Autor: William Yohai
19 de noviembre de 2013
Para enterarnos de acerca de las medidas que aparentemente plantea
aplicar el nuevo gabinete económico recién nombrado por Cristina Fernández al
asumir después de más de un mes de “licencia por enfermedad” tuvimos que
recurrir a Clarín[1].
Se sabe; el kirchnerismo, primero con Néstor y ahora con Cristina ha
dicho una y mil veces que no es socialista. No pretende serlo, como en cambio lo
afirma, en el colmo de la hipocresía, Tabaré Vázquez de este lado del
río.
Sin embargo, en los hechos, las reacciones que los medios de difusión
masivos, regidos casi completamente por la ideología capitalista neoliberal en
ambos países, tienen una reacción bien diferente ante las políticas económicas
de Argentina y Uruguay. Mientras la última es presentada como el súmmum de la
racionalidad, la seriedad y la corrección; la primera es presentada como todo lo
contrario, desprolija, irracional, de corto plazo, inconducente e incluso,
corrupta.
En esta línea nuestro serio y profesoral vicepresidente[2] se despacha contra las supuestas políticas (se nota que para informarse
sobre Argentina lee “Clarín” y no “Página 12”) que aplicaría el nuevo ministro de economía Axel
Kicillof: “La decisión de Argentina de establecer un tipo de cambio múltiple “va a
aumentar las dificultades", según dijo el vicepresidente Danilo
Astori.
"Las perspectivas no son buenas, hay un riesgo tremendo de distorsión
económica para Argentina porque el tipo de cambio múltiple es muy difícil de
manejar", aseguró Astori esta mañana en la disertación "Hacia dónde va Uruguay"
acerca de las perspectivas económicas del país.
Los efectos de esa medida para Uruguay "habrá que verlos en la práctica,
esta medida es contradictoria con el Mercosur", agregó el ex ministro de
Economía; "un proyecto de integración supone tener políticas económicas en
cada país con los mismos conceptos. Uruguay tiene un enfoque muy aperturista y
Argentina es el más proteccionista del Mercosur"”.
Hace pocos días Astori había cargado otra vez contra las políticas
económicas de Argentina, esta vez desde Fray Bentos. Esto no es nuevo. Cuando en
2003 Néstor Kirchner anunció la política argentina en relación a la
renegociación de la deuda pública, con quitas obligatorias para los bonistas del
entorno del 65% Astori criticó duramente aquella propuesta formulada en Doha. En
esto hay que reconocerle una consecuencia notable. Por supuesto, habiendo
transcurrido 10 años de aquellos pronósticos funestos acerca de los resultados
de aquel planteo, debería tener un mínimo de decencia y reconocer que le erró
por amplio margen. No lo hará. No está en su naturaleza soberbia y lo obligaría
a bajarse aunque fuera parcialmente de su postura económica neoliberal a
ultranza.
Pero ¿cuáles son, de acuerdo a la información que proporciona Clarín los
planes de Kicillof?“En las últimas semanas, la puja dentro del equipo
económico ha girado sobre cómo frenar la salida de dólares. El equipo encabezado por Hernán Lorenzino (con el aval de Amado
Boudou) propiciaba tomar deuda en el exterior. Kicillof, en cambio, venía insistiendo en mayores
restricciones que refinen y agudicen el cepo cambiario. En esa
línea, propició el tipo de cambio diferenciado. Esto es, un dólar para los exportadores, otro para los importadores,
otro para quienes quieran viajar al exterior.
El sistema de cambio diferenciado, se supone ahora, sería el as con que
Kicillof convenció en el desafío del momento a la Presidenta. El suele
presentar soluciones abarcativas a cualquier desafío que se le presenta. Aunque Aerolíneas sigue
deficitaria, en YPF lo corrieron, la Comisión de Energía que mandaría en el
rubro quedó casi en la nada.
Los especialistas dicen, sin embargo, que los programas de tipo de
cambio diferenciado pueden ser exitosos en el corto plazo. Pueden llegar
a generar fuertes ganancias al Estado en su primer año, por caso. Se revalúan
las reservas, lo que genera la posibilidad de girar más utilidades del Banco
Central al Tesoro. Se devalúa parcialmente la moneda, sin todo el impacto
inflacionario de esa medida. Se puede orientar el uso de las divisas
escasas.”
