miércoles, 30 de marzo de 2022

¿El suicidio del dólar?

TOMADO DE: 

rafaelpoch.com


   Un mes de guerra en Ucrania (II)              

Se están creando las condiciones para el crecimiento de un bloque no-occidental en la economía global.

El 26 de febrero Estados Unidos y sus aliados confiscaron las reservas de oro y divisas del Banco Central de Rusia que este tenía en Occidente, alrededor de la mitad del total de sus reservas, es decir unos 300.000 millones de dólares. Ni la reserva federal de Estados Unidos (FED) ni el Banco Central Europeo (BCE) fueron consultados al respecto. Son muchos los observadores que estiman que la medida será autodestructiva para la hegemonía global del dólar, sobre la que reposa la estabilidad de la deficitaria y monumentalmente endeudada economía de Estados Unidos.

Desde 1971, cuando Estados Unidos abandonó el patrón oro en la convertibilidad del dólar, el sistema de Bretton Woods, los bancos centrales organizaron sus reservas en dólares en lugar de oro. Al hacerlo, compraban bonos del tesoro de Estados Unidos y financiaban los déficits presupuestarios y de la balanza de pagos de ese país. El comercio del petróleo en dólares añadía poderío al dólar como indiscutida moneda global de referencia.

Estados Unidos ha venido utilizando esa posición de poder para ordenar el mundo a su gusto e interés. Puede bloquear pagos, congelar activos y practicar confiscaciones en cualquier momento. Ahora, al confiscar las reservas de Rusia se ha lanzado un mensaje inequívoco a todo el mundo. En palabras del ex diplomático británico Alastair Crooke, “si hasta un país importante del G-20 puede ver sus reservas confiscadas con solo pulsar un botón, para aquellos que aún tienen reservas en Nueva York el mensaje es meridiano: sacarlas de allí mientras sea posible”.

Rusia no es un caso aislado. Las reservas de Irán ya fueron confiscadas en el pasado. Los 9000 millones de fondos de Afganistán, que impedirían la catástrofe humana y el hambre que está teniendo lugar allá, también fueron confiscados por Biden como cruel represalia por la espantada militar occidental forzada por los talibanes el pasado agosto. El año pasado Inglaterra le robó a Venezuela el oro que ésta tenía en el Banco de Inglaterra y del que Caracas intentó disponer para comprar recursos médicos contra la pandemia.

Con todas estas medidas lo que Estados Unidos dice al mundo es que cualquier país que tenga sus reservas allí está expuesto a que, si su política no gusta a Washington, bien porque comercia con países adversarios, bien porque reparte demasiado su renta entre las clases populares en perjuicio de los beneficios de multinacionales, o porque simplemente busque una mayor independencia política o económica del entramado controlado por Estados Unidos, sus reservas pueden ser confiscadas.

“Hemos convertido los depósitos en euros y dólares en un factor de riesgo”, dice Wolfgang Münchau un conocido analista alemán de derechas y estrella del Financial Times. “Confiscando los fondos de Afganistán, Venezuela, Irán y ahora Rusia, politizando el mecanismo de pagos y transferencias del Swift, la influencia global de Estados Unidos disminuye”, dice el ex embajador americano Chas Freeman.

 La confiscación de las reservas rusas, “animará a rusos, chinos, BRIC´s, etc. a buscar otras monedas y mecanismos más seguros”, augura Münchau, pero en realidad esto no es un horizonte sino un proceso ya en marcha. Desde que hace ocho años se impusieron sanciones a Rusia por la anexión de Crimea, la participación del dólar en el conjunto de los pagos internacionales ha disminuido 13,5 puntos: pasó del 60,2% en 2014 al 46,7% en 2020. “El dólar se ha convertido en una moneda tóxica”, dice el economista ruso y consejero de Putin, Sergei Glaziev. ¿Qué pasará a partir de ahora con esta tendencia?

La principal consecuencia es que se están creando las condiciones para el crecimiento de un bloque no-occidental en la economía global que tendrá un impacto negativo para los intereses del hegemonismo. Hace más de una década que el Presidente Lula ya comprendió que había que salirse mancomunadamente del dólar y su entramado. Parece que fue Lula el primero que compartió con Vladimir Putin y Hu Jintao, el entonces presidente chino, la idea de avanzar conjuntamente en una política en esa dirección, algo que los chinos tenían claro desde hacía mucho tiempo. El protagonismo de Lula en aquella iniciativa pudo haber sido incluso determinante para el irregular derrocamiento del brasileño y su posterior encarcelamiento. Hoy las cosas han cambiado y no solo porque Lula puede regresar a la presidencia de Brasil.

