miércoles, 30 de enero de 2019

COLOMBIA. Asesinado otro líder campesino; no fue el ELN, así que la comunidad internacional ni se ha inmutado

tomado de:
insurgente.org



30/01/2019
¡Cuánto cinismo y cuánta hipocresía! Cómo cambia el cuento cuando los muertos los ponen la gente sencilla y honesta que lucha por el bienestar del pueblo. Hace no tanto tiempo estalló un coche bomba en una academia de cadetes de Bogotá, donde se forman los futuros represores del pueblo. Fue un atentado reivindicado por el ELN y, cómo no, muchísima gente, usurpando el trabajo a los jueces, condenó el atentado. La llamada comunidad internacional al completo se pronunció “aterrada” contra el hecho, y también algunos gobiernos de izquierdas.

Como en el caso que nos ocupa, la mayor parte de tan “sensibles” individuos nunca dicen nada cuando un día sí y otro también caen asesinados líderes o lideresas sociales. Está claro que para ellos existen personas y personas, y no a todas las tratan por igual.

El líder campesino colombiano Dilio Corpus Guetio, fue asesinado ayer en el departamento suroccidental del Cauca, uno de los más violentos del país sudamericano.
Corpus Guetio se desempeñaba como miembro de la guardia campesina e integrante de Asocordillera, organización filial de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria. Según reportes de las autoridades, la víctima fue baleada tras salir de su vivienda en el municipio de Suárez. Le dispararon desconocidos desde un vehículo en marcha cuando el dirigente campesino se trasladaba en motocicleta hacia su finca para trabajar la tierra.

El departamento del Cauca, en la región del Pacífico colombiano, es de los más golpeados por el narcotráfico y por la violencia ejercida contra los líderes sociales, campesinos e indígenas.
Desde comienzos de este año ya han sido asesinados cuatro líderes sociales en el Cauca colombiano.
Para mañana está previsto en Colombia un Consejo de Seguridad Nacional con el fin de instrumentar medidas frente a la escalada de crímenes contra defensores de los derechos humanos.
¿Otra hipócrita puesta en escena, de cara a la galería, que no resolverá nada?

 

viernes, 25 de enero de 2019

Uruguay Abella reclamó de Venezuela medidas “más radicales“ que las actuales | Diario la Juventud - Uruguay 24/01/2019|JLV




Tomado de:
diariolajuventud.com

5-6 minutes











El Candidato a la Presidencia de la República Oriental del Uruguay por la Unidad Popular, maestro Gonzalo Abella, dijo que era previsible que el Imperialismo intentara Rendir por hambre a la Revolución Bolivariana, y utilizar apoyo Brasileño-Colombiano para invadir. En ese sentido Reclamó unidad, mando único, y medidas mucho más radicales que las que se han estado tomando. Y señaló que si no somos campo de lucha seremos base de una agresión. No hay alternativa.

El bloqueo de los alimentos y los medicamentos promovido por EEUU y la Oligarquía Caraqueña ha sido fundamental (y) ahora dependerá de la Resistencia de la población, la firmeza de los mandos militares y de la Profundización de los cambios que haga el Gobierno, dijo Abella.

Lo que sigue fue la nota realizada ésta mañana por el Informativo de CX36, Radio Centenario.

José Luis Vázquez: Maestro Abella ¿qué podemos esperar de ésta nueva intentona Norteamericana sobre Venezuela?

Gonzalo Abella: Si hay algo previsible es que el imperialismo norteamericano no iba a dejar tranquila a Venezuela, la iba a asediar, a acosar, a bloquear, e iba a hacer todo el esfuerzo para acorralarla por hambre e invadirla militarmente a través de Colombia y Brasil.

O sea la estrategia era muy clara, se vio mucho tiempo atrás, y con la asunción de Bolsonaro, Trump entendió que era el momento de precipitarla.

El tema del desabastecimiento es un viejo recurso del capitalismo contra todos los Estados que quisieron ser soberanos, Churchill lo previó para la Revolución Rusa allá en 1918, que la mano del hambre acogote a la revolución en su cuna.

Después todo el tema del juego del desabastecimiento, hay que recordar que el muro de Berlín en los años 50 surgió porque la construcción del socialismo en Alemania no podía darse porque en una ciudad dividida se arrasaba con lo que aparecía en las góndolas de los supermercados, en Berlín Oriental, todo lo que era subsidiado por el Estado desaparecía, más el sabotaje, y eso fue lo que pasó en Venezuela, al no poder derrotar políticamente al chavismo, se empezó a destruir la economía.

El operativo de Arabia Saudita de bajar el precio del petróleo para que todo el proyecto bolivariano fuera golpeado en la parte económica, después el bloque financiero, después toda la violencia desatada provocada desde fuera, como es provocado desde afuera el desabastecimiento de medicinas y alimentos subsidiados.

En este momento nosotros tenemos una situación prácticamente de dualidad de poderes, por un lado el pueblo y su legítimo gobierno revolucionario, por otro lado un golpe de Estado apoyado por Estados Unidos, pero que además tiene base social, porque el desabastecimiento es real, porque la gente está mal y no sabe a quién culpar, entonces quiere un cambio, mucha gente desinformada de lo que pasa, no podemos atribuir que son todos escuálidos organizados los que en Montevideo piden la salida de Maduro, son gente ignorante desde el punto de vista político que no se da cuenta dónde está la cosa y dónde debe resistir la patria porque los esperan sino un futuro de infierno si cae la revolución bolivariana.