Tal lo que informa Clarín. O sea, mientras el anterior ministro proponía
comenzar a transitar el retorno a la ortodoxia económica, o sea, volver a los
“mercados voluntarios de capitales” o lo que es lo mismo, poner la economía
argentina completamente bajo la férula del capital financiero internacional,
parece que Kicillof llevará adelante una política de cambios múltiples. ¿Qué es
esto? Se trata, en Argentina, de legalizar lo que ya existe en forma
clandestina. Desde el momento que ese país adoptó medidas de control de
capitales y cambios (limitación para la salida y entrada de capital, obligación
a las empresas exportadoras de vender sus dólares al gobierno a un tipo de
cambio previamente fijado, etc.) se crearon las condiciones para el surgimiento
de un cambio negro, llamado eufemísticamente “blue” o “paralelo”. Nada nuevo
bajo el sol. Quienes hemos vivido algunos años conocemos estas cosas. El sistema
de cambios múltiples administra en forma pretendidamente ordenada estos tipos
diferentes de cambio. O sea; ya existen en Argentina tipos de cambio
múltiple. Cuando alguien necesita dólares para viajar el gobierno se los vende,
dentro de ciertos límites, al cambio oficial de alrededor de 6 pesos por dólar.
Igual sucede cuando una empresa importa mercadería. Si alguien quiere dólares
para fugarlos de la economía (ya sea poniéndolos debajo del colchón o
llevándolos en la valija del auto a Punta del Este) los adquiere en el mercado
“blue”, pero a un tipo de cambio cercano a los 10 pesos por dólar. ¿de dónde
vienen estos dólares “blue”? uno de los orígenes: los uruguayos que fueron
a Buenos Aires aprovechando precisamente los precios más baratos originados, al
menos en parte, por esta diferencia cambiaria.
En realidad, por lo tanto, lo que haría este nuevo sistema sería ordenar
y legalizar algo que ya existe. Así, a efectos de los viajes de argentinos al
exterior por encima de ciertos límites se les venderían, legalmente, dólares a
un tipo de cambio superior que regiría para las importaciones. Se podrían crear
más de 2 tipos de cambio, de acuerdo a la diferente prioridad que el gobierno
asigne a cada uso de la moneda extranjera.
En mi opinión nada demasiado nuevo o revolucionario. Por supuesto es
escandaloso para los neoliberales fanáticos de Clarín y para Astori.
Subjetivamente lo que más atrajo la atención de este cronista, sin
embargo, es una frase de la crónica de Clarín: “Kicillof es un hombre que reclama permanentemente números a las
empresas: quiere definir cuánto ganan. Avala tasas de interés bajas, pese a la inflación o el atraso
cambiario. Quienes en los 45 días que faltó Cristina creyeron que el discurso
dominante era el acuerdo con el CIADI, la mejor relación con el FMI o las
negociaciones con el Club de París, ahora tendrán que reevaluar su análisis de
situación. Cristina, en términos económicos, parece responder a la realidad de
hoy como siempre lo hizo en esta materia el kirchnerismo, con más de lo mismo.
Kicillof parece llegar sólo para profundizar el modelo.”
En efecto: somos, al igual que Kicillof, fanáticos de conocer los
números de las empresas. Hemos, en ese sentido trabajado bastante estos últimos
años. Y hemos estado solos en este empeño. Por supuesto a la derecha económica
(dentro y fuera del gobierno) no le interesa lo más mínimo que esa información
sea conocida. Investigamos las ganancias de Botnia antes y después que esta
comenzara a funcionar. Escribimos acerca de las ganancias de los frigoríficos
cuando se desarrollaba la huelga en ese sector. E hicimos lo propio con las
ganancias que tendrá la minera Aratirí cuando comience a funcionar.
Cuantificamos, también, el incremento patrimonial de los terratenientes durante
los últimos 10 años. Es que para nosotros no tiene sentido (o lo tiene en forma
muy parcial) cualquier análisis de la realidad económica capitalista sin
intentar, con seriedad y la mayor exactitud posible, conocer ese dato clave de
aquella. ¿Qué niveles de aumento salarial pueden demandar los trabajadores de
una determinada rama industrial o de servicios? Imposible determinarlo sin
conocer esa información. ¿Qué políticas económicas alternativas proponer para un
programa de izquierda? No se pueden hacer planteos serios ignorando esos
datos.