Ningún BRIC ha participado en las sanciones contra Rusia: ni India, ni el Brasil de Bolsonaro, ni África del Sur, ni la atlantista Turquía, ni los países del Golfo, ni por supuesto China…

El miércoles la conferencia de ministros de exteriores de la Organización de la Conferencia Islámica (57 países miembros) rechazó sumarse a las sanciones contra Rusia. Ningún país de África, ni de Asia Occidental y Central, con solo Singapur y Japón en Asia Oriental, han impuesto sanciones a Rusia, con China e India marcando la línea general.

Aún más significativo, Arabia Saudí está manteniendo conversaciones con China para comerciar en yuanes el pago de su petróleo. El 25% del petróleo saudí va a China. Que el petróleo deje de venderse en dólares, ¿no equivale a una quiebra de la economía de Estados Unidos?

(Publicado en Ctxt)


DISCLAIMER
El contenido de este/estos articulos y publicaciones no necesariamente expresan la opinión de Nelson Gutiérrez.
The content of this / these articles and publications does not necessarily express the opinion of Nelson Gutiérrez.

viernes, 25 de marzo de 2022

La 'destrucción constructiva' de Ucrania avanza con fuerza imparable

 tomado de:

lahaine.org

lahaine.org
 

Representa la única alternativa para Moscú de frustrar los planes antirrusos de Occidente utilizando a Kiev

Durante más de 500 años, Occidente ha tratado infructuosamente de conquistar y subyugar Rusia para apoderarse de sus inmensas riquezas naturales. Lo intentaron Napoleón y Hitler militarmente y ahora EEUU con sus satélites incondicionales de la OTAN.

Ya lo dijo Zbigniew Brzezinski, asesor de Seguridad Nacional de EEUU: Ucrania es un pivote geopolítico porque su propia existencia como país independiente ayuda a transformar a Rusia. Sin Ucrania, Rusia deja de ser una potencia de Eurasia.

Washington y sus aliados tenían preparado el plan para utilizar a Ucrania nazificada y bien armada por Occidente para desatar una guerra contra Rusia y hacer fracasar su proyecto de un nuevo sistema mundial multipolar que ponía fin a la hegemonía de Norteamérica.

Cuando Moscú logró descubrir a tiempo los intentos de Occidente se vio obligado a lanzar el pasado 24 de febrero una operación militar preventiva en Ucrania con el propósito de desmilitarizar y desnazificar a este país que se había convertido en un peligro para su seguridad nacional.

Ya desde el inicio del golpe de estado del Maidán en Ucrania, que se había concebido en Washington en 2008 y que costó a Norteamérica unos 5.000 millones de dólares, Rusia empezó a tomar medidas para prepararse al futuro enfrentamiento con Kiev, que en los últimos ocho años abrazó el neofascismo en forma particular de ucronazismo bajo la tutela de Washington.

En 2019, el uno de los más influyentes de los más de 1.500 think tanks estadounidenses, la Rand Corporation, que está al servicio del Pentágono, confirmó los intentos de EEUU para doblegar a Rusia en su informe del 5 de septiembre de 2019 Plan of Overexpanding and Unbalancing Russia (Plan para distender y desequilibrar a Rusia).

En este documento los estrategas de la corporación señalaban a Ucrania como el punto externo más vulnerable de Rusia y aconsejaban al Gobierno de EEUU armar y preparar a Ucrania para una confrontación militar con Moscú. El plan definía el sector energético ruso como el otro flanco vulnerable porque la economía del país dependía en un 45% de la exportación de gas y petróleo. Entonces lo que tenía que hacer Washington era obligar a los europeos a disminuir su importación del gas (hasta 60%) y del petróleo (35%) de este país y al mismo tiempo "recurrir a drásticas sanciones comerciales y financieras contra Moscú para socavar al país".

El proyecto incluía también la creación de estímulos financieros para organizar protestas internas en Rusia, promover la emigración de jóvenes talentos y "socavar el país en el exterior". Se aconsejaba también hacer un despliegue de armas nucleares en todos los países miembros de la OTAN que tienen frontera con Rusia. En conclusión, los autores de este documento advertían que "las opiniones previstas en este plan en realidad son solo variantes de la misma estrategia de guerra, cuyo precio en términos de sacrificios y de riesgos pagamos todos".