En ese marco yo creo que mucho va a depender de la firmeza de las fuerzas armadas bolivarianas, de la firmeza de la energía del gobierno que tiene que tomar medidas más radicales de la que está tomando, pero fundamentalmente de la organización ciudadana, de los que apoyan a Maduro acríticamente y los que lo apoyan con duras críticas, pero que cierran filas contra la invasión extranjera.

La capacidad de organización de la gente, de no responder a las provocaciones, pero responder con firmeza y con los medios que correspondan a cada situación, exige mando único, exige una plena confianza mutua, una coordinación de personas que piensan diferente, pero que no quieren la invasión, y eso se va a ver más claro en los próximos días.

Incluso yo te diría más, vamos a poder medir si estos pequeños conatos de golpismo fueron totalmente sofocados, o desde el punto de vista conspirativo que tanto conocen las fuerzas armadas, hay un sector de derecha más extendido y más ramificado que va a golpear cuando lo entienda pertinente.

Es decir, estamos en una situación de durísima confrontación de clase entre el imperio y un Estado soberano, acá se acaban las críticas que podamos hacer a Maduro, acá se trata de una invasión, y no podemos estar neutrales. Es decir, con el gobierno venezolano en este momento, con el pueblo venezolano, contra la agresión extranjera, porque si no somos campo de lucha, pasamos a ser base de agresión.

Nuestro gobierno es vacilante, por ahora no se ha sumado al golpismo internacional, pero tenemos que presionar con movilizaciones para que eso no ocurra.

jueves, 10 de enero de 2019

Venezuela El 10 de enero el presidente debe presentar un programa que resuelva las angustias y expectativas populares


aporrea.org

 
Julio Escalona /

Para resumirlo de manera sencilla, con todo respeto diré, que no debería ser una ratificación de "la política de precios acordados" y la transferencia de dólares de la renta petrolera al capital privado. Tampoco el sistema de transferencia beneficios al pueblo regalándole bienes. Tampoco un sistema de transferencia fundado en la colocación de precios de mercado. Debe establecerse un sistema de retribución solidaria, que he explicado en otros escritos de manera reiterada.
Por supuesto, el presidente es plenamente soberano para tomar sus decisiones. Yo sólo recojo, de manera solidaria para con el presidente y para con el pueblo, las opiniones y sentimientos que recojo en la calle y deseo, sinceramente, que las decisiones presidenciales sean aplaudidas por la gente. El presidente sabe que cuenta con mi solidaridad y afecto. Pero la crítica y las alertas también son parte de la solidaridad. Esas asambleas en las que a veces se convierte el metro, intuyen que vienen tiempos difíciles. En paz se pueden vivir de manera menos cruenta.

El significado de las decisiones de los gansters del grupo de Lima


El presidente Nicolás Maduro tomará posesión el 10 de enero bajo las condiciones establecidas en el artículo 231 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Es decir, ante el Tribunal Supremo de Justicia. Este hecho, imprescindible para consolidar nuestra soberanía e independencia, lo defenderemos bajo cualquier circunstancia.

Los gansters del grupo de Lima, títeres de Donald Trump tienen, entre otros propósitos, frustrar los procesos de profundización de la democracia que vivimos, desmoralizando al pueblo mediante las operaciones de guerra psicológica, el bloqueo económico, comercial y financiero y paralizar la necesidad, como parte de dicho proceso, de juzgar, detener, encarcelar y expropiar a la quinta columna corrupta y traidora, pues muchos de los miembros de dicha quinta columna son cómplices que terminan, milmillonarios, huyendo a EEUU para culminar la traición, cooperando con los intentos para destruir el proceso venezolano
Los gansters políticos del grupo de Lima, no tienen autoridad para juzgar, reconocer o desconocer a gobierno alguno. El desconocimiento del gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, es parte de un proceso de intervención extrajera propiciada por el presidente de EEUU, Donald Trump, con la finalidad de derrocar al gobierno bolivariano.

Está planteada una agresión contra la soberanía de nuestra patria, que puede desencadenar una intervención militar que provocaría destrucción, crímenes, muertos, heridos, hambre, etc. configurando un delito de lesa humanidad. Por tanto, los venezolanos que lo apoyen, son traidores a la patria y deben ser enjuiciados como tales.

La Asamblea Nacional constituyente debe estudiar esta situación y tomar medidas legales contra los traidores y señalar acciones en el campo de la diplomacia para aislar a Donal Trump y sus lacayos del grupo de Lima.
Como parte de este proceso de defensa de la patria y particularmente de nuestra economía, es necesario que el vicepresidente correspondiente le explique al pueblo a través de la ANC la política de "precios acordados"
Consolidaremos el bloque histórico de clases explotadas que liberará la patria y construirá el socialismo.

