O cuando los crudos hechos desmienten a un ministro (neo)
liberal
Autor: William Yohai
18 de junio de 2012
Transcribimos más abajo un fragmento de una larga entrevista
que Pablo Mestre (1) le realizó días atrás al Ministro de Ganadería Agricultura
y Pesca Tabaré Aguerre.
“-Tema polémico el de la exportación en pie...
-Desde el primer día la exportación de ganado en pie ha
estado habilitada. Nunca se ha exportado tanto ganado en pie en este país como
desde el 1º de marzo de 2010 para acá.
-Y vaya si ha sido favorable al mercado…
-Yo no creo que haya mejores cosas para el mercado que la
gente tenga opciones donde vender. Más allá que también si uno lo mira
globalmente desde el punto de vista de la industria frigorífica, de las fuentes
de empleo, no se piensa así. Hoy Uruguay tiene una capacidad instalada de faena
para 3 millones de animales y está faenando 2,2 millones. La única manera que
llegue a 3 millones de ganado faenado es que se produzcan 3,2 o 3,3 millones de
terneros. Y para que los terneros se produzcan, quienes toman las decisiones de
entorar, destetar y cuidar son los productores. Si los terneros no valen, vamos
a seguir teniendo 2,2 o 2,3 millones. O sea que para que haya más terneros que
se transformen en novillos el primer eslabón de la cadena debe sentir que tiene
libertad. Y por eso hemos mantenido la exportación de ganado en pie (salvo en
diciembre de 2010 por una controversia por exigencias de Turquía).
-¿Por qué se demoran los permisos?
-Se entregan con determinada cadencia. ¿Qué es un permiso?
Es una habilitación. Cuando Uruguay exporta un barco de terneros para el destino
que fuera, son animales vivos que salen del país y llegan a un lugar determinado
y si llegan enfermos, es el país el que queda mal. Y todo el mundo valora la
seriedad y trasparencia con que Uruguay maneja esos temas. Ahí aparece la
priorización cuando los recursos son escasos. Yo priorizo la sanidad, mantener
abiertos todos los mercados que tengo, que se haga un buen control de ruta de
vacunación. Eso determina que haya períodos en el año donde los 64 veterinarios
que tengo para cubrir el país (en el presupuesto son 36 más que no han entrado
todavía) están a full. En esta rendición de cuentas estoy tratando de priorizar
el rubro sanitario, porque si se cae, se le cae el rubro cárnico y el rubro
lácteo. Porque la mayoría de los uruguayos desconoce la importancia que tiene el
rubro agropecuario en la economía nacional. Buena parte de los buenos índices de
desempeño económico que Uruguay tiene están asociados a la actividad económica
agropecuaria”.
Sólo la primera frase resume, como tal vez no lo podrían hacer
varios libros de análisis económicos la esencia de este gobierno. Cuando,
suponemos que con conocimiento de causa dice:
“Nunca se ha exportado tanto ganado en pie en este país
como desde el 1º de marzo de 2010 para acá”
Nos está sintetizando una política económica en una sola frase.
Brillante, Sr. Ministro, Brillante.
Y el segundo párrafo ahonda en su pensamiento: está clarísimo;
el país tiene un problema, demasiado poco ganado para la capacidad instalada en
la industria frigorífica. Se precisa llegar a producir 3,2 millones de terneros
al año. Y sólo se producen 2,2 millones. Entonces, afirma el Ministro, démosle
al “mercado”, dios todopoderoso si los hay, señales: el que produzca terneros
podrá exportarlos libremente. No importa demasiado si, también de acuerdo al
Ministro “Más allá que también si uno lo mira globalmente desde el punto
de vista de la industria frigorífica, de las fuentes de empleo, no se piensa
así”. Total, lo que se pierde ahora se recuperará en el ¿largo
plazo?, cuando las “expectativas racionales de los agentes” (frase típica de los
textos de economía que predominan hoy en el ambiente académico) hagan aumentar
en un 50% la producción de terneros. Los trabajadores en seguro de paro o
despedidos, las compras en plaza de insumos que los frigoríficos realizan, los
aportes a la seguridad social, o sea, los innumerables aportes que una industria
realiza al tejido económico se pierden ahora pero se recuperarán algún
día…
Ante las “señales de precios” los criadores, o sea, los
empresarios en su mayoría terratenientes que integran el sector invertirán más
para producir más terneros…¿o no?