No cabe ninguna duda de que el proyectado conflicto militar que iba a iniciar Ucrania en Donbás y Crimea estaba concebido no tanto en interés de Kiev sino de Washington, que necesita aplastar a Rusia para abrirse camino a China y así volver a dominar el mundo como en el siglo XX.

Moscú ya estaba al tanto de estos planes de Washington con muchos años de anticipación y tomó sus propias medidas. Además de rearmar y profesionalizar sus fuerzas armadas, hizo reorientar su sector energético de occidente al oriente. En 2014, se firmó un contrato por 400.000 millones de euros con China para suministrar 38.000 millones de metros cúbicos de gas al año a partir de 2018 (China consume anualmente unos 180.000 millones de metros cúbicos). Para 2023-2025 entrará en funcionamiento el gasoducto Poder de Siberia, diseñado para aportar al gigante asiático otros 50.000 millones de metros cúbicos.

El 4 de febrero de 2022, en una declaración histórica de 5.300 palabras, Xi Jinping y Vladímir Putin acordaron formar un nuevo sistema de "gobernanza global" que uniría a Europa y Asia a través de una "conectividad de estructuras, alta velocidad ferroviaria y distribución colaborativa de recursos energéticos". En este documento los dos líderes anunciaron que el mundo está pasando por cambios trascendentales creando una redistribución del poder. También planearon fusionar la Unión Económica Euroasiática con la Nueva ruta de la Seda por más de un billón de dólares. A la vez, funciona desde 2014 en Rusia el Servicio de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS), el análogo ruso de SWIFT, que facilita operaciones bancarias en el país y entre Rusia y China.

En 2016, Rusia salvó al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y le advirtió de un intento de golpe militar. Este hecho facilitó la puesta en marcha en 2020 del Turkish Stream, el gasoducto que une a Rusia con Turquía y que tiene una capacidad de 63.000 millones de metros cúbicos de gas al año, que es más de lo que Rusia bombea a Occidente a través del gasoducto de Ucrania.

Los cargamentos de petróleo ya comprometidos de Rusia que no encuentran compradores en Europa están siendo adquiridos por la India. Las transacciones de petróleo en rupias, renminbis chinos, rublos rusos y riyales saudíes representan un golpe al petrodólar norteamericano.

Entonces, desde el punto de vista financiero, una posible pérdida del mercado europeo debido a las sanciones que los europeos han aceptado sumisamente no produciría un colapso económico en Rusia, como lo estaba esperando Washington. Más bien, EEUU hasta ahora no puede encontrar reemplazo a los 178.550 barriles diarios de petróleo que importaba de Rusia. A la vez, Alemania podría sustituir el gas ruso por el gas norteamericano licuado (GLP, a un precio mucho mayor) no antes de 2025, cuando terminaría la construcción proyectada de dos terminales para GLP.

Todo esto indica que la operación especial que inició Rusia en Ucrania bajo la consigna de destrucción constructiva fue bien concebida y representaba la única alternativa para Moscú de frustrar los planes antirrusos de Occidente utilizando a Kiev.

Para muchos observadores occidentales el avance militar ruso es bastante lento, pero hay que tomar en cuenta los esfuerzos de los militares rusos que, a diferencia de EEUU quienes destruyen todo a su paso cuando bombardean, los rusos quieren evitar las víctimas civiles, respetar a los militares que se rinden durante la operación además de no causar daños innecesarios en las ciudades. Y sus blancos son exclusivamente militares, lo vemos pese a que los medios occidentales lo ocultan. Ocultan cómo las Fuerzas Armadas rusas evitan involucrarse en batallas callejeras y la ayuda que brindan a los habitantes de poblaciones liberadas del nazismo.

Ya prácticamente no existe nada que detenga a Rusia en este proceso de desnazificación y desmilitarización de Ucrania, ni las amenazas de Joe Biden y de su OTAN, ni las más de 500 sanciones impuestas por Washington y Bruselas, ni la bomba atómica sucia anunciada por el presidente rusófobo ucraniano Volodímir Zelenski, ni las armas biológicas desarrolladas en 30 laboratorios norteamericanos en Ucrania.

En realidad, esta operación iniciada por el Kremlin no está dirigida exclusivamente contra Ucrania -un país que fue elegido simplemente por los estrategas norteamericanos como un punto inicial para la descomposición de Rusia-, sino contra el orden mundial globalizado impuesto por EEUU.

