La Habana: el mayor desfile de masas en todo el mundo en este Primero de Mayo del 2013
Por Pablo González Casanova
A Armando Hart Dávalos
Un
día, conversando con un amigo en La Habana, nos preguntamos ¿por qué
resiste Cuba cuando el capitalismo ya se restauró en Rusia, China,
Vietnam?
Mi amigo dio una respuesta contundente: “Cuba es la mejor prueba de la existencia de Dios”…
Como
yo soy lego en argumentaciones teológicas preferí plantear la pregunta
con el rigor de un problema científico. En ese sentido quiero recordar
algo que dijo Martí: “Hasta aquello de lo que está cierto hasta allí
llega la ciencia del hombre”
Yo tengo algunas respuestas en las
que estoy cierto; pero necesito expresarlas para que otros me ayuden a
resolver un problema que quiero plantear en términos científicos, y en
el que busco excluir cualquier intención laudatoria.
En el
intento mismo de plantear el problema científico, descubro que mi
análisis va a ser necesariamente incompleto. Pienso que otros tendrán
que completarlo. También advierto circunstancias concretas por las que
el Movimiento 26 de Julio triunfó en Cuba, y por las que Cuba resiste
hasta hoy, y que no son generalizables. De hecho corresponden a un
tiempo y a una Isla.
Como muchas de esas circunstancias no se
dan en todo tiempo y en todo lugar, el movimiento revolucionario cubano
ha insistido en que no debe tomársele de ejemplo. Su propuesta resulta
razonable si se hace extensiva la famosa expresión de Mariátegui, y se
afirma que ninguna revolución puede ser “calca y copia” de otra.
Eso
no quiere decir que todas las experiencias cubanas se limiten a Cuba y
que ninguna de ellas tenga carácter universal. Al contrario muchas
experiencias de Cuba tienen carácter universal y en ese carácter merecen
ser más exploradas.
Cabe otra aclaración y es el peso mayor o
menor que algunas de las medidas y circunstancias tienen en el triunfo y
la resistencia de Cuba. Pretender calcular el variable peso es
imposible. Su alcance corresponde a fenómenos que los matemáticos
consideran “extremadamente no lineales”, con lo que quieren decir que
en ellos una acción mínima puede producir efectos colosales,
incalculables…
…El triunfo de Cuba es incalculable. Cuba es un
pequeño país, que cuando inició la Revolución tenía seis y medio
millones de habitantes y como todos saben la Isla se encuentra a unas
cuantas millas del imperio más poderoso y agresivo en la historia de la
especie humana.
Resulta difícil entender cómo esa pequeña Isla y
sus habitantes han resistido el inhumano bloqueo y el permanente asedio
de más de cincuenta años, que Washington ha acompañado de constantes
amenazas, agresiones, conspiraciones e intentos de magnicidio, y otros
hechos, entre los que destaca el intento de invasión y el triunfo en
Playa Girón donde Cuba puso en derrota a las fuerzas invasoras, armadas y
apoyadas por Estados Unidos. También son de recordar la entereza que
mostró la Isla, con su gobierno y pueblo, en “la crisis de los cohetes”
que llevó el chantaje nuclear a sus extremos, y –para no extenderme
más-- los indecibles sacrificios del “período especial” en que tras la
disolución de la URSS Cuba perdió una inmensa fuente de sus ingresos y
la población entera decidió de todos modos continuar en la lucha por la
independencia y el socialismo a sabiendas que eso significaría una
grave reducción de los niveles de vida y consumo durante largo tiempo.
Semejantes
hazañas –y muchas más-- obligan a plantearse con la mayor seriedad el
problema de saber. ¿Cómo se explica la resistencia de Cuba?
Y
evocando a Martí enuncio otros “hechos ciertos” que también caen en el
orden del conocimiento científico y que incluyen la herencia del propio
Martí, muerto en batalla por su pueblo y su Patria en 1895 a la edad de
42 años: Es más, en estas palabras, me voy a limitar a algunas
reflexiones con que Martí contribuyó a esa capacidad de revolución y de
resistencia.
