El subsecretario de Defensa para América Latina, Frank Mora, llegó a Uruguay para reunirse con el ministro Fernández Huidobro; la idea es establecer un diálogo "transparente y frontal"
Eran bien tétricas las
catacumbas del batallón de ingenieros No. 3 con sede en Paso de los Toros.
Adolfo “Nepo” Wassen vivió en ellas un episodio que sirve para revelar la vulnerabilidad de quienes fueron encerrados
allí. A mediados de 1974 José Nino Gavazzo llegó al cuartel no se sabe de dónde
y estuvo de beberaje con el teniente coronel Dieter Kellner, uno de los
verdugos injustamente olvidados, que no figura en el ranking de los más
conocidos. Whisky va whisky viene, a eso de la media noche fueron al celdario a
entrenerse a costillas de Adolfo. Lo interrogaron durante un par de horas, le
dieron un par de golpes, su objetivo no era obtener información sino
simplemente divertirse. Ya cansado, el Nino se despidió con un “mañana la seguimos”
y a Adolfo lo regresaron a la cueva No.
4 del corredor semisubterráneo al que daban las diez celdas de dos metros
cuadrados de superficie.
Cerca del amanecer el
soldado que estaba de guardia vió un hilo de líquido viscoso que escapaba por
debajo de las rejas de la celda de Nepo. Era sangre... ¡Alerta! Llamaron al
doctor Zamosky, uno de los 600 mengele uruguayos que siguen ejerciendo su
profesión médica porque los ministros de salud pública todavía se lo permiten.
Zamosky no atendió el teléfono. Sacaron a Henry Engler de la celda y él suturó los
profundos tajos que corrían lo largo del antebrazo de Nepo que sobrevivió esa
noche. Condiciones que fuerzan los prisioneros al suicidio fue otra de las
prácticas sistemáticas del terrorismo de Estado: fueron homicidios las muertes
de Hugo Castro el de Paysandú, de Edgar “Gato” Sosa, Alfredo Pino Garín y Ruben
Martínez Addiego, el caso de Norma Cedrez y mucho otros más. Para escapar a las presiones sicológicas y las
persecuciones cotidianas, matarse fue siempre una opción a tener en cuenta. Nos
acompañó meses y meses, se volvió tan habitual que le perdimos el miedo. Lo
asombroso es que no hayan sido cientos y cientos los “suicidios forzosos”. La
legislación internacional debiera configurar el delito de “verduguismo
permanente” que fuerza al suicidio de la víctima.
La impunidad es una
concepción política.
Entrevistado por “En
Perspectiva" el 21 de agosto, el
ministro Fernández proclamó que “...yo
vi un aporte a la justicia y lo hice”, "yo tuve que investigar muchos
meses sobre esto, no se me ocurrió de la noche a la mañana", "esto
fue una preocupación en base a la convicción de que se estaba cometiendo un
error muy grave sobre un caso que es de los más conocidos”. Se aflige y desespera
porque a su entender el poder judicial comete una injusticia con Juan Carlos
Gómez, procesado por el homicidio del compañero Roberto Gomensoro. El ministro
defiende a los militares procesados en Chile por el asesinato de Berríos, al
general en actividad Dalmao culpable del homicidio de Nibya y ahora a Juan
Carlos Gómez. ¡Qué sentimientos tan altruístas, trasciende sus propios
sufrimientos! Claro que, por el otro lado, se desentiende de los dictámenes
judiciales que encubren a los asesinos de tantos jóvenes que en los ’60 convocó
a dar la vida por la revolución. Se
desentiende además de investigar el caso de Ronald
Scarzella, en cuya casa solía reunirse y almorzar, asesinado en plena vigencia
de la legalidad democrática. Se desentiende de perseguir a los asesinos de
Fernando Morroni y Roberto Facal, cometidos el 24 de agosto de 1994 en el
barrio Jacinto Vera. Se olvida que esa mañana convocó a rodear el Hospital
Filtro por los micrófonos de CX 44... En este caso no da “línea” a los fiscales
como hace con la jueza de Paso de los Toros, porque su sentido de justicia es
de color verde, tiene por objetivo fortalecer y perpetuar la impunidad del
aparato represivo.
Con la absolución del coronel Gulla por el asesinato de Horacio Ramos cometido
en el Penal de Libertad, los jueces están legalizando el concepto de “suicidio
forzoso”. Mientras que los ex-guerrilleros y los comunistas que integran el gobierno
callan vergonzosamente, la ex-fiscal Mirtha Guianze fue la única en rechazar
públicamente la absurda sentencia. En
adelante los verdugos podrán presionar a la víctima hasta que se suicide,
pues esa forma de homicidio está ahora protegida por la jurisprudencia. También
callan cuando un descarado tribunal absuelve al Goyo Álvarez por el homicidio
de Roberto Luzardo pese a las pruebas que demuestran su culpabilidad. Se lavan
las manos como si no tuvieran nada que ver con las víctimas del terrorismo de
estado. ¡Vamos señores ministros, vamos señores legisladores, aventuren una
exclamación de indignación con los jueces! ¡Muestren que alguna vez tuvieron
sentimientos revolucionarios! ¡Que no siempre callaron frente a las
injusticias! En realidad este gobierno progresista seguirá callando, respaldando
con el silencio el quehacer de los jueces más reaccionarios.