Ucrania, que siempre ha sido considerada por los estrategas occidentales como la puerta de entrada a Rusia, se convirtió en una pieza de ajedrez geopolítico de Washington. País que durante unos 20 años estaba transformando su nacionalismo, que tiene un largo historial en ucronazismo basado en postulados de un colaborador nazi durante la Segunda Guerra Mundial llamado Stepán Bandera, represor sin piedad de judíos, rusos, polacos y de los mismos ucranianos que se oponían al nazismo, y en el neonazismo europeo que en los últimos años ha empezado a levantar cabeza.

Después del Maidán en 2014, tomó fuerza la glorificación del nazismo inducida por Washington y apoyada por las élites nacionales. Se crearon batallones neo nazis como Azov, Donbás, Batkivshcina, la Unidad Tornado y se adoptó en estas formaciones el saludo nazi. Sus miembros en su mayoría son antisemitas (siendo judío el presidente de Ucrania), homofóbicos, misóginos, supremacistas blancos y sobre todo, antirrusos.

Según la periodista Lora Logan, todos estos batallones fueron creados, armados y entrenados por la CIA y financiados por EEUU y los países de la OTAN. Son estos matones los que ofrecen mayor resistencia a las tropas rusas, especialmente en las grandes ciudades donde están concentrados mayormente, utilizando la táctica de los yihadistas del Estado Islámico que usan a la población civil como escudos humanos, montando sus cuarteles en escuelas y jardines infantiles y ubicando su armamento entre los edificios de viviendas, lo que obstaculiza el avance de las tropas rusas y las de Lugansk y Donetsk. No obstante, todo es cuestión de tiempo y no hay duda de que se cumplirán las metas rusas respecto a la desmlitarización de Ucrania.

La siguiente tarea de desnazificación va a ser más complicada porque el fascismo ucraniano se ha arraigado profundamente durante los últimos ocho años en la sociedad debido a su influencia en el proceso de educación y al día tras día desinformación y zombificación de un gran sector de la población, privándoles de la verdad por la campaña bien orquestada de los medios de comunicación, igual como ahora está sucediendo en EEUU y en la Unión Europea.

El uso del neonazismo y la rusofobia por Norteamérica y sus seguidores de la OTAN para lograr sus fines estratégicos constituye un peligro latente para la humanidad. Ya es hora que el mundo recobre el sentido común y abra sus ojos para darse cuenta de los planes de este 1% de los más ricos y poderosos que están dispuestos inclusive a usar el neonazismo para seguir dominando el planeta. Y referente a Rusia, Biden y sus marionetas de la OTAN deberían seguir el consejo de Otto von Bismarck, que aseguró que "el secreto de la política consiste en la amistad con Rusia".

Sputnik / La Haine

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD/DISCLAIMER
El contenido de este/estos articulos y publicaciones no necesariamente expresan la opinión de Nelson Eduardo Gutiérrez.
The content of this / these articles and publications does not necessarily express the opinion of Nelson Eudardo Gutiérrez.
 

lunes, 7 de marzo de 2022

De Napoleón a Leningrado, los occidentales desconocen Rusia

 

blogs.publico.es

Augusto Zamora R.

Imagen de archivo. Putin visita el Museo de la Victoria.- Kremlin / dpa

El Gran Emperador, harto de la ‘desobediencia’ de Alejandro I, Zar de Todas las Rusias, en su guerra con el Imperio Británico, decidió cortar por lo sano. Dentro de su prepotencia como amo de la Europa Occidental, organizó un ejército de 690.000 soldados, reclutados en media Europa (España incluida) para invadir Rusia. Los números le cuadraban. Rusia era, entonces, una gran potencia, pero pobre en recursos, atrasada y sin aliados en Europa, es decir, sería incapaz de resistir el brío y empuje de la Grande Armée, un ejército descomunal, invencible hasta entonces y el más fogueado y armado de la península euroasiática. Seguro de su victoria, pues los números no mentían, Napoleón invadió el Imperio Ruso. Su contraparte oficial era lo opuesto a él.