José Martí es considerado como “el autor intelectual
de la Revolución Cubana” por quienes al mismo tiempo se identifican
como marxista-leninistas. La aparente contradicción entraña relaciones
muy precisas entre un pensamiento, un sentimiento y una expresión que
enriquecen al liberalismo radical y al marxismo desde la perspectiva de
los pueblos coloniales y sus luchas por la independencia. Liberalismo y
luchas por la independencia se expresaron desde Martí como luchas contra
el antiguo colonialismo y contra el imperialismo, es decir contra un
capitalismo que se rehizo al impulso de los monopolios y que hizo suya
“la renta colonial”.
Expresión de las luchas humanistas del
liberalismo radical de su tiempo, Martí es admirador de la gran
corriente de la Ilustración que en Cuba tuvo a notables filósofos
cristianos impulsores del pensamiento ético y crítico y del humanismo
más avanzado de fines del siglo XVIII y principios del XIX. Martí logró
ser una de las más altas expresiones de quienes en el siglo XIX
latinoamericano forjaron los espacios laicos de la pregunta, los
espacios laicos del diálogo, de la discusión y el consenso y una
capacidad reflexiva y poética capaz de comprender y expresar el mundo
propio y el ajeno.
En la múltiple lucha por nuestra expresión
como expresión universal, Martí no sólo vivió en las entrañas del
imperialismo como colonialismo, sino como reestructuración monopólica de
un capitalismo al que se enfrentaban los trabajadores encabezados por
Marx… Martí no sólo anunció que “se viene encima amasado por los
trabajadores un universo nuevo”, ni sólo hizo ver que Marx “merece
honor…por haberse puesto del lado de los débiles”, ni nada más citó en
el homenaje póstumo a Marx, una bella frase que dice “La libertad ha
caído muchas veces; pero se ha levantado más hermosa de cada caída…”,
sino que también hizo otro llamado plenamente válido hoy, en que dijo:
“Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros.
Mas se ha de hallar la salida a la indignación, de modo que la bestia
cese, sin que se desborde y espante”. (Parece como si estuviera hablando
de hoy en que se quiere abestiar al hombre, en que la bestia se
desborda y espanta y en que todos estamos buscando salida a la
indignación).
Martí no expresó sus afirmaciones sobre la lucha de
clases y la lucha por la independencia de las naciones en frías formas
filosóficas o en tratados o sistemas teóricos. Las expresó en formas a
la vez racionales y emocionales buscando de manera profunda, y con una
pasión intensa, la “claridad” y la “sinceridad”, muy fuertes ambas en su
vida, y muy vinculadas a su lucha por “la vida nueva” en esa forma a la
vez emocional y práctica que expresó con su “fe en el mejoramiento
humano” y... en lo que llamó “la utilidad de la virtud”, expresiones
ambas que ensamblan los motivos de una pasión intensa y las
preocupaciones de una lucha en que se piensa cómo ganar, cómo lograr lo
que se quiere.
El rico legado de Martí corresponde a una estrecha
vinculación entre el concepto, la palabra y la acción. Sin esa
vinculación, lo que Martí dice no s entiende bien, se entiende a medias,
se entiende mal. El legado, en su versión escrita y vivida, no sólo
alcanza una gran belleza sino una gran fuerza. El pensamiento
estrechamente vinculado a la acción le da otro sentido a la palabra.
Funde la palabra con la cosa. Quien escucha la palabra sabe quien la
dice. Y por quien la dice entiende que como promesa va a ser cumplida, y
que como descripción o explicación de lo que pasa corresponde a hechos
ciertos sobre lo que ocurre y sobre lo que es necesario hacer para
lograr un objetivo. Y si la validez de lo que dice depende tanto de la
moral de quien lo dice como de su saber y experiencia, el que oye
entiende que lo que dice es en principio válido y confiable. Y esta
junta de moral en la lucha y de la experiencia en el luchar y pensar es
base de una fuerza especial: de confianza que integra las acciones
colectivas por metas comunes y que se enriquece todavía más con la
invitación de quien se expresa a que lo corrijan quienes lo oyen si
tienen otra visión o información…
Martí como fuente de una
cultura más que de una ideología, hoy se enfrenta mejor que nadie a
seguir luchando en plena crisis de las ideologías tras los procesos de
restauración y recolonización del capitalismo. El gran triunfo de los
neoconservadores no sólo consistió en la restauración mundial del
capitalismo –con excepción de Cuba- sino en la eliminación de la lucha
ideológica (como quería Daniel Bell) y en su sustitución por luchas de
grupos de interés y grupos de presión, grupos de corrupción y grupos de
intimidación dentro de la llamada “clase política”. Al ver cómo todos
los partidos políticos votan por la misma política del saqueo y la
represión neoliberal, ya sean comunistas, socialistas, populistas,
demócratas o conservadores… Al ver tan inusitado espectáculo se da una
fuerte crisis de las luchas ideológicas. Y en ese momento la “utilidad
de la virtud” y todo el realismo político-moral de la lucha por “la
nueva vida” adquieren una importancia enorme.