La impunidad no es
solamente la ley de caducidad. Es una política, una concepción que se refleja
en las conductas de los diferentes operadores del gobierno. Es el discurso
permanente del presidente y de la primera dama en los medios de comunicación
masivos, es la persecución a la jueza Motta y la hipocresía con el joven violado por las tropas uruguayas en
Haití, son las actitudes de Víctor Semproni, es Alberto Breccia planteando que el
desafío es perdonar a los asesinos y Esteban
Pérez Vinisky que pide a las víctimas del terrorismo que perdonen a los
verdugos, es Ricardo Erlich premiando con el Bartolomé Hidalgo el libro que
iguala a víctimas y victimarios y es Fernández, el ideólogo de alianza entre
sectores de la oficialidad y los ex-guerrilleros gobernantes. Se cumplió el dictámen de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos pero, para no irritar a los militares, el
discurso se apegó a lo establecido en la sentencia del caso Gelman. En esa
oportunidad, pese a contar con el mayor respaldo internacional, el gobierno fue
incapaz de comprometerse a tomar la iniciativa en la investigación de los
crímenes del terrorismo. Han sabido inocular el virus de la impunidad en dosis
tan pequeñas que los manipulados ni cuenta se dan, han logrado despertar sus
instintos más reaccionarios y hacer que la verdad y la justicia sean ajenas a
los sentimientos de las mayorías populares. Triunfaron en el terreno donde
habían fracasado Sanguinett y Lacalle.
¿Dónde está la mala gestión que les achaca la
derecha?.
Con idéntica metodología
de riego por goteo, el gobierno va introduciendo la idea del acuerdo
político-militar con los EEUU. Al principio fue el Comando Sur que donó una
policlínica a instancias de la señora de Luis Rosadilla; después fue el propio
ex-ministro de defensa que colocó la piedra fundamental de un campo deportivo
tiernamente abrazado con el embajador yanqui; más tarde fueron sus viajes a los
EEUU sobre los que nada saben el parlamento y el Frente Amplio. Paso seguido aumentaron
bastante la dosis trayendo a los SEALs, operación en la que contaron con el
mudo consentimiento de todos los
parlamentarios, incluídos los que se definen antimperialistas. Las seguridades
dadas en privado a los EEUU deben ser tan fuertes que no pudo debilitarlas la
operación geopolítica “salida de Paraguay- ingreso de Venezuela” (que puede
leerse “jugada de EEUU-contrajugada de Brasil”). Por eso, después del episodio mercosureño
llegó Frank Mora, una figura claramente identificada con la barbarie genocida
yanqui, contra el cual nadie levantó su voz en el parlamento o en la Mesa
Poitica del Frente Amplio. Hay muchas probabilidades de que estas relaciones,
cada vez más íntimas, culminen en la inauguración de la primer base militar
extranjera en territorio uruguayo. Esa es la estrategia del Pentágono y eso se
está consintiendo con el “laissez faire” en el parlamento y en el Frente Amplio.
Es tan habilidoso el manejo del gobierno, que deja contento a la barra
antimperialista con lo de Venezuela, al tiempo que su buena conducta y mejor
letra le permite cosechar calurosas felicitaciones de Hillary Clinton.... ¿No
es genial?
La gestión es tan
eficiente que lograron hacer pasar desapercibida la invasión de las
corporaciones transnacionales, que se insertan en Uruguay a través de empresas
brasileras, argentinas, chilenas, holandesas, belgas y hasta alguna de origen
griego. Casi sin resistencias, salvo algunas honrosas manifestaciones de
protesta, están regalando la infraestructura productiva al capital extranjero.
Al tiempo que hicieron crecer el monto de la deuda externa, tienen a todos convencidos
de que el problema está solucionado. Mientras aumenta la dependencia del
Uruguay con esos mismos bancos que están hundiendo a los pueblos trabajadores
de Europa y EEUU, la gente está convencida que somos un país de primera cada
día más libres e independientes. Más eficaz todavía ha sido el manejo
ideológico del proceso de
“bancarización” del consumo, todos ligados a las tarjetas de plástico,
todos flotando en la burbuja del capital financiero, todos y todas viviendo en
las nubes. Parece la maldición de Malinche. ¿Dónde está la defensa del
patrimonio nacional que fue uno de los ejes del crecimiento electoral de la
izquierda frenteamplista? ¿Y el proyecto de Uruguay Productivo que enterraron
bajo el modelo celulósico-sojero?. Extraordinaria capacidad de manipulación.