Porque en otro artículo muy interesante el
periodista especializado en temas económicos que escribe para El
País Jorge Rebella (2) entrevista a un operador clave,
quien afirma lo siguiente: “La industria cárnica tiene hoy capacidad
suficiente para faenar 3,5 millones de cabezas anuales, o sea 1,5 millones por
encima de los niveles actuales. Esto genera, entre otros efectos, una fuerte
desocupación en el sector que queda encubierta por la gran demanda de mano de
obra en la construcción, sostuvo Daniel Belerati, director ejecutivo de
la Cámara de la Industria Frigorífica. A
continuación un resumen de la entrevista.
-¿Cómo evalúa la situación de la industria frigorífica a
fines del primer semestre de 2012?
-La actividad del sector se viene resintiendo en forma
sistemática desde 2006 cuando se faenaron 2.588.000 cabezas. En 2011 la faena
sufrió una caída del 22% en un período de cinco años y va a caer aún más vistos
los registros de los primeros cinco meses del año.
-¿Cuáles son sus proyecciones de faena de vacunos, volumen
de exportaciones de carne vacuna y el precio promedio de la tonelada exportada
para este año?
-El número de cabezas faenadas va a descender de
2.011.000 registrado el año pasado a unos 1,9 millones, o sea una baja del 5%
aproximadamente. A su vez, las exportaciones podrían sumar unas 310.000
toneladas (peso carcasa) en comparación con las 322.000 toneladas que se
colocaron en 2011. El precio promedio de exportación va a estar en el entorno de
US$ 3.750 la tonelada, o sea un 3%-4% por debajo del año anterior.
-¿Cómo se explican esas perspectivas poco auspiciosas del
sector cuando los precios internacionales de la carne subieron progresivamente
desde 2004 hasta noviembre de 2011, salvo un breve descenso experimentado por la
crisis global de 2008-2009?
-Por cierto, ese mayor valor de las exportaciones de carne
lleva a pensar, tanto al público como a los gobernantes, que la actividad de la
industria frigorífica es floreciente cuando, en realidad, está enfrentando
serios problemas.
-¿Qué dificultades afectan a la industria cárnica?
-Quizás el problema más grave es la creciente capacidad
ociosa del sector. Luego de la inauguración del frigorífico Breeders &
Packers en Durazno y la importante ampliación de FrigoYí en el mismo
departamento, la industria cárnica hoy tiene capacidad suficiente para faenar
3,5 millones de cabezas anuales, o sea 1,5 millones por encima de los niveles
actuales. En consecuencia, hay una fuerte desocupación en los frigoríficos que
mantienen alrededor de 2.000 trabajadores en el seguro de paro durante todo el
año y que envían un gran número de trabajadores adicionales al seguro de paro
parcial en post-zafra. De alguna manera, esta situación queda encubierta por la
gran demanda actual de mano de obra en la construcción.
-¿Sigue siendo rentable la industria frigorífica en las
actuales circunstancias?
-Su rentabilidad está muy comprometida porque los costos
uruguayos se han desalineado con respecto al resto del Mercosur. La fuerte
depreciación del real frente al dólar registrada desde fines de abril ha
profundizado el desfasaje con relación a Brasil, que es nuestro principal
competidor y que también se ha vuelto un cliente muy importante de cortes
vacunos en años recientes debido a la mejora del poder adquisitivo de su
población. Eso ha llevado a que, por primera vez en los últimos cuatro años, el
precio de la carne brasileña esté sensiblemente por debajo de la uruguaya.
Además, existe una gran oferta de ganado antes de la post-zafra de Brasil que
complica aún más nuestras exportaciones cárnicas.
-¿Cuándo prevé que se revierta está situación
coyunturalmente desfavorable para Uruguay?
-No es fácil vislumbrar una mejora porque uno de los
principales inconvenientes, que es la escasez de oferta de materia prima, no
parece tener solución a mediano plazo. Por algún tiempo se dijo que los precios
que se pagaban por el ganado de cría eran la causa de que Uruguay tuviera un
nivel tan bajo de procreo. Pero ya ha quedado demostrado que no es cierto.
Después de la gran sequía de 2008-2009 -con la que se ha justificado en parte el
descenso de la faena a dos millones de cabezas- no se han visto índices de
procreo razonables en relación a la suba de los precios de los terneros. Por
ejemplo, luego de más de tres años de incrementos permanentes, se llegó a pagar
en el segundo semestre de 2011 y en los primeros meses de este año, más de US$ 3
el kilo en pie de terneros y novillitos de "sobre año". Sin embargo, no hay
perspectivas de que esa señal del mercado haya incidido para que se alcancen
niveles del 80% de nacimientos sobre las vacas de cría, ya que se siguen
registrando tasas históricamente bajas del orden del 62%-63%.
O sea, nada más ni nada menos que un capitoste de la industria
frigorífica, difícilmente un “economista de izquierda” o cosa parecida afirma
que las “señales del mercado” han fracasado en su objetivo, en este caso, de
aumentar la producción de terneros. A pesar de ganar plata como nunca, los
medianos y grandes criadores (la realidad de los pequeños es siempre más
matizada ya que las escalas de producción inciden mucho en la rentabilidad) no
han mejorado los índices productivos. Tres años de precios crecientes no han
bastado para ello ¿cuántos harían falta?
A todo esto dos cosas nos llaman la atención: 1) lo moderado de
la protesta de los sindicalistas. Apenas algunas entrevistas de los dirigentes
de FOICA (federación de obreros de la industria de la carne). Que sepamos ni
paros ni huelgas. Ni demandas claras de cesar la exportación de ganado en pie de
una vez y para siempre. ¿razones? Sería un tema para otro trabajo. 2) la
moderada, casi diríamos nula reacción de la industria. Y en este caso las
razones están claras. Por un lado la ideología neoliberal que manda en los
sectores empresariales. Por otro, sabemos que algunos, por lo menos, dueños de
frigoríficos son también exportadores de ganado en pie. Ganan de una forma y
ganan de la otra. Esto refiere a los frigoríficos en manos de empresarios
nacionales. En el caso de los trasnacionales, pasa lo mismo. Si el ganado no se
faena acá lo faenarán en otro lado. Y la exportación libre de ganado en pie les
sirve siempre.
Pero falta responder una gran pregunta, la esencial: ¿porqué
los terratenientes ganaderos de cría, o los que hacen “ciclo completo”, o sea,
invernada y cría, no mejoran sus índices productivos?
Una serie de datos de los últimos años puede resultar
ilustrativa: El cuadro de más abajo (3) detalla el monto de los arrendamientos
promedio los últimos 11 años.
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006
2007 2008 2009 2010 2011
Superficie (miles
ha/año) 415
407 476 561
574 536 540
826 1.116
727 1.105
910
Precio medio (U$S/ha/año)
28 26
24 29
37 38
47 60
124 101
128
152
O sea, la rentabilidad del sector agropecuario en conjunto,
basándonos para estimarla en la parte que corresponde a renta pura de la tierra
ha crecido, expresada en dólares corrientes desde 28 hasta 152 en los 11 años
desde 2000 a 2011. O, lo que es lo mismo un 483% en el período.
Anualizado dicho crecimiento significa un 40% anual. Si bien el dato promedio
refiere al conjunto de campos que se arriendan para distintos usos (agricultura
de secano, arroz, lechería, ganadería), no cabe duda que a los criadores les
está yendo bien. ¿para qué, entonces “complicarla” invirtiendo para producir más
terneros? Se aplica entonces la vieja consigna: “no arregle lo que no está
roto”.
El único problema que lo que sí está roto es, precisamente, el
sistema de cría ganadera en el país. No desde el punto de vista de los
terratenientes empresarios. Estos ganan cada vez más plata. Porque, ojo, el tan
mentado aumento de costos, que es real, no alcanza ni de lejos para compensar el
aumento sostenido de los precios de venta del ternero. Pero todo parece indicar
que este hecho no ha bastado ni para aumentar la superficie de tierra dedicada a
este rubro ni la intensidad de dicha producción en capital y
trabajo.