También nos parecen sumamente interesantes las “tasas de interés bajas”
que avalaría el nuevo ministro. Precisamente estamos ante una política
exactamente opuesta desde este lado del río. El Banco Central con el fin de
combatir la inflación a través de la medida eje de toda teoría económica
monetarista[3] ha establecido una política de control de la masa monetaria. Esto es: se
analiza con la mayor frecuencia y exactitud posibles la cantidad de dinero
circulante (básicamente billetes y depósitos a la vista en los bancos) y se
trata de que el crecimiento de aquella no supere determinados límites,
habitualmente el aumento del producto bruto interno. El mecanismo que se utiliza
es “retirar circulante” mediante la emisión de deuda de corto plazo (entre 30 y
650 días) en moneda nacional o unidades indexadas. En los hechos en este
momento el BCU está emitiendo deuda a tasas de 15% en pesos y de 5% en unidades
indexadas. Si prevemos que el tipo de cambio no presenta, en el corto plazo,
perspectivas de cambio significativo, en los hechos estas tasas se pueden
considerar como si fueran en dólares. Para comparar los bonos del tesoro de EEUU
a 10 años rinden un 2,6% aproximadamente. Se está generando así, nuevamente, un
“carry trade”. O sea, un cambio de dólares a pesos para prestarle al estado a
estas tasas. Lo cual hace, a su vez, descender el tipo de cambio. Con una
industria en virtual estado de estancamiento el descenso sistemático del tipo de
cambio que estamos presenciando las últimas semanas no hace otra cosa que
agravar la situación. Encima estas tasas de interés desestimulan la inversión.
Resulta muy difícil arriesgar capital en el sector productivo o de servicios
teniendo garantizada una rentabilidad superior al 10% anual en dólares. Con
colocaciones, además, de corto plazo y elevada liquidez.
Por otro lado el costo para el BCU, que nosotros estimamos en el orden
de los 500 millones de dólares anuales ha sido calculado por Jorge Caumont[4] entre 1.000 y 1.200 millones.
Son perfectamente claros, entonces, algunos parámetros para comparar la
evolución económica de Uruguay y Argentina. Nuestro país apostando a la apertura
económica casi total, sobre todo en el terreno financiero. Argentina llevando
adelante una política hostil hacia el capital financiero, con controles de
capitales y cambios, con aquella reestructura de deuda “inamistosa” con los
mercados de capital y colocando los fondos de las administradoras privadas de
seguridad social nuevamente bajo la férula estatal.
Las economías de ambos países han crecido significativamente estos años. Los dos beneficiados por altos
precios de commodities agropecuarios y bajas tasas de interés internacionales.
La situación de ambos, por lo menos en el terreno financiero es, sin embargo,
bien distinta. Se discute cuales son los números reales de la deuda pública
argentina. Estamos convencidos, sin embargo, que son, en términos relativos,
mucho menores que los de la deuda uruguaya. Sobre todo si consideramos la deuda
externa de ambos países, o sea, aquella cuyos acreedores son agentes del
exterior. Uruguay tiene, en relación a su economía, reservas internacionales
aproximadamente 8 veces mayores que Argentina. Pero tiene también una debilidad
en los depósitos en los bancos que son varias veces mayores. Sobre todo porque
la inmensa mayoría están en moneda extranjera y a la vista. Uruguay, por más que
los gerifaltes económicos afirmen lo contrario, es muy sensible a una crisis de
fuga de capitales. Argentina la viene sufriendo desde hace años, por lo cual se
puede afirmar que “lo peor ya pasó”.
Para terminar este breve y poco ordenado repaso diremos que, de acuerdo
con nuestros compañeros “del otro lado del río” (aprovechamos a felicitar al
Frente de Izquierda de los Trabajadores por sus recientes éxitos electorales)
que integran la izquierda anticapitalista, para nada consideramos que el
gobierno de Cristina Fernández represente una alternativa válida para los
trabajadores. No es dentro del capitalismo (sea en sus variantes neoliberales
sea en aquellas socialdemócratas o keynesianas) que encontrarán su
liberación.
Sirven únicamente estos ejercicios de comparación para poner aún más en
evidencia en que ámbitos del espectro ideológico se mueve el gobierno uruguayo.
Tan cerca del neoliberalismo que aún estas modestas medidas heterodoxas
argentinas parecen removedoras.
Actualización 22/11/13:
Hay muy pocos anuncios concretos hoy respecto a medidas que adoptará el
nuevo gabinete CFK.
a) limitaciones a compras por internet
b) impuestos más altos para importaciones suntuarias
c) aumento de tarifas subsidiadas (transporte, gas y electricidad) para
sectores medios-altos
d) Sobre el tema de los cambios múltiples, que sepamos, no hay nada
definido hasta ahora.
En suma: no hay elementos para evaluar lo que harán los nuevos
responsables de la política económica (y de la política en general dado el
cambio del jefe de gabinete) con respecto a la economía. Sorprenden por ello,
aún más, las precoces declaraciones del vicepresidente uruguayo.
El tema del consumo energético, que sería influenciado por una eventual
reducción de los subsidios, merece una consideración más detallada. Nos hemos
visto en la obligación de estudiarlo con cierta profundidad al analizar y
escribir (en conjunto con la REDIU y con el colectivo de lucha por la tierra)
varios trabajos sobre la regasificadora de Puntas de Sayago.
Quedará para otra oportunidad.
tomado de Noticias Uruguayas: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
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