Iremos construyendo la unidad cívico-militar en cada barrio, en cada pueblo, en cada fábrica, en cada comuna.
No nos rendiremos. Lucharemos en cada barrio, en cada pueblo, en cada esquina, en cada llano, en cada montaña, en cada playa, en cada vuelta de camino, defendiendo la patria con la luz de la paz, la justicia y el amor, que incendiará los amaneceres con libertad y democracia.
El pueblo venezolano defiende y defenderá al presidente Maduro, pues es una manera de defender la constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el proceso de construcción de opciones libertarias que el pueblo intenta cotidianamente y que la guerra puede destruir

Las campesinas y los campesinos, las obreras y los obreros, las y los intelectuales, las y los estudiantes, las valerosas e imprescindibles mujeres de todos los lugares y sectores, las pequeñas y los pequeños empresarios y medianas empresarias y medianos empresarios patriotas, las comuneras y comuneros y todos los que soñamos en una patria libre y soberana, todas y todos los que lanzamos nuestras palabras al viento convertidas en flechas de esperanza en un mundo mejor, en puños de hierro, de amor, de fuego, que enfrentan y derrotan la amenaza imperial no permitirán que unos gansters mimetizados como presidentes, consumen una evidente agresión contra nuestra patria.

Lucharemos en cada barrio, en cada pueblo, en cada esquina, en cada llano, en cada montaña, en cada playa, en cada vuelta de camino, con el corazón y el alma henchidos de amor, de paz, de sueños que se construyen con las manos, con el cerebro y ojalá no hagan falta el fusil y la metralla.

No queremos la guerra, pero no nos rendiremos: rezaremos, cantaremos, sembraremos, produciremos, marcharemos, declamaremos, pero si vienen con los cañones del odio, con los fusiles que quieren arrasar los campos, las bombas destructoras de vida, de sueños, de ciudades, toda la patria se convertirá en un campo de batalla, desde las grandes plazas hasta el último rincón donde tenga que refugiarse la esperanza para lograr la salvación de las niñas y niños, de las semillas que representan la simiente que reconstruirá a Venezuela, que salvará a nuestros dioses de amor, de fe, que son los que nos ayudan y ayudarán a levantar nuestras banderas de hoy y de mañana. Nuestras banderas de amor que destruyen el odio y mantienen eternamente las flores de los versos de José Martí:
"Cultivo una rosa blanca en junio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca. Pero, "para el cruel que me arranca el corazón con que vivo", levantaremos la chispa que incendiará toda la pradera donde los imperialistas, sus lacayos, los quinta columnistas, los traidores se quemarán por la resistencia y avance de los soldados, milicianos y oficiales de nuestra gloriosa FANB, que no será un simple aparato militar, sino todo el pueblo (obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa, escritoras y escritores, periodistas, artesanas y artesanos, pintoras y pintores, escultoras y escultores, arquitectas y arquitectos, poetisas y poetas, novelistas, profesionales de todas y todos los oficios y creaciones, los LGBTI) en fin, un pueblo unido que jamás será vencido.

Nunca el odio será nuestra bandera. No imitaremos a los imperialistas que sólo saben sembrar la muerte. No, nunca nos separaremos del derecho internacional humanitario, nunca dejaremos dialogar de con el que pueda haberse equivocado, con el que decida avanzar contra el enemigo imperial independientemente de las diferencias que se mantengan. Si los imperialistas se lanzan a la guerra, que no queremos, será una guerra de todo el pueblo: con los que siempre han visto la luz de la dignidad y el patriotismo, con los que en un momento dado no han sabido qué hacer, con los que por inconsciencia se han colocado contra la patria, pero decidan rectificar, con todos los que manteniendo visiones diferentes, decidan luchar contra el enemigo común, en fin, el pueblo pleno de organizaciones con la frondosidad vegetal que se extiende por todos los suelos, caminos, ríos, mares, montañas de nuestra amada patria, va uniendo a todas y todos los que puedan ser unidos, porque nosotros no somos criminales ni nuestro corazón ni nuestra alma pueden contaminarse por el odio de los imperialistas y sus lacayos. Porque la unidad no puede hacer desaparecer la diversidad, ni juntarnos significa que seamos una tabla rasa.

Pero, si se desata la guerra multifacética que se va desenvolviendo, pero sin duda criminal, llena de traiciones, simulaciones, confusiones, dobles caras, falsas noticias, etc., es necesario comprender que los debates ni la disciplina pueden desenvolverse como si estuviéramos en las circunstancias de una democracia participativa y protagónica. Una cosa es el debate y el diálogo en esas condiciones y otra en condiciones de una guerra que tiene entre sus maneras de desenvolverse sembrar la desconfianza, la duda, el descontento, el reclamo permanente, etc.

Nosotros no queremos la guerra, nosotros somos soldados de la paz, pero tenemos el legítimo derecho a la defensa. Pero el derecho a la defensa no significa que nos convirtamos en criminales llenos de odio echando espuma por la boca. Nunca podemos perder nuestra humanidad. Esto es lo que nos distingue de los criminales. El presidente Chávez fue un cristiano consecuente. El presidente Maduro le está dando prioridad a la paz y nunca nos apartaremos de ese camino, pues apartarse de él es apartarse de Dios, el Dios de los pueblos, no el de los traidores a Dios que forman la alta jerarquía eclesiástica. que en verdad creen en el dios (con minúscula) de los Bolsonaros, que principalmente se ocupan de distribuir el opio que corrompe a los pueblos y los conduce por el camino del infierno.

A los gansters del cartel de Lima les decimos, no intenten incendiar a Venezuela porque ese fuego se les puede devolver. No hay cortafuego que logre detener el que puedan crear los pueblos bolivarianos unidos. No intenten agredir a un pueblo bravío. No le echen leña al fuego, porque se pueden quemar. Ya una vez este pueblo venezolano cruzó fronteras para liberar. La diferencia hoy es que hay un pueblo colombiano, ecuatoriano, peruano, latinocaribeño, que está luchando con valentía por liberarse de las cadenas y tiene los martillos para romperlas. Pueblos que pueden unirse y romper no sólo las cadenas que nos oprimen, sino también las murallas y, sobre todo, las bóvedas de los bancos que nos roban y las de los capos de la droga que nos envenenan.