Es más: “que la
palabra sea la cosa” y que se reconozca “la utilidad de la virtud”
permiten redefinir y recuperar el pensamiento profundo de Marx y de su
crítica creadora. Llevan a vincular esa otra fuente del pensamiento y
la acción con la cultura de un pueblo en el que se difunde el poder de
la virtud como base de la cooperación y la confianza y de la creación
histórica. Desde la vida misma de Martí se enriqueció la profunda
intuición de lo que en forma sistemática proviene del marxismo. En el
Partido Revolucionario del Pueblo Cubano se incluyó a quienes serían
fundadores del primer partido comunista, quienes por su parte contarían
entre sus herederos con algunos de los teóricos más brillantes del
comunismo latinoamericano, y entre ellos, con Julio Antonio Mella.
El
éxito de la Revolución Cubana y su inmensa capacidad de resistencia
serían inexplicables sin la fuerza que significan la moral de lucha y el
valor en el combate para la construcción de un mundo que se encamine a
la justicia y la libertad, practicándolas al andar. Martí planteó la
posibilidad de convencer “con el valor sencillo y la palabra franca” a
quienes tienen valor y de suyo respetan la franqueza. Anunció así que:
“del valor oculto crecen los ejércitos del mañana”. Pero no se quedó en
eso: hizo el elogio de Marx como “organizador incansable.”
Y esta
es otra razón por la que resiste y triunfa la revolución cubana: el
mito del foco guerrillero en que veinte jóvenes valientes pueden cambiar
la historia, nada tiene que ver con el carácter de “organizadores
incansables” que tuvieron los dirigentes del “26 de Julio” con las
organizaciones de base en Santiago a cargo de Frank País, la de La
Habana que originalmente promovió y articuló Armando Hart, o las de la
sierra y las playas, éstas últimas a cargo de Celia Sánchez, que fueron
quienes descubrieron y salvaron a los náufragos del Granma, y entre
otros a Fidel.
En la lucha actual, “vaciada de ideologías” por el
imperialismo norteamericano con la política preconizada por Teodoro
Roosevelt de “la zanahoria y el garrote”, hoy en todo su apogeo, la
moral es arma vital contra la corrupción. Y el valor y entereza son
valiosos recursos contra la intimidación y el terror. Que moral y valor
aparezcan entre contradicciones de corrupción y traición no es la
característica general de la revolución. Si lo fuera ya habría sido
derrocada La característica general es la valentía reflexiva y la
honestidad incorruptible de los líderes del proceso revolucionario, y de
la inmensa mayoría del pueblo cubano, moral, política y militarmente
organizado para defender la justicia social y la independencia nacional
en una fusión o “complejo” del pueblo que gobierna mediante un inmenso
entramado de colectivos y agrupaciones donde el diálogo, la discusión y
el consenso convalidan, corrigen, practican y enriquecen las decisiones
fundamentales del poder popular nacional y social con su partido y su
gobierno, hechos difíciles de entender en el discurso a que estamos
acostumbrados. Y si bien “el hombre nuevo” sigue siendo un hombre con
contradicciones, se trata sin embargo de un hombre que aprende a
encauzar o contener sus contradicciones y a confluir en los consensos y
las acciones concertadas.
Dicho de otro modo: Cuba ha podido
resistir porque su población sabe muy bien lo que significaría perder la
independencia y la justicia social que defiende como poder del
gobierno-pueblo, un poder que se enfrenta con éxito al poder articulado
del“complejo” militar-empresarial-y-político del imperialismo, con sus
asociados y subordinados…
La democracia en Cuba consiste en que
el pueblo sabe que si no defiende a su propio gobierno pierde la
soberanía y la justicia social que con los servicios de educación,
salud, vivienda y trabajo sigue impulsando el pueblo-gobierno día a día,
no sin verse obligado a hacer algunas concesiones como la zona de
turismo destinada a allegarse divisas, o el incremento de la propiedad
privada y los empleos comerciales que buscan disminuir el peso de una
excesiva burocracia, reforma en parte limitada y corregida tras una
inmensa auscultación que en este año del 2012 frenó en gran medida los
proyectos privatizadores excesivos y desestabilizadores, aunque no haya
todavía dado el peso y la importancia necesaria a las cooperativas, y
más que nada a los sistemas de cooperativas de actividades múltiples:
agrícolas, industriales y de servicios, horno y escuela de culturas
solidarias, y freno de la cultura individualista del mercado… Y como de
contradicciones se trata, ¿por qué no señalar la redoblada lucha, contra
la corrupción que genera la economía informal, o en que han caído
algunos altos funcionarios hoy encauzados judicialmente, e incluso
aprisionados, medidas que sin dar fin a esos graves problemas frenan su
peso y el peligro que representan por débiles que sean… Reconocer y
enfrentar a las necesarias contradicciones de toda lucha de los pueblos
por la independencia y la justicia social forma parte también del legado
martiano y explica por qué resiste y avanza Cuba.
Es indudable
que en las condiciones señaladas la lectura de los clásicos del
pensamiento emancipador cobra una inmensa originalidad y supera la
simple perspectiva del mundo y el capitalismo global visto desde las
metrópolis. Las experiencias y percepciones que se dan en el mundo
colonial o recolonizado siguen reformulando conceptos y viviendo
experiencias que enriquecen la lucha ideológica por la independencia, la
democracia, la justicia social y el socialismo. Entre las aportaciones
más significativas a nivel mundial destacan con las de Cuba, los
planteamientos que “desde abajo y a la izquierda” hacen los pueblos
mayas del sureste mexicano, conocidos como zapatistas, con sus
aportaciones universales a las autonomías de los pueblos discriminados y
oprimidos, a la pérdida del miedo como un elemento epistemológico
fundamental, al enaltecimiento de la dignidad y la autoestima frente a
las “acciones cívicas” de la guerra contrainsurgente que se ha
convertido en guerra de recolonización al servicio del capital
corporativo. También destacan las aportaciones de los pueblos indios
descendientes de los Incas y su rica filosofía del “buen vivir”, y a
ellas se añaden las experiencias y reflexiones que desde fuera y desde
dentro del Estado se dan en Bolivia y Venezuela, y cuyo futuro sólo es
viable si entre contradicción y contradicción los pueblos van
adquiriendo un creciente poder en los gobiernos, que les permita como
“complejo de poder popular-gubernamental” resistir al asedio de las
corporaciones y sus apoyos del imperio y de las oligarquías.
En
la imposibilidad de referirme en este breve espacio a las
reestructuraciones de la lucha de clases y las luchas por la
independencia y la democracia que se dan en nuestro tiempo, termino con
otro legado de Martí que explica la sorprendente capacidad de
resistencia y revolución que muestra Cuba; me refiero al nivel cultural y
educacional de su población. Escojo uno entre los muchos pensamientos
de Martí sobre la educación y la cultura:”Se debe enseñar conversando,
como Sócrates, de aldea en aldea, de campo en campo, de casa en casa”.
Así dijo. Y eso es lo que hace la Revolución Cubana a lo largo de su
historia, no sólo en Cuba, sino en África, en América Latina… Sólo que
en Cuba la organización de las conversaciones para enseñar y aprender,
para preguntarse y responderse, para informar e informarse se realiza en
colectivos de aldeas, de ciudades, campos, fincas, fábricas, casas, y
es parte de la compleja trama para la toma de decisiones en el ir y
venir de las líneas de mando del pueblo—gobierno. Con un añadido a lo
prescrito por Martí, que desde los primeros discursos al triunfo de la
Revolución –y aun antes- Fidel Castro le enseña al pueblo a gobernar, le
enseña a tomar decisiones para gobernar, y él por su parte aprende y
aprende como construir el sistema de actividades varias y de estrategias
para una resistencia de “espectro amplio” que hacen de Cuba hoy–con la
impresionante participación de su pueblo-- el país más avanzado del
mundo en la difícil lucha por la soberanía nacional, por la democracia y
por el socialismo.
Estos son algunos de los “conocimientos ciertos” que permiten comprender por qué resiste Cuba. Muchas gracias.
--
Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba
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