El general y príncipe Mijáil Kutúzov era un hombre mayor, sobre todo para su época (67 años), y tuerto, por enfermedad. Consciente de la superioridad francesa, Kutúzov evitó el enfrentamiento directo. Diseñó una estrategia de tierra quemada y repliegue que resultó mortal para el invasor francés. En la célebre batalla de Borodinó (inmortalizada por Tchaikosvky en su Obertura de 1812, y por Tolstoi en Guerra y paz). Se enfrentaron 300.000 soldados casi en partes iguales. La Grande Armée sufrió 28.000 bajas por 44.000 los rusos. Kutúzov no ganó, pero ganó. No ganó en lo táctico; ganó en lo estratégico. Golpeada militarmente, privada de suministros, mermada por el hambre y las enfermedades, falta de municiones, la Grande Armée se vio obligada a iniciar una de las más trágicas retiradas de la historia, hostigada duramente por el ejército ruso. En la batalla de Maloyaroslávets, Kutúzov asestó el golpe definitivo. Regresaron apenas 30.000 soldados. Clausewitz dijo de él, refiriéndose a su estrategia contra Napoleón: "Estos esfuerzos le otorgan la mayor gloria al príncipe Kutúzov". Napoleón nunca se repondrá de la descomunal derrota. Al final, los números fueron eso, números.

Siglo y pico después, otro occidental llamado Adolph Hitler hizo cálculos similares a los de Napoleón. Calculó que su ejército de cuatro millones de soldados, fogueados y armados hasta los dientes, podría conquistar en cuatro meses la Unión Soviética, el país heredero del Imperio Ruso que Lenin había transformado en república socialista. La "Operación Barbarroja", iniciada en junio de 1941, siguió, casi exactamente, el mismo camino que la Grande Armée, aunque se prolongara más en el tiempo. Casi dos tercios de los ejércitos nazis fueron destruidos por el Ejército Rojo. Aquello significó el fin del delirio de los Mil años del Reich y el asalto de Berlín por las tropas del mariscal de la Unión Soviética y general Gueorgui Zúkov, el gran artífice de la derrota nazi. Detrás de aquellas terminales derrotas estuvieron dos elementos. Uno, la prepotencia sobre la propia capacidad frente a la de Rusia. Dos, el menosprecio a la capacidad de lucha, resistencia e inteligencia de Rusia y de los militares rusos. De Kutúzov a Zúkov.

Hay otro episodio. El asalto a Leningrado. Ante su fracaso, Hitler decidió imponer el sitio atroz de la ciudad fundada por Pedro el Grande, llamada originalmente Petrogrado. Hitler reunió a un grupo selecto de personajes para diseñar una estrategia brutal para rendir Leningrado por hambre. Bloqueada por los nazis por todas partes, salgo el pequeño lago Ladoga, era imposible enviar provisiones suficientes para los habitantes de la ciudad sitiada. El sitio produjo una de las mayores tragedias humanas de un conflicto lleno de ellas. Casi un millón de personas falleció de hambre en Leningrado. Un millón. Pero Leningrado no se rindió y resistió el sitio nazi que duró 872 días.

Ver a los gobiernos del gallinero europeo siguiendo las órdenes de sus jefes gringos, diseñando con placer perverso e infinito -que envidiarían los asesores de Hitler- las sanciones comerciales, económicas y financieras contra Rusia, buscando con goce perverso de qué manera se puede provocar el mayor y más doloroso daño posible, no es muy diferente de la estrategia nazi de rendir Leningrado por hambre. A fin de cuentas, antaño y hogaño, los dos equipos de tecnócratas hacían lo mismo: hurgar en todos los resquicios para ver dónde, cómo y de qué forma se podía destruir a Rusia y su espíritu de resistencia, para que los sitiados, en su desesperación extrema, rindieran Leningrado.

En el patológico y demencial delirio de aniquilar todo lo ruso en este Occidente dizque ‘civilizado’, se ha llegado a niveles tan grotescos y absurdos como excluir a los gatos de origen ruso de concursos felinos; a prohibir que un árbol ruso compita como árbol europeo del año; a despedir al director de una orquesta sinfónica por ser ruso; a prohibir un seminario sobre Dostoievski por ruso; a cancelar óperas en Moscú y a excluir a los deportistas rusos, incluidos los paralímpicos, de todos los torneos habidos y por haber. Si no salen a matar rusos en masa es porque no pueden. Hitler se les ha quedado corto.

Otras medidas dan para descojonarse de risa. Rolls Royce ya no venderá sus autos (¡aaarg!, con la cantidad que compraban los rusos). Ikea cierra (¡debacle! En Rusia la gente no tendrá en qué sentarse). Airbind los bloquea (uuuy, ya no saldrán a turistear a países del gallinero). Uber cierra (los taxistas rusos están de fiesta)… ¿Se da cuenta alguien del ridículo que están haciendo? Más bajo se puede caer, pero más idiota no. Superar a los occidentales en estos trances resultará absolutamente imposible. Pero, ojito, el gobierno francés ha dicho a sus empresas que no se den prisa en salir de Rusia. Danone y Leroy Merlin se quedan. Y Nestlé. Se quedan también Coca Cola y Burger King (los rusos están salvados). Apple dejó de vender sus teléfonos sólo un día...

