejan de ser
dirigentes revolucionarios. El peligro es muy grande. Un militante
político que se mete al aparato burgués tiene que tener algún tipo de
estructura, un grupo de personas para consultas y control, que pregunte
al dirigente por qué está comprando un carro que no necesita. La
cooptación es fácil, por la ideología y por la cultura, de un sujeto
solitario.
Usted estuvo casada con un dirigente de la revolución cubana y vivió muchos años en la isla, ¿cómo ve la situación de ese país?
Cuba fue mi segunda patria, tengo
una hija cubana que vive allá. Cuba mostró a América Latina la
dignidad, la capacidad de defender la soberanía, de resistencia a todos
los males. La economía es muy complicada.
¿Cómo evalúa los cambios económicos en curso?
Era necesario hacer cambios. Las
personas necesitaban espacio para desarrollar su capacidad productiva,
es cierto. Creo que la participación de los trabajadores en
cooperativas sería un camino que debería ser explorado.
Usted fue discípula de Louis Althusser (1918-1990), ¿cómo fue esa experiencia?
Estudié psicología en la Universidad
Católica de Chile. Como dirigente de la Acción Católica Universitaria,
visité Cuba y quedé fascinada. Era católica y comencé a discutir con
cristianos marxistas. Fui a Francia y conocí a Althusser, que también
había sido católico. Leí sus obras y establecí una relación de
discípula. Vivía a pocos metros de la casa de él y lo veía tres veces
al día, él me decía qué leer. No seguí con psicología. Eso fue entre
1963 y 1968. Trabajé también con Paul Ricoeur (1913-2005). Volví a
Chile pensando en enseñar francés.
Deliberadamente no
tenía título. Había escrito un libro “Conceptos Elementales del
Materialismo Histórico”, con las notas que había tomado en un curso para
haitianos y mexicanos, el último año que estuve en París. Ese libro se
vendió en más de un millón de ejemplares, está ahora en su 67 edición y
fue traducido a varios idiomas. Por ese libro, llegué a ser profesora
de la Universidad de Chile, con Theotonio dos Santos y Ruy Mauro Marini.
Luego fui directora de la revista política de la Unidad Popular “Chile
Hoy”. Transformaba artículos de intelectuales, volviéndolos accesibles a
la población. Fue entonces que me apasioné por el periodismo. Hacía
cartillas de formación y cursos para obreros y campesinos. Sólo ahí
hice doce cuadernos de educación popular.
Tengo más de 80 libros
publicados. Algunos son libros testimoniales, con experiencias de
varios países - El Salvador, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Venezuela.
Tengo un libro sobre el PT, que está pendiente. En Chile hacía parte
del Partido Socialista y quedé fascinada por la educación popular. Para
mi, la mayor satisfacción es crear un texto que todos entiendan. Que
no sea académico. Nos soy doctora, soy educadora popular: es mi
autodefinición. Después del golpe en Chile, fui a Cuba, fue entonces
que consolidé mi relación con el comandante Manuel Piñeiro, o ‘Barba
Roja’ (1933-1998). Me quedé en Cuba hasta 2003. Fui a entrevistar a
Hugo Chávez en Venezuela. Recogí las críticas de izquierda, las dudas
sobre el gobierno. A él le gustó mucho que le transmitiera las críticas
y me invitó a trabajar en el palacio. No quise un salario, solo me
pagaban el departamento y la comida.
¿Qué críticas eran?
Que tal Ministerio no estaba haciendo tal cosa, que tenía un discurso demasiado autoritario. Viví seis años en Venezuela.
¿Le parece ahora que Chávez es una persona autoritaria?
Chávez es un militar que cree en la
participación popular y quiere promoverla. Como persona es
contradictorio y hay que respetar esa contradicción. Queríamos que no
fuera tan autoritario, pero entendemos. Yo misma tengo un carácter
bastante complicado, muchas veces quise cambiar, pero no es tan fácil.
Lo importante es ver el fruto de esa cosa. Si comparamos la Venezuela
del primer año con la de ahora, tenemos gente con personalidad, que
critica, que creció como ser humano. Es eso que buscamos. Yo lo
saturaba con críticas.
¿Todavía vive en Venezuela?
Vivo en Vancouver, en Canadá, con mi compañero Michael Lebowitz.¿Cómo evalúa la sucesión de Chávez?
No hay nadie a la
altura de Chávez. Lo ideal sería una dirección colectiva. Dada la
fragmentación que el neoliberalismo produjo en los sectores populares
latinoamericanos, los trabajadores de hoy no tienen nada que ver con los
del tiempo de Marx: hay subcontratación, precarización. Se necesitan
personas con gran carisma y una personalidad muy fuerte para aglutinar
todos esos sectores.
Hay el líder populista
que usa al pueblo para sus objetivos políticos y el líder
revolucionario que, usando su capacidad, promueve el crecimiento de la
población. Un líder revolucionario con carisma se comunica con el
pueblo igual que un populista. La diferencia es que el populista da
cosas, como Perón, pero no ayuda para que el pueblo se independice. No
es puente de un crecimiento.
Recuerdo uno de los primeros viajes
que hice con Chávez, para la inauguración de una escuela. Las personas
pedían cosas, pasaban papeles, uno de ellos pidió un camino, Chávez
sugirió que se organizara con otros en una cooperativa para obtener el
camino. Esa es la idea. Para mi eso no es populismo, es un dirigente
revolucionario. Para mi el proceso venezolano y Chávez son
fundamentales para el proceso latinoamericano.
Traducción al castellano: FEDAEPS
tomado de: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario