Información para nabos (6), y eso que "Cuba está en la ruina" (Mujica) Vea las otras 5 en: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
Publicado por aucalatinoamericano
La
Habana, Cuba. Pese a su posición geográfica y a las complejidades del
fenómeno del narcotráfico, la voluntad política de sus autoridades y la
participación popular convierten a Cuba en un país que no es productor,
tránsito, almacén ni gran consumidor de drogas.
Se trata de una isla larga y estrecha, de 123 mil kilómetros
cuadrados de mar territorial y 5 mil 746 kilómetros de línea costera,
ubicada en una región donde por la vía marítima mes tras mes transitan
decenas de toneladas de cocaína y mariguana.
Además, está enclavada en el Golfo de México, al Norte de los
productores de narcóticos y al Sur de Estados Unidos, por mucho el
principal destino de sustancias ilícitas a nivel mundial.
No son ésas las únicas amenazas en un mundo en el cual, según el más
reciente informe de la Junta Internacional de Fiscalización de
Estupefacientes (entidad de la Organización de las Naciones Unidas),
aproximadamente 210 millones de personas entre los 15 y 64 años de edad
consumieron drogas en 2011, lo que representa alrededor del 5 por ciento
de la población adulta en el mundo.
También constituyen un reto los cada vez más difíciles de detectar
métodos de ocultar drogas, que van desde el empleo de submarinos hasta
la cocaína líquida o coloreada de negro, introducida en cavidades del
cuerpo o la integrada a objetos para burlar los controles de las fuerzas
de seguridad.
Para el secretario de la Comisión Nacional Antidrogas del Ministerio
de Justicia, Israel Ybarra, varios son los pilares que han permitido en
tan complejo escenario mantener alejado el flagelo del territorio
cubano.
Desde Sierra Maestra –donde soldados rebeldes perfilaron el triunfo
de la Revolución Cubana, en 1959–, fue claro el compromiso de enfrentar
el narcotráfico, a lo que se ha sumado, en las últimas décadas, el apoyo
de la ciudadanía y la consolidación de un sistema integral, enfocado en
la prevención y la lucha frontal, explica Ybarra.
También destacó, en declaraciones a la televisión local, el rol de la
Comisión Nacional Antidrogas, órgano creado en 1989 con el objetivo de
coordinar políticas, y que tiene entre sus integrantes a los ministerios
de Justicia, del Interior, Relaciones Exteriores, Salud y Educación,
así como a la Aduana General de la República y la Fiscalía, además del
apoyo de organizaciones civiles.
De acuerdo con el funcionario, otra fortaleza de la isla es su inserción en mecanismos multilaterales para combatir el flagelo.
Cuba es parte de las tres principales convenciones establecidas en el
mundo en materia antinarcóticos (datan de 1961, 1971 y 1988), y ha
suscrito en el nivel gubernamental 36 convenios con países de cuatro
continentes.
Ybarra menciona acuerdos y memorandos de entendimiento con Argentina,
Bahamas, Brasil, Cabo Verde, Canadá, Chile, Chipre, Ecuador, España,
Italia, Jamaica, Laos, México, Mongolia, Reino Unido, República
Dominicana, Tanzania, Turquía y Venezuela. Añade que “estamos en
trámites para materializar otros ocho instrumentos”.
Todos esos pasos –expone– han merecido el reconocimiento
internacional y la propuesta de considerar a Cuba como una referencia
regional en sus prácticas de combate al narcotráfico.
Los números y las tendencias
De acuerdo con el jefe de Enfrentamiento Antidrogas del Ministerio
del Interior, el coronel Domingo Ibáñez Álvarez, el principal peligro
para Cuba viene de su posición geográfica y de las corrientes marinas,
las cuales atraen hacia sus costas los recalos (paquetes con cocaína y
mariguana).
Los narcotraficantes bombardean desde aeronaves o lanzan desde buques
madre estupefacientes hacia las aguas del Caribe, con el objetivo de
que lanchas rápidas, yates o pesqueros los recojan y lleven a su
destino. A partir de esa situación, una gran cantidad de droga
corresponde a recalos recuperados por la acción combinada de tropas
guardafronteras y de la población organizada en los llamados
destacamentos mirando al mar.
En 2011, Cuba interceptó 9.1 toneladas de sustancias ilícitas, la más
grande cantidad en la última década, mientras que en los primeros meses
de 2012, los decomisos rondan los 500 kilogramos, explicó Ibáñez a la
televisión local. Informó que el año pasado se produjeron 399 recalos y
este año casi 40.
Personas de varias edades participan junto a los guardafronteras en
la detección de paquetes traídos por las corrientes, acciones
encaminadas a impedir la entrada de narcóticos a territorio nacional.
La efectividad de ese mecanismo provoca desabastecimiento en el de
por sí poco significativo mercado interno de sustancias ilegales, en el
que también constituyen fuentes de suministro la mariguana sembrada por
algunos particulares y la droga que ingresa por el canal aéreo.
A propósito de la situación interna, Ibáñez destaca la efectividad de
la Operación Coraza Popular, en la cual –como su nombre lo indica–
coordinan esfuerzos desde hace varios años en barrios y ciudades,
cuerpos de seguridad y los ciudadanos, quienes –enfatiza– poseen una
cultura generalizada de rechazo al tráfico y al consumo. Claros
indicadores del panorama actual en la isla, en cuanto al consumo
interno, son la ocupación de apenas 70 kilogramos de drogas, entre 2011 y
2012, y la existencia de altos precios, señal inequívoca de
desabastecimiento.
Respecto a la vía aérea, el coronel del Ministerio del Interior
divulgó la neutralización de 22 operaciones, en 2011, con 27 detenidos y
31.5 kilogramos de narcóticos decomisados, mientras que en 2012 han
sido frustradas 13 acciones, con 26 detenidos y 9 kilogramos
interceptados.
En la protección de las fronteras aéreas de Cuba juega un importante
papel la Aduana General de la República, órgano dotado de modernas
tecnologías de detección.
A diferencia de otros países, donde el objetivo fundamental es la
recaudación fiscal, la Aduana prioriza el enfrentamiento a actividades
ilícitas como el narcotráfico, subraya el teniente coronel William
Pérez, vicejefe de la institución.
De acuerdo con el funcionario, entre las actuales tendencias del
fenómeno en aeropuertos de la isla sobresalen el incremento de los casos
destinados al mercado interno y los intentos de introducir
estupefacientes desde Estados Unidos.
Ese panorama responde a la poca disponibilidad de drogas en el país,
porque en el pasado la mayoría de las operaciones fracasadas tenían que
ver con el objetivo de utilizar a Cuba como tránsito hacia los grandes
consumidores (Estados Unidos y Europa).
Pérez explica que en los últimos años ha sido creciente la
complejidad del modus operandi y las rutas utilizadas por los
delincuentes para tratar de burlar los controles.
Explica que “hemos interceptado varios casos de cocaína líquida,
droga ingestada u oculta en artículos que vienen en el equipaje de los
viajeros”.
A partir de esa situación, la Aduana –indicó en un programa
televisivo– emplea en los cruces de frontera modernas técnicas, como la
radiológica y el ionscan (equipo capaz de detectar rastros de sustancias
en el orden de los nanogramos y picogramos).
De acuerdo con el vicejefe de la Aduana, también destacan por su
efectividad las unidades cinófilas, integradas por guías y perros
entrenados para detectar cocaína, mariguana y heroína en buques,
aeronaves, cargas, personas y equipajes.
Estados Unidos, Cuba y la politización de la lucha antidrogas
Desde mediados de la década de 1980, y por decisión del entonces
presidente Ronald Reagan, el narcotráfico representa para Estados Unidos
un tema de seguridad nacional.
Posiciones unilaterales como la certificación antidrogas, informes
que evalúan al resto de las naciones con la óptica de Washington y
sanciones a países con políticas diferentes a las de la Casa Blanca,
marcan la actuación de sucesivas administraciones estadunidenses.
En el caso de Cuba, Estados Unidos no ha aceptado la firma de un
instrumento bilateral para coordinar acciones en la lucha contra el
narcotráfico, denuncia el secretario de la Comisión Nacional de Drogas,
Israel Ybarra.
Según el funcionario del Ministerio de Justicia en 2001, Cuba
presentó un proyecto de acuerdo, reiterado después en varias
oportunidades, que el gobierno estadunidense desconoce hasta el momento,
aunque recientemente el Departamento de Estado aseguró que lo estaba
estudiando.
La cooperación actual es caso a caso, a través de un oficial de
enlace del Servicio de Guardacostas radicado en la Oficina de Intereses,
pero debería ser más amplia, sobre todo en beneficio de Estados Unidos,
el mayor consumidor del mundo.
Por décadas la orientación política de los gobiernos ha influido en
las relaciones de Washington con la comunidad internacional en materia
antinarcóticos.
Naciones enroladas en procesos revolucionarios caracterizados por la
defensa de su soberanía y autodeterminación han sido acusadas desde la
Casa Blanca de una supuesta tolerancia y hasta complicidad con el
trasiego de estupefacientes.
Para muchos, Estados Unidos carece de moral para juzgar a otros en una cuestión tan delicada.
Los más altos índices a nivel mundial en consumo de drogas, muertes
por sobredosis, producción de mariguana genéticamente modificada y
participación de su sistema financiero en el blanqueo de capitales,
sugieren que la nación estadunidense debería ante todo mirar hacia
adentro.
Contra Cuba no han faltado las mentiras y acusaciones, aunque en su
más reciente informe sobre el narcotráfico, el Departamento de Estado
reconoce los esfuerzos y resultados de la isla caribeña.
Washington admite que el gobierno de La Habana no estimula ni
facilita la producción ilícita o la distribución de drogas, y aplica
severas sanciones a los narcotraficantes.
Además, señala la inexistencia en Cuba de grandes cultivos ilegales y
de un mercado de consumo, todo lo cual “evita que el narcotráfico tenga
un impacto significativo en la isla”.
En el informe, Estados Unidos también reconoce la propuesta cubana
de firmar un acuerdo bilateral antidrogas y lo provechoso de una mayor
cooperación regional.
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