Pero no deberíamos achacar la escasez de terneros sólo a la
pobre actuación de los ganaderos de cría. Seguramente un gran papel en esta
historia lo juega la desviación de los mejores campos ganaderos y agrícolas para
dos actividades también fuertemente promovidas por la política económica y los
mercados internacionales: la agricultura fundamentalmente sojera y la
forestación.
El tema de la “rentabilidad” lo
concebimos aquí como cantidad de dólares corrientes que genera para el
propietario una hectárea de tierra. Es común, cuando se manifiestan los
interesados, a saber, los terratenientes, hablar de la rentabilidad en relación
a la “inversión”. Y toman como base para cuantificar ésta el precio de la
hectárea de tierra. Olvidando que es patente el hecho de que el precio de la
tierra depende de su renta, y no a la inversa. Y, por supuesto, dejando de lado
el “pequeño detalle” de que dicho “perjuicio”, o sea, la supuesta “baja
rentabilidad” es, en este caso fruto directo del enorme beneficio que se deriva
del aumento de precio de sus campos.
La “rentabilidad” así definida no es otra cosa que la que se
obtiene por el capital en un país dado en un momento dado, ajustada por las
particularidades de la inversión en tierra, mencionando, entre otras, seguridad,
baja liquidez, etc.
Es perfectamente lógico que, en un entorno internacional en que
los intereses de las colocaciones financieras consideradas más seguras, por
ejemplo bonos del tesoro de países como Alemania o los EEUU estén en niveles
históricamente bajos, de hecho negativos en términos reales, la “rentabilidad”,
o sea, la renta de la tierra en relación al precio de ésta sea también baja.
Esto se disocia, necesariamente, de la ganancia empresarial que genera la
explotación directa de la tierra.
El arrendatario deberá, por un lado, pagar la renta del
propietario, y por otro generar una utilidad que justifique sus dos grandes
rubros de inversión: el compromiso de pagar una renta por un plazo dado y la
inversión necesaria (maquinaria, ganado, fuerza de trabajo, etc.) necesarias
para poner en marcha una explotación agropecuaria en un campo
arrendado.
En síntesis, la manganeta argumental de los terratenientes es
que su “rentabilidad” es baja en relación al “capital invertido” o sea el precio
de sus campos en el mercado de tierras hoy. Pero, aún desde un punto de vista
estrictamente capitalista esta argumentación es falsa. Comprar un campo no es
“invertir”. Es, simplemente, cambiar de propietario un recurso, bien o activo ya
existente. Y, por supuesto, saliendo un poco nomás de la lógica capitalista más
estricta, los derechos del terrateniente no son más que el precio que dicha
clase hace pagar al conjunto de la sociedad por el hecho de haberse apropiado en
régimen de oligopolio de un recurso natural que debería ser un bien
común, o sea, propiedad del conjunto de ésta.
Un párrafo aparte merece la hermosa adecuación a la realidad
económica que parece mostrar hoy el crecimiento de la capacidad frigorífica
instalada en relación a la producción ganadera. Pero aquí, además de las
excelsas virtudes del mercado para asignar recursos está presente la política
económica neoliberal de los últimos años. Estamos convencidos que la
desgravación impositiva que generó la reforma de dicho sistema en 2007, que
entre otras cosas cambiaba la tasa del IRIC (que pasó a llamarse IRAE)
rebajándola de 30% a 25% cuando las ganancias se destinaran a inversión promovió
dicho aumento de la capacidad, no justificado al no acompañarse de una política
que generara al mismo tiempo más producción ganadera. O sea, se regalaron
recursos fiscales (por la vía mencionada pero, además, seguramente por otras
vinculadas a la ley de inversiones) que se usaron para generar una capacidad
productiva que no podría ser utilizada.
Como siempre, carencia de cualquier sentido de la
planificación, palabra maldita para nuestra conducción política y económica
nacional.
De todas formas, ¿para que preocuparse? Lo que el mercado rompe
el mismo mercado lo “arregla”. El proceso se denomina “destrucción
creativa”. Habrá, pues, en el futuro muchos trabajadores de la industria
desocupados y varias plantas industriales novísimas pudriéndose por ahí. Y los
sagrados principios económicos fundamentales del capitalismo estarán
completamente a salvo.
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