La Asamblea Nacional Constituyente puede ser el gran espacio para el diálogo político, con una destacada participación de las organizaciones populares, las comunas, las y los empresarios patriotas, las organizaciones políticas de todas las tendencias, reconociendo que la CRBV le otorga facultades muy claras al presidente de la República en las decisiones políticas trascendentes
El pueblo debe volcarse a las calles pacíficamente y con una gran conciencia política y utilizando las asambleas de ciudadanas y ciudadanos para tomar decisiones que según la CRBV, artículo 70, tienen carácter vinculante y el artículo 51 de la misma constitución, que le otorga a los venezolanos el derecho de petición y a los funcionarios públicos, la obligación de responder y resolver. En fin, todos los sectores sociales deben asumir firmemente la democracia participativa y protagónica, hacerla propia y tomar las decisiones necesarias para garantizar la convivencia pacífica y la prosperidad de todos los ciudadanos, unidos y reconciliados dialogando sobre las diferencias, transformándolas en un camino liberador a partir de su reconocimiento y garantías de libertad de expresión, tal como lo establece nuestra constitución.
Esto debería conjurar la violencia o desenmascarar a los que quieren la guerra, lo que podría neutralizarlos.

Con los corruptos y la quinta columna no puede haber unidad


Ellos no sólo han roto la unidad, sino que de hecho han estado conspirando contra el pueblo de Venezuela, actuando al lado de los que nos bloquean, los que generan escasez, inflación inducida, hambre, enfermedades, lágrimas, devaluación de nuestra moneda, etc. No podemos hacer borrón y cuenta nueva. Muy probablemente nos seguirán traicionando y en momentos decisivos pueden inclinar la balanza a favor de los intereses imperiales.
Una posibilidad que podemos estudiar para aceptarlos al lado del pueblo que han traicionado, es que se arrepientan, reconozcan su error, devuelvan el capital que han sustraído y acepten una sanción, que mientras dure la guerra podría quedar suspendida, y reconsiderada, una vez que la guerra haya concluido. Tienen que demostrar que pueden seguir siendo patriotas.

En medio de la batalla hay que seguir trabajando en las actividades que puedan ser consideradas como civiles
Tenemos que producir los alimentos del espíritu y el cuerpo. Esa es una tarea de todos. Especialmente, tomando el camino de esas comunas heroicas que ya están produciendo dichos alimentos.
Debemos mantener todos los servicios civiles y particularmente la distribución democrática de los alimentos, las medicinas, etc. Mantener el cuidado a los enfermos, a los ancianos, a los niños, etc.
¡Salvaremos, construiremos y reconstruiremos la patria!
¡No más dólares para los que nos oprimen!
¡Destituyamos a los que elaboran una política económica que destruye la política salarial del presidente Maduro!
¡No a los que tratan de acordar precios con la burguesía proimperialista que quiere derrocar al gobierno bolivariano y que no es capaz de producir una mazorca de maíz!
¡Salvemos la patria y al gobierno bolivariano!
¡Construyamos la gran red nacional comunera, antiimperialista y bolivariana!
¡Chávez vive, la lucha y la patria siguen!
¡Gloria a Dios en las alturas y gloria y paz en la tierra a los hombres y mujeres que luchamos por la paz, el diálogo y la esperanza de que la patria latinocaribeña unida y en lucha jamás será vencida!

original: https://www.aporrea.org/ideologia/a274024.html

miércoles, 2 de enero de 2019

Las alarmas siguieron sonando en 2018: ¿Política ecológica o ecología de la política? (+ Fotos y Video)




tomado de:
cubadebate.cu
Las alarmas siguieron sonando en 2018: ¿Política ecológica o ecología de la política? (+ Fotos y Video)

tiempo de lectura: 22-28 minutes







Nubes de tormenta sobre el Atlántico. Foto de la NASA, tomada desde la Estación Espacial Internacional.

En un artículo anterior, en junio de este año, hablábamos de la urgencia de que la humanidad, los entramados políticos y económicos que mueven hoy el mundo, se integren orgánicamente al tejido natural del que, pese al desarrollo tecnológico y social, no hemos dejado de formar parte a estas alturas del siglo XXI. Desde entonces, nuevos datos, evidencias y análisis indican que las alarmas ambientales han seguido sonando en 2018.

Desde hace años, las alarmas ambientales suenan en diferentes “capas” o niveles: de la extinción de especies o el daño sobre ecosistemas locales, hasta fenómenos de escala planetaria como el calentamiento global, que amenaza con cambiar patrones mundiales de temperatura, genera eventos climatológicos devastadores y afecta corrientes marinas que aseguran la existencia de ecosistemas claves para la vida humana.

Cambios que los científicos prevén como “duraderos” o “irreversibles”, de consecuencias no totalmente previsibles, que se desencadenarían pasado el “punto de no retorno” y que hoy requieren -por encima de prácticas individuales para consumir menos energía eléctrica o plásticos o combustible- políticas coordinadas a escala mundial, acciones concretas a nivel macro que involucren a todos los países y recorten efectivamente volúmenes de emisiones globales que ya pasaron de los números rojos.

Cada especie que se extingue, cada río o porción de océano que se contamina, cada ecosistema local que se daña, implican la ruptura de una puntada en ese tejido natural que asegura que el planeta siga funcionando de una manera “amigable” para la humanidad. Una puntada que nunca se recuperará y en torno a la cual, en condiciones normales, sin el estrés del cambio climático y la contaminación, con tiempo, la naturaleza podría crear nuevas redes.

El cambio climático afecta más que una puntada; debilita, tuerce, tensa muchas de las hebras del hilo que forma el tejido. En la 24 Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Cambio Climático (COP24), en Katowice, Polonia, a inicios de diciembre, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, afirmó que el calentamiento del planeta es “el asunto más importante” que encara la humanidad.

Guterres advirtió que “no hay tiempo para negociaciones sin fin”, y que se requieren transformaciones en cinco áreas vitales: energía, ciudades, uso de la tierra, gestión del agua e industria.

“Gobiernos e inversionistas deben apostar a la energía verde”, dijo, y añadió: “Tenemos el conocimiento. Muchas soluciones tecnológicas son viables y asequibles. Lo que necesitamos es mayor voluntad política y más liderazgo con visión de largo plazo”.

En esa última oración está una de las claves para el esfuerzo global que se requiere hace mucho: voluntad política y visión de largo plazo, todo como base de una acción global efectiva, decidida y coordinada.

Es un tema que va más allá de escalas de desarrollo o agendas económicas o políticas. Sobre todo porque, incluso en un escenario en que la humanidad frene las emisiones en el corto plazo, la mayor parte de las consecuencias del cambio climático persistirán durante siglos. De ahí la urgencia.

Según datos de la ONU, las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) han aumentado casi 50% desde 1990. Lo casi increíble es que la Cumbre de la Tierra, en Río de Janeiro, se celebró en 1992, y ya entonces se planteaba la necesidad de enfrentar el cambio climático. En el propio 1992 fue adoptada la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y ya en su primer informe, en 1990, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, inglés) señalaba que:

“Estamos seguros de lo siguiente: que existe un efecto de invernadero natural que hace que la Tierra sea más cálida de lo que sería en caso de no existir ese efecto. Que las emisiones producidas por las actividades humanas aumentan sustancialmente las concentraciones atmosféricas de los gases que producen efecto de invernadero: anhídrido carbónico, metano, clorofluorocarbonos (CFC) y óxido nitroso.

“Estos aumentos potencian el efecto de invernadero, lo que producirá por término medio un calentamiento adicional de la superficie de la Tierra”.

Han pasado casi 30 años de emisiones y de esfuerzos de algunos estados y organismos para cambiar las cosas que llevaron al Acuerdo de París en 2015. Pero aún en diciembre de 2018, Guterres ha tenido que decir en Katowice: “El cambio climático es el asunto más importante que enfrentamos. Afecta todos nuestros planes de desarrollo sostenible y para un mundo seguro y próspero. Por eso es difícil entender por qué nos estamos moviendo tan despacio, o incluso en la dirección equivocada”.

Es difícil entender cómo casi tres décadas después de la Cumbre de Río y del primer informe del IPCC, ya reunidos volúmenes de datos y conocimiento mucho mayores sobre el tema, y cuando la Administración Oceánica y Atmosférica estadounidense advierte sobre la pérdida de hielo en el Ártico por el calentamiento global, la presidencia de EE.UU. retire a ese país del Acuerdo de París.

O que meses después, a solo horas de que comenzara en Katowice la COP24, el gobierno de Brasil, con influencia del presidente electo, Jair Bolsonaro, retirara a ese país como sede de la COP25, prevista para finales de 2019.

Bolsonaro ha llegado a declarar que combatirá la ideología marxista en política exterior, incluyendo el “alarmismo climático”, y este mes de diciembre reiteró sus dudas sobre la validez del Acuerdo de París y la posibilidad de que Brasil también se retire de ese esquema.

El canciller que ha nombrado Bolsonaro, Ernesto Araújo, dijo este mes ante un enviado del vicepresidente Mike Pence que “el cielo es el límite en la relación entre Brasil y Estados Unidos”, y antes, en sintonía con Bolsonaro y Donald Trump, ha considerado las alarmas por el cambio climático como una conspiración de la izquierda.




En la Amazonía, el “pulmón de planeta” con siete millones de kilómetros cuadrados de bosque tropical, hay más sequía, aumentan los incendios y la deforestación. Foto: WWF.

Araújo, también contrario como Trump al “globalismo” -hay que recordar el reciente discurso de Trump en la Asamblea General-, ha llegado a hablar del “climatismo”, un “dogma científico” que “sugiere una correlación del aumento de la temperatura con el aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera”.

El climatismo -alega- “viene sirviendo para justificar el aumento del poder regulador de los estados sobre la economía y el poder de las instituciones internacionales sobre los estados y sus poblaciones, y para sofocar el crecimiento económico de los países capitalistas democráticos y favorecer el crecimiento de China”.

Según un reporte de The New York Times, con datos de la NASA, en la Amazonía “el cambio climático amplifica las consecuencias de la actividad humana y amenaza a una fuente crucial de biodiversidad, agua dulce y oxígeno del mundo”. La Amazonía está en Brasil, más cerca de Araújo y Bolsonaro que de Trump, pero igual en el mismo planeta. El NYT y la NASA no están en China ni en otro país de gobierno comunista.

Trump, al anunciar el retiro de EE.UU. del Tratado de París, dijo que era “draconiano” para el país, lesivo para su economía y el nivel de vida de sus ciudadanos. “Me eligieron para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París”.

¿Habrá que esperar a que, como en El día después de mañana, le caigan desde el cielo-como-límite pedazos de hielo en el tejado a Trump, Bolsonaro, Araújo y otros que no creen en el cambio climático o, casi peor, que esperan que las cosas se van a resolver por sí solas o creen que la desgracia va a tocar solo a los otros?


El Acuerdo de París, firmado por más de 190 países y en vigor desde 2016, busca mantener por debajo de dos grados el aumento de la temperatura mundial respecto a los niveles preindustriales, e incluso llevarlo a 1.5 grados.
El secretario general de la ONU: “(…) Hemos sido advertidos por décadas, una y otra vez, y demasiados líderes se han negado a escuchar…”.
¿Qué nuevas noticias tuvimos desde junio de 2018?

-Noviembre de 2018: Un informe de la Organización Meteorológica Mundial advirtió que los niveles de gases de efecto invernadero (que atrapan el calor en la atmósfera terrestre e impulsan el cambio climático) llegaron a un nuevo récord histórico.

Las concentraciones medias mundiales de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron 405.5 partes por millón (ppm) en 2017, frente a 403.3 ppm en 2016 y 400.1 ppm en 2015. También aumentaron las concentraciones de metano y óxido nitroso, y, aun estando regulado por un acuerdo internacional, resurgieron concentraciones de clorofluorocarbono 11 (CFC-11), que afecta la capa de ozono.

Según la OMM, desde 1990 aumentó en 41% el forzamiento radiactivo total (implica una tendencia negativa entre la luz solar que absorbe la Tierra y la energía irradiada que devuelve; lo que sucede hoy es que cada vez devuelve menos). La concentración de CO2 en la atmósfera representó alrededor de 82% del incremento del forzamiento radiactivo total en la última década.

La última vez que el planeta registró una concentración similar de CO2 fue entre tres y cinco millones de años atrás. Por entonces, la temperatura media global era 2-3°C más alta que hoy y el nivel del mar estaba entre 10 y 20 metros por encima de los niveles actuales.


“La ciencia es clara. Sin recortes rápidos en el CO2 y otros gases de efecto invernadero, el cambio climático tendrá impactos cada vez más destructivos e irreversibles en la vida en la Tierra. La ventana para actuar está casi cerrada”. Petteri Taalas, secretario general de la OMM, noviembre de 2018.

-Diciembre de 2018: El calentamiento global ha hecho que el Océano Ártico haya perdido el 95% de su hielo más antiguo, señaló el informe anual de la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, inglés). La temperatura del aire en la superficie del Ártico ha seguido calentándose al doble de la velocidad que en el resto del mundo. En los últimos cinco años, superó todos los registros anteriores, y 2018 ha sido el segundo año más caluroso en esa región desde que comenzó a registrarse su temperatura, en 1900.

¿Qué implica esto? El hielo del Ártico es lo que mantiene a las regiones polares frías y contribuye a moderar el clima global. El hielo “más joven” es el que se desprende y se derrite más fácilmente en verano.

Si no es balanceado por este hielo (que desaparece o se debilita), el calor es absorbido por el océano y el planeta se calentará aún más rápido, advierten los científicos.

-Octubre de 2018: En su más reciente informe, los expertos del IPCC advirtieron que limitar el calentamiento global a 1.5 grados con respecto a los niveles preindustriales y evitar de esa forma “daños irreparables” exige implementar “cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”.

Con un calentamiento global de 1.5 grados sobre los niveles preindustriales, la probabilidad de que el océano Ártico se quede sin hielo en verano sería de una vez por siglo frente a un mínimo de una vez por cada decenio en caso de que sea de dos grados la diferencia de temperatura.

El IPCC advierte que los arrecifes de coral disminuirían entre 70% y 90% con un calentamiento de 1.5 grados. Con un aumento de dos grados prácticamente desaparecerían del todo.

El problema es que, según el propio informe del IPCC, si se mantienen al ritmo actual las emisiones de efecto invernadero, “el calentamiento provocado por el hombre superará los 1.5 grados respecto a la era preindustrial alrededor de 2040”. Es decir, dentro de veinte años.


Los océanos se han calentado, la cantidad de nieve y de hielo ha disminuido, y ha subido el nivel del mar. Entre 1901 y 2010 el nivel medio del mar aumentó 19 cm, pues los océanos se expandieron debido al calentamiento y al deshielo. La extensión del hielo marino del Ártico se ha reducido desde 1979, con una pérdida de hielo de 1.07 millones de km2 cada decenio. Fuente: ONU
¿Política ecológica, o ecología de la política?

En política y en economía, y en el reflejo de ambas en las sociedades, la historia de las últimas décadas ha estado signada por el cortoplacismo.

En lo político ha implicado agendas de gobierno de cuatro, cinco o seis años, partidistas, grupales, personalistas o de retribución a donaciones de campaña y concesiones por lazos empresariales.