Corea del Sur demandó a EEUU una carta de exención y sigue comerciando con Rusia al margen de todo. La ocasión es de oro para colocar automóviles, teléfonos, chips y etc., en Rusia, ocupando los espacios abandonados por las empresas del gallinero. India está en lo mismo, como China, Paquistán, Irán y los países del Golfo. Ningún país del Sudeste Asiático se ha sumado a las sanciones, salvo Japón y Singapur. Tampoco México, Brasil y Argentina. No se ha oído de ningún africano. Turquía tampoco. Ni Serbia. Pero el periodismo fecal que nos inunda dice que Rusia está aislada.

Las preguntas que nos hacemos desde este palco en la Luna son: ¿A dónde lleva esta espiral paranoica, abusiva, delirante, ridícula, contra Rusia y lo ruso? ¿Dónde, en qué sitio, quedaron las cuatro neuronas que poseen, de general, los políticos, cuando son medianamente inteligentes? (algo que no hay, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid). No sabemos qué nube tóxica inhalan los que impulsan esas políticas, porque, si creen que por esas vías rendirán a Rusia, les decimos que esperen sentados.

No inició Rusia operaciones militares en Ucrania porque a Putin, ese día, le sirvieron el desayuno equivocado y, para no despedir al cocinero, mandó los tanques a Ucrania. Sí, como chiste no es bueno, pero bastante peor es lo que chorrean, como tubería de aguas negras, todos los días, los medios de comunicación propiedad de oligarcas occidentales que, por ser occidentales, no son oligarcas, sino empresarios. Que sean dueños de casi todo –medios informativos incluidos- no importa si son occidentales. Y, en estos días, en el proceso de blanqueo de la miasma ucraniana, si, además, son ucranianos, menos aún. Porque en la Ucrania de fantasía que pintan los retretes informativos, Ucrania es una democracia perfecta, sin corruptos ni oligarcas. En esa fantasía, ya no son oligarcas y corruptos. Son adalides de la libertad, dignos de estatuas como la de Nueva York.

Rusia invadió Ucrania porque los gobiernos ucranios, desde 2014, declararon a Rusia el Estado enemigo. A partir de ese año, el ejército ucraniano fue ‘limpiado’ de oficiales formados en la Unión Soviética, por poco fiables y fue reformado de pies a cabeza. Para garantizar su objetivo de construir unas fuerzas armadas ultranacionalistas y neonazis, sus oficiales y soldados fueron reclutados entre las organizaciones nacionalistas y neofascistas ucranianas. La doctrina militar impartida en las academias ucranianas era un lavado de cerebro, dirigido por asesores estadounidenses y del gallinero, para crear una maquinaria de matar rusos, porque los rusos, decían y repetían, eran los enemigos mortales de Ucrania y Ucrania, con sus aliados de la OTAN, debía prepararse para su exterminio. Esa es la explicación de por qué, hoy, Rusia exige la desmilitarización y desnazificación de Ucrania. Porque nadie quiere dormir con una organización de asesinos al lado. Rusia no dejará Ucrania hasta desmantelar al ejército neonazi. También debe admitirse la soberanía de Rusia sobre Crimea. Esa península ha sido y seguirá siendo rusa y debe darse el reconocimiento mundial de un hecho irreversible.

La clase dominante ucrania, formada por oligarcas putrefactos y políticos corruptos, se creyó a pie justillas y a cerebro vaciado los cantos de cisne de los atlantistas. Que no tuvieran miedo ni respeto con Rusia, que buscaran joder a Rusia, que se declararan enemigos de Rusia, porque si Rusia intentaba algo contra ellos –contra ellos, no contra el pueblo de Ucrania, que ignoraba lo que estaban haciendo en su país-, allí estaría la OTAN para defenderlos y hacerle pagar a Rusia su osadía. Los muy pendejos se creyeron el cuento y así están ahora. Llorando porque la OTAN acuda en su auxilio y la OTAN les dice que tururú. Que meterse con Rusia es la tercera guerra mundial y que se las arreglen solos. Que, para cubrir las vergüenzas –más bien las desvergüenzas- les mandarán armas de desecho y mucha, mucha, alharaca desinformativa, pero que, en el campo de batalla, la carne de cañón la pone Ucrania. Así que, ¡ucranianos, los oligarcas putrefactos y los políticos corruptos los llamamos a las armas! ¡Deben acudir ustedes! (Porque nosotros tenemos nuestro capital fuera y ahora somos los héroes de la OTAN).

Puestos aquí, el gallinero atlantista tiene únicamente tres caminos. Escalar el conflicto y llevarnos a una guerra mundial. Enviar armas a Ucrania, con lo cual prolongarán semanas y meses, inútilmente, el sufrimiento de la población, pues ese armamento no infligirá daños mayores ni cambiará el rumbo de la guerra. O poner en un psiquiátrico a los chiflados que quieren sangre (la ajena, la propia no) y sentarse a negociar un acuerdo de seguridad integral con Rusia.

Putin ha calificado la postura del gallinero de "teatro del absurdo". Lo es. También ha avisado que "Si ellos [las autoridades ucranianas] continúan haciendo lo que hacen ponen en duda el futuro de la organización política de Ucrania", es decir, Ucrania puede esfumarse como país. Ahí están los botones. Uno verde, de paz. Otro rojo, de guerra (los del PP no pueden votar). Sobre rendir a Rusia por hambre, verán. Es la segunda mayor potencia energética del planeta, la primera exportadora mundial de trigo y la segunda de cereales. La producción cerealera de 2021 fue de 123 millones de toneladas, de las cuales 77 millones son de trigo. Además, exportaron 35.000 millones en productos agropecuarios (leche, aceites y grasas, carnes, pescados). En suma, que padecerán de algunas limitaciones, pero en temas agroalimentarios están más que bien servidos.

En este panorama, de enfrentar la OTAN a una superpotencia nuclear, superpotencia agroalimentaria, superpotencia energética y superpotencia espacial, ¿qué van a hacer? Fuera de ese teatro del absurdo en que se han instalado sólo queda declarar la guerra total (nuclear) o, sencillamente, sentarse a negociar y aceptar las condiciones de Rusia. Cualquier cosa que se diga en contrario es perverso uso de la población ucraniana para, únicamente, posponer lo inevitable, que es aceptar el marco de negociación de Rusia. Lo cierto es que la humanidad quiere la paz. La OTAN es el problema. Un grave problema. Y no lo olviden. No se rindió Leningrado. No se rendirá Rusia. No se rendirá.


LEER MAS:
 TOMADO DE:
PUBLICO ESPAÑA

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD/DISCLAIMER
El contenido de este/estos articulos y publicaciones no necesariamente expresan la opinión de Nelson Eduardo Gutiérrez.
The content of this / these articles and publications does not necessarily express the opinion of Nelson Eudardo Gutiérrez.

 

miércoles, 2 de marzo de 2022

Conflicto Rusia - Ucrania: una segunda mirada | Opinión

TOMADO DE: 

pagina12.com.ar

Atilio A. Boron

(Fuente: AFP)
. Imagen: AFP

A medida que se extiende la ocupación rusa en Ucrania –y digo “ocupación” para usar el término aplicado a las invasiones que cuentan con la bendición de los poderes establecidos: ocupación de Irak, de Libia, de Siria, de los territorios palestinos, etcétera- se multiplican los interrogantes sobre la naturaleza y significado de esta operación. De partida se impone desechar por completo las supuestas “verdades” y “evidencias” aportadas por la prensa occidental desde sus naves insignias en Estados Unidos y Europa porque lo que difunden esos medios es una descarada propaganda. Claro, desde un punto de vista estrictamente militar es cierto que Rusia “invadió” a Ucrania. Pero como “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, recordaba von Clausewitz, ese despliegue militar debe ser calificado e interpretado en función de las premisas políticas que le otorgan su sentido. Esto es lo que trataremos de hacer a continuación.

  • Seguí leyendo:

Y esas premisas son muy claras: Rusia adoptó esta medida excepcional, y que en abstracto merece una condena, como respuesta a treinta años de ataques iniciados tras el derrumbe de la Unión Soviética. Hace ya un tiempo que Vladimir Putin con su habitual contundencia le dijo a los líderes occidentales: “ustedes no se contentaron con derrotar a Rusia en la Guerra Fría. Ustedes la humillaron”. La lucha política (y militar) no es un ejercicio abstracto o un concurso de gestos o frases retóricas. Por eso lo que en un cómodo plano de la intelección las cosas se presentan con una claridad absoluta y sin fisuras en la fragorosa lucha en el barro y sangre de la historia la “invasión” de marras aparece con un significado completamente distinto: como la reacción defensiva ante un hostigamiento interminable e injustificado. 