Los dineros del
presupuesto nacional se dedican a pagar los servicios de la deuda externa en
primer lugar y al fortalecimiento de las fuerzas armadas y la policía en
segundo lugar. De ahí que el ministro Bonomi disponga de los medios que
permiten construir cárceles y mejorar muchísimo el armamento y el parque
automotor de la policía. También se le proporcionaron los fondos presupuestales
para aumentar en un 100% los sueldos de los funcionarios de la represión
pública. ¿Porqué no aumentaron en igual medida los salarios de los funcionarios
de la educación y la salud públicas? Porque los servicios de la deuda, las
fuerzas armadas y la policía son las tres prioridades estratégicas fijadas por
el gobierno de Mujica, aunque nada tengan que ver con las necesidades populares
ni con las líneas establecidas por los congresos del Frente Amplio. Su discurso
“educación y educación” fueron sólo palabras, vanidad de vanidades. Pese a la
opinión de blancos y colorados, el desastre de la salud, la vivienda y la educación
no se debe a mala gestión, sino que esas políticas sociales no entran en el proyecto
real que se gestiona. A la luz de los intereses que el gobierno quiere beneficiar
la gestión ha sido excelente.
¿Qué
salida hay para el descontento?
Los dirigentes
frenteamplistas de hoy ocupan el mismo lugar que antaño ocuparon los polïticos
blancos y colorados, al decir de José Pedro Lopardo en “Rebeldes” abandonaron
todas las “locuras” que los identificaban como de izquierda. Perdieron el
enganche con el movimiento popular y están perdiendo la capacidad para desempeñarse
como amortiguadores políticos del conflicto social. Sus renuncies son la causa
de que existan esos 230.000 frenteamplistas descontentos que contabilizó una
encuesta de Oscar Bottinelli, gente cansada de reclamar y patalear, que percibe
la ausencia de medidas para resolver en serio los problemas en la educación, la
salud y la vivienda, que rechazan la extranjerización de la economía, les
rechina la prédica de olvido y perdón y repudian los acuerdos estratégicos con
el Pentágono. Los descontentos no se han alejado del Frente Amplio, es el
Frente que los ha abandonado.
Probablemente, sin embargo, embretados en la disyuntiva de lo menos malo, en las
próximas elecciones podrán ser nuevamente inducidos a votar por Tabaré Vázquez para
derrotar a los candidatos blancos y colorados. Por inercia se puede seguir en
línea recta hasta el infinito como se ha hecho hasta ahora adentro y afuera del Frente Amplio.
No hay lugar para los
descontentos en un Frente Amplio que aborrece la participación y clausuró los espacios donde las discrepancias
tenían consecuencias prácticas. Cuando se habla de “debate” se está hablando de
vedettes en escenarios que arman los medios de comunicación y no de bases
organizadas que discuten política. No quieren que cunda el ejemplo del Comité
de Base de los uruguayos en México. De aquellas coordinadoras capaces de
oponerse frontalmente a las políticas privatizadoras del Intendente Arana queda
apenas el recuerdo de pasadas ilusiones. Quienes insistan en críticar las
vacilaciones y las claudicaciones, se colocan fuera de la “disciplina
partidaria” y serán pateados fuera del tablero sin ninguna piedad, como
hicieron con Helios Sarthou y Guillermo Chifflet. No pueden darse el lujo de
abrir espacios al pensamiento crítico y por eso en las elecciones internas hubo
cuatro candidatos y un único discurso. El nuevo rol que aparece a la vista es
un Frente Amplio organizado para comunicar al electorado las obras realizadas que
la gente desconoce. Eso es. Necesitan un
Frente Amplio que repita como un loro el discurso del gobierno, lo mismo que
criticaban al PCUS y el Pravda de la desaparecida URSS.
Cerradas las
posibilidades de torcer el rumbo que ha emprendido el gobierno mediante la
participación y el debate, sólo resta la esperanza de hacer sentir el
descontento, el desengaño y la indignación como se hizo en las municipales de
mayo del 2009 y en las internas del Frente, con el voto protesta. Parece ser la
única vía para manifestar multitudinariamente el rechazo al modelo de país que
están construyendo, la única forma de dar una especie de campanazo que conmueva
la conciencia de los tres millones de uruguayos. No me imagino una
organización, sino simplemente una multitud de votos protesta. Nada más. Sólo
un grito colectivo de protesta.
Tal vez estén muy enredadas
estas reflexiones que arrancan con el recuerdo de Wassen y terminan en el voto
protesta, pero no me dejan dormir las sentencias que exculpan a los asesinos de
Roberto Luzardo y Horacio Ramos. Ellas no presagian nada bueno. No puedo dejar
de ver cómo juegan mis ex-compañeros en el proyecto político militar con las
fuerzas armadas y los EEUU del cual su política de impunidad es sólo una parte.
No puedo dejar de sufrir la impotencia que sienten tantos compañeros y tantas
compañeras al ver la condición actual de la fuerza política antimperialista y
antoligárquica a la que pertenecieron y por la cual se jugaron la libertad y la
vida. No puedo dejar de ver que son muy negras las perspectivas para la próxima
contienda electoral y por eso pienso que sería muy buena cosa el voto protesta,
demostrarles que no todos el mundo se deja arrastrar así nomás. Disculpen este final
de índole muy personal.
Jorge ZabalzaTomado de: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
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