En lo económico, enfoques que van del crecimiento económico constante basado en el constante crecimiento del consumo (no del bienestar y muy poco de la distribución) -sin que en décadas se hayan resuelto los vacíos en la distribución a escala mundial y nacional, como demuestran fenómenos paralelos como la crisis de migrantes en el Mediterráneo, la caravana Centroamérica-Estados Unidos y la rebelión de los chalecos amarillos en Francia- al uso indiscriminado de plaguicidas que iban más allá de las plagas y entraban en la cadena alimentaria, el desdeño del cambio climático, el fracking o fracturación hidráulica, la obsolescencia programada y los transgénicos (alrededor del 80% de ellos tolerantes a herbicidas como los producidos por empresas como Monsanto).

Una visión que de cierta forma pone a la naturaleza -sin pensar que se trata también del futuro, de los hijos, los nietos…- en la categoría de sujeto del “daño colateral”, tomando prestado el término de la doctrina y la práctica militar estadounidenses.

Y no es mero idealismo, catastrofismo barato ni juego de palabras. En la reciente COP24 -donde el tono general llegó a ser de ruego para que se echen a andar los motores y bolsillos que deben despertar para mitigar el cambio climático-, la directora general del Banco Mundial, Kristalina Georgieva, afirmó que “cada uno debe hacer lo que pueda contra el cambio climático. De lo contrario, nuestros hijos y nietos no nos lo perdonarán”, y lo dijo pensando en el futuro incierto que espera a su nieta de ocho años.

La mala economía, el cortoplacismo, la visión de corto plazo persisten incluso cuando ya hay argumentos para invertir masivamente en energías verdes y matrices productivas amigables con el medio ambiente que contribuyan a mitigar el cambio climático sin restringir el desarrollo, visto con un enfoque sostenible:

–El informe Pérdidas económicas, pobreza y desastres 1998-2017, publicado en octubre de 2018 por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, advierte sobre el nexo entre el cambio climático y la mayor intensidad y periodicidad de desastres naturales, y sobre el impacto de estos fenómenos en las economías, peor en las naciones más pobres.

Según el informe, el impacto de los desastres naturales en la economía mundial creció 151% en el período 1998-2017 respecto a 1978-1997, y ascendió 2.24 billones (millones de millones) de dólares. En 1978-1997 la cifra fue 895 mil millones.

En la actualidad, los fenómenos meteorológicos extremos representan el 77% de las pérdidas económicas por desastres.

Dato muy claro, que quizá no haya leído Trump: el país más afectado por las pérdidas económicas totales durante los últimos veinte años fue Estados Unidos, seguido por China y Japón. En el Caribe, Puerto Rico lidera la estadística.

Una de las conclusiones del informe es que “la integración de la reducción de desastres en las decisiones relativas a la inversión es la forma más rentable para reducir este riesgo. Por consiguiente, la inversión en la reducción del riesgo de desastres es una condición previa para desarrollarse de forma sostenible en un clima variable”.

-Este mismo año, en mayo, expertos de la Stanford University, en California, mostraron en un informe que alcanzar la meta de los 1.5 ºC (que la temperatura media global aumente 1.5 grados en lugar de dos respecto a los niveles preindustriales) ahorraría al mundo unos 30 billones (millones de millones) de dólares en daños asociados al cambio climático, mucho más que el costo que implica reducir las emisiones de carbono.

Quizá ya pasó el tiempo de las políticas ecológicas y entramos en el tiempo de una ecología de la política.

Siete décadas después de firmada la Carta de Naciones Unidas se sigue poniendo en duda el principio -y la necesidad, hoy mayor que nunca, porque son mayores los problemas y más urgentes las acciones- del multilateralismo.

En los últimos días del año, Unicef publicó un informe, con duras cifras, en el que afirma que “millones de niños alrededor del planeta siguen siendo víctimas de conflictos armados y los líderes mundiales permiten que esto siga ocurriendo con impunidad”, mayoritariamente en conflictos “periféricos”.

También terminando el año, la consultora ihs Markit, basada en Londres -en una tendencia que confirman otras fuentes como Deloitte y el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, inglés)-, precisó en su informe Jane’s Defence Budgets que el gasto militar de 2018 será el más elevado desde el “fin de la Guerra Fría”, alrededor de 1.7 billones (otra vez millones de millones) de dólares.


2018 ha sido el año en que el IPCC advirtió claramente que tenemos poco más de diez años para tomar medidas drásticas contra el cambio climático si queremos evitar que el calentamiento global se dispare hasta niveles incontrolables. En la cumbre COP24 de Katowice, Polonia, los países acordaron el programa de trabajo para poner en marcha el Acuerdo de París. Hace falta voluntad política, coordinación y visión de largo plazo.

¿Cómo explicar ese gasto frente a una estadística del SIPRI según la cual el 13% del presupuesto militar mundial anual serviría para terminar con la pobreza y el hambre?

Una ejecutiva de ihs Markit declaró que el crecimiento del gasto militar “refleja la mejora de las condiciones económicas en el mundo y es una respuesta a la continua inestabilidad en una serie de regiones clave”.

Raya en lo cínico y lo perverso el razonamiento sin mirar a las causas de los conflictos, ocultando “necesidades” estratégicas y otros conceptos rebuscadamente oportunistas que justifican ese gasto, dentro de una filosofía que ve retorno de inversión en las guerras y la inestabilidad pero no en la pobreza y el hambre.

¿No son la pobreza y el hambre generadores de “inestabilidad”? ¿No es hoy la crisis ecológica un problema de seguridad mundial, quizá el mayor que afronta hoy la humanidad?