Una vez desintegrada la URSS Rusia disolvió el Pacto de Varsovia, estableció un régimen político al estilo de las democracias europeas, restauró con métodos mafiosos un capitalismo profundamente oligárquico, abrió su economía a los capitales extranjeros e incluso jugó con la idea de incorporarse a la OTAN. Sin embargo, pese a todo ese esfuerzo de adaptación al consenso ideológico-político occidental Rusia igual siguió siendo considerada como un actor aberrante en el sistema internacional, al igual que en los tiempos soviéticos, como una enemiga de la cual hay que protegerse y, al mismo tiempo, evitar que se proteja porque si la seguridad internacional es algo no negociable para Estados Unidos y sus aliados europeos tal privilegio no se le reconoce a Rusia.

La operación militar lanzada contra Ucrania es la consecuencia lógica de una injusta situación política, o el punto final ante lo que Boaventura de Sousa Santos diagnosticara como “la absoluta ineptitud de los líderes occidentales” para darse cuenta que no hay ni habrá seguridad europea si ésta no se garantiza también para Rusia. Ineptitud de un liderazgo europeo merecedor también de otros calificativos: miopes, corruptos, ignorantes y sumisos hasta la ignominia frente al hegemonismo estadounidense que no dudará en librar nuevas guerras en Europa o en su antejardín del Oriente Medio cuantas veces convenga a sus intereses.  

Esta falencia a nivel de liderazgo los ha llevado primero a despreciar o subestimar a Rusia (expresando una difusa rusofobia que no pasa desapercibida para muchos rusos) y después a demonizar a Putin, proceso en el cual Joe Biden llegó a excesos inimaginables en el campo de la diplomacia. En efecto, en plena campaña electoral y para demostrar su actitud dialoguista lo caracterizó como el jefe de una “cleptocracia autoritaria”. En una nota publicada poco después del golpe de estado del 2014 Henry Kissinger, criminal de guerra pero a diferencia de Biden profundo conocedor de las realidades internacionales, escribió en cambio que “Putin es un estratega serio, en línea con las premisas de la historia rusa” pese a lo cual en Occidente ha sido objeto de una sistemática subestimación. Y remata su razonamiento diciendo que “para Occidente, la demonización de Vladimir Putin no es una política; es una coartada para cubrir la ausencia de una política.” En ese mismo artículo, altamente recomendable para la izquierda posmoderna cada día más confundida, tanto en Latinoamérica como en Europa, el ex Secretario de Estado de Nixon aporta una reflexión necesaria para comprender la excepcionalidad de la crisis ucraniana. 

Es que para los rusos “Ucrania nunca podrá ser un país extranjero. La historia de Rusia comienza en lo que se conoce como Kievan-Rus”. Y es por esto que aún tan agrios disidentes del sistema soviético como Alexander Solzhenitsyn y Josep Brodsky “insistían en señalar que Ucrania era una parte integral de la historia rusa, y por lo tanto de Rusia.” Ninguno de los líderes de Occidente parecen tener la menor idea de este legado histórico, decisivo para comprender que Putin haya trazado la “línea roja” de la OTAN precisamente en Ucrania.

Estas referencias, que parecen alentar una actitud escapista o negacionista ante el horror del momento actual son imprescindibles para comprender el conflicto y, eventualmente, resolverlo. Por eso conviene leer lo que en 2014 escribiera un internacionalista estadounidense, John Mearsheimer, cuando Washington montó en conjunción con las bandas nazis el golpe de estado que derrocó al legítimo gobierno de Víktor Yanukóvich. En ese artículo el profesor de la universidad de Chicago dijo que la crisis ucraniana y la recuperación de Crimea realizada por Putin es “culpa de Occidente”, de su torpe manejo de las relaciones con Moscú.

 Añadía también que cualquier presidente de Estados Unidos habría reaccionado con violencia si una potencia como Rusia hubiera precipitado un golpe de estado en un país fronterizo, digamos México, depuesto a un gobierno amigo de Washington e instalado en su lugar a un régimen profundamente anti-americano. (Why the Ukraine crisis is the West fault”, en Foreign Affairs, Vol. 93, Nº 5, Septiembre-Octubre 2014). 

 En suma: las apariencias no siempre revelan la esencia de las cosas, y lo que a primera vista parece ser una cosa –una invasión- mirada desde otra perspectiva y teniendo en cuenta los datos del contexto puede ser algo completamente distinto.


LEER ORIGINAL
https://www.pagina12.com.ar/404466-conflicto-rusia-ucrania-una-segunda-mirada