Todo forma parte del mismo tejido en este mundo. Cada acción que destruye, cada urgencia ignorada, cada niño usado como escudo en la guerra, cada desplazado (un récord de 68.5 millones en 2017, una media de 44 500 por día, debido a la violencia, la persecución y las guerras, según la ONU), cada migrante, cada río contaminado o mancha de plástico en el océano o parcela deforestada en la Amazonía son reflejo de un orden internacional, económico, político y ético desfasado de la agenda real que plantea la situación del planeta, que es la misma de la civilización.

El tema ecológico -que es tema de supervivencia del planeta y de las especies que en él habitan, incluida la humana- supera hoy reivindicaciones históricas y conflictos regionales o bilaterales y comerciales o ideológicos entre países y bloques, que a diario remueven ciertos puntos del planeta e inquietan a otros. Supera la geografía binaria de izquierda-derecha. Supera a cualquier otro problema en la agenda de Naciones Unidas, y a la vez los reúne a todos.

En este contexto, la visión holística de la realidad es vital en cualquier proyecto o andamiaje político.

La gestión de gobierno implica más que nunca la participación popular, un real enfoque de sostenibilidad (inversiones en economía verde, planificación para los efectos del cambio climático, distribución de la riqueza…), el respeto al patrimonio tangible e intangible de países y grupos humanos (porque, entre otras muchas razones, es memoria, identidad y conocimiento asentados por siglos y porque asegura resiliencia y modos sostenibles de enfrentar los problemas), y la aceptación del hecho real, ya apuntado desde el siglo XIX, de que todo está interconectado en este mundo.

Producir más armas para ejercer más influencia o alimentar más guerras, o cerrar fronteras, construir y reforzar muros sin mirar a las causas de la migración, son expresiones desquiciadas de un orden que va -aunque sea eficiente, exitoso, promisorio según criterios economicistas- de espaldas a la urgencia mundial en este preciso momento.

Desde este punto de vista, el auge de movimientos y grupos xenófobos y ultraderechistas -no solo en Europa- es otra pérdida de tiempo o de rumbo de las sociedades respecto al camino que se requiere hoy, expresión fallida de un organismo político, social y ético que tal parece tener el equivalente de una enfermedad autoinmune, sus defensas corporales percibiendo y atacando como cuerpos extraños a partes, órganos del mismo cuerpo.

Reprimir, diezmar a los migrantes no parará la migración ni sus causas, como tampoco ignorar el cambio climático lo ralentizará o mitigará.

Confiar en el espejismo -volviendo al cine futurista en filmes como Código 46– de que una especie de apartheid ambiental salvará a los más pudientes o favorecidos; pensar en comandos para la guerra de las galaxias cuando ahora mismo los desastres destruyen posesiones y quitan vidas, o en autos voladores mientras se libera la masacre de ballenas, son expresiones igualmente desafortunadas, tristes, de esa brecha moral y política que hace más lenta hoy e insuficiente la respuesta de la humanidad a este desafío.

En la reciente COP24 fueron perentorias, lapidarias y sabias las palabras de líderes de pequeñas islas que ven más cercana la amenaza.

“A quienes arrastran todavía los pies, les digo simplemente ‘háganlo’. Si ignoramos las pruebas irrefutables, seremos la generación que traicionó a la humanidad”, dijo el primer ministro de Fiji, Frank Bainimarama, quien antes presidió la COP23.

Por su parte, Baron Divavesi Waqa, presidente de Nauru, afirmó: “Los líderes políticos deben empezar a cuestionar los intereses que perpetúan la crisis climática. Los poderosos siempre jugaron con otras reglas, pero no pueden escapar a las leyes de la física”.


En nuestra vida cotidiana: Pensar más en nuestros hijos y nietos y en el mundo que les dejaremos. Usar y botar menos plásticos (lo desechable es más cómodo, pero recarga más al planeta) y abogar por que la industria cubana recupere aquellos cartuchos de papel de los 80 o similares (incluso de papel reciclado), o jabas de yute (estéticas, atractivas, prácticas y más duraderas) como las que ofrecen mercados del Primer Mundo. No derrochar electricidad ni agua. Hacer lo posible por limitar emisiones de vehículos. No mirar solo a lo que hacen los demás: hacer nosotros. Haciendo individualmente nos convertimos en millones que hacen. Vigilemos el impulso de consumir y comprar: más que la obsolescencia programada, no caigamos en la trampa de la obsolescencia inducida.

Demasiadas bolsas y otros inventos plásticos


Cada año se vierten a los océanos 13 millones de toneladas de plásticos. Se ha encontrado plástico hasta en la fosa de las Marianas, a 10 898 metros de profundidad.

Muchos piensan que los objetos plásticos se quedan como están, pero no: ONU Medio Ambiente ha advertido que, según estudios, las bolsas de plástico y los contenedores hechos de espuma de poliestireno pueden tomar hasta miles de años en descomponerse y contaminan suelo y agua.

Con el paso del tiempo, los plásticos se dividen en fragmentos más pequeños llamados microplásticos, que al ser consumidos por animales marinos pueden entrar en la cadena alimenticia humana.

Los microplásticos han sido detectados en la sal de mesa comercial y algunos estudios aseguran que el 90% del agua embotellada y el 83% de la de grifo contiene partículas de plástico. Esto es preocupante, ya que poco se sabe del impacto de este material en la salud humana, advierte ONU Medio Ambiente.

El secretario general de la ONU: “(…) Hemos sido advertidos por décadas, una y otra vez, y demasiados líderes se han negado a escuchar…”.


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