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PRINCIPIOS DEL COMUNISMO[1]
I.
¿Qué es el comunismo?
El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del proletariado.
II.
¿Qué es el proletariado?
El proletariado es la clase social que consigue sus
medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo, y no
del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y
muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir,
de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las
fluctuaciones de una competencia desenfrenada.
Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios,
es la clase trabajadora del siglo XIX.
III.
¿Quiere decir que los proletarios no han existido siempre?
No.
Las clases pobres y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en
la mayoría de los casos.
Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las condiciones que
acabamos de señalar, o sea los proletarios, no han existido siempre, del
mismo modo que la competencia no ha sido siempre libre y desenfrenada.
IV.
¿Cómo apareció el proletariado?
El proletariado nació a raíz de la revolución
industrial, que se produjo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo
pasado y se repitió luego en todos los países civilizados del mundo.
Dicha revolución se debió al invento de la máquina de vapor, de las
diversas [83] máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie
de otros dispositivos mecánicos.
Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, sólo estaban al
alcance de los grandes capitalistas, transformaron completamente el
antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros anteriores,
puesto que las máquinas producían mercancías más baratas y mejores que
las que podían hacer éstos con ayuda de sus ruecas y telares
imperfectos.
Las máquinas pusieron la industria enteramente en manos de los grandes
capitalistas y redujeron a la nada el valor de la pequeña propiedad de
los obreros (instrumentos, telares, etc.), de modo que los capitalistas
pronto se apoderaron de todo, y los obreros se quedaron con nada.
Así se instauró en la producción de tejidos el sistema fabril.
En cuanto se dio el primer impulso a la introducción de máquinas y al
sistema fabril; este último se propagó rápidamente en las demás ramas de
la industria, sobre todo en el estampado de tejidos, la impresión de
libros, la alfarería y la metalurgia.
El trabajo comenzó a dividirse más y más entre los obreros individuales
de tal manera que el que antes efectuaba todo el trabajo pasó a realizar
nada más que una parte del mismo.
Esta división del trabajo permitió fabricar los productos más
rápidamente y, por consecuencia, de modo más barato.
Ello redujo la actividad de cada obrero a un procedimiento mecánico, muy
sencillo, constantemente repetido, que la máquina podía realizar con el
mismo éxito o incluso mucho mejor.
Por tanto, todas estas ramas de la producción cayeron, una tras otra,
bajo la dominación del vapor, de las máquinas y del sistema fabril,
exactamente del mismo modo que la producción de hilados y de tejidos.
En consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de los grandes
capitalistas, y los obreros quedaron privados de los úItimos restos de
su independencia.
Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no ya sólo a la
manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que comenzó a
apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en
esta esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los
pequeños maestros, montando grandes talleres, en los que era posible
ahorrar muchos gastos e implantar una detallada división del trabajo.
Así llegamos a que, en los países civilizados, casi en todas las ramas
del trabajo se afianza la producción fabril y, casi en todas estas
ramas, la gran industria desplaza a la artesanía y la manufactura.
Como resultado de ello, se arruina más y más la antigua clase media,
sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente la anterior
situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que absorben
paulatinamente a todas las demás, a saber:
I.
La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países
civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios [84] de
existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos
(máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios
de existencia.
Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.
II.
La clase de los completamente desposeídos, de los que en virtud de ello
se ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin de recibir
en cambio los medios de subsistencia necesarios para vivir.
Esta clase se denomina la clase de los proletarios, o sea, proletariado.
V.
¿En qué condiciones se realiza esta venta del trabajo de los proletarios a los burgueses?
El trabajo es una mercancía como otra cualquiera, y
su precio depende, por consiguiente, de las mismas leyes que el de
cualquier otra mercancía.
Pero, el precio de una mercancía, bajo el dominio de la gran industria o
de la libre competencia, que es lo mismo, como lo veremos más adelante,
es, por término medio, siempre igual a los gastos de producción de
dicha mercancía.
Por tanto, el precio del trabajo es también igual al costo de producción
del trabajo.
Ahora bien, el costo de producción del trabajo consta precisamente de la
cantidad de medios de subsistencia indispensables para que el obrero
esté en condiciones de mantener su capacidad de trabajo y para que la
clase obrera no se extinga.
El obrero no percibirá por su trabajo más que lo indispensable para ese
fin; el precio del trabajo o el salario será, por consiguiente, el más
bajo, constituirá el mínimo de lo indispensable para mantener la vida.
Pero, por cuanto en los negocios existen períodos mejores y peores, el
obrero percibirá unas veces más, otras menos, exactamente de la misma
manera que el fabricante cobra unas veces más, otras menos, por sus
mercancías.
Y, al igual que el fabricante, que, por término medio, contando los
tiempos buenos y los malos, no percibe por sus mercancías ni más ni
menos que su costo de producción, el obrero percibirá, por término
medio, ni más ni menos que ese mínimo.
Esta ley económica del salario se aplicará más rigurosamente en la
medida en que la gran industria vaya penetrando en todas las ramas de la
producción.
VI.
¿Qué clases trabajadores existían antes de la revolución industrial?
Las clases trabajadoras han vivido en distintas
condiciones, según las diferentes fases de desarrollo de la sociedad, y
han ocupado posiciones distintas respecto de las clases poseedoras y
dominantes.
En la antigüedad, los trabajadores eran esclavos de sus amos, como lo son todavía en un gran número de países atrasados e incluso en la parte meridional de los Estados Unidos.
En la Edad Media eran siervos de los nobles propietarios de
tierras, [85] como lo son todavía en Hungría, Polonia y Rusia.
Además, en la Edad Media, hasta la revolución industrial, existían en
las ciudades oficiales artesanos que trabajaban al servicio de la
pequeña burguesía y, poco a poco, en la medida del progreso de la
manufactura, comenzaron a aparecer obreros de manufactura que iban a
trabajar contratados por grandes capitalistas.
VII.
¿Qué diferencia hay entre el proletario y el esclavo?
El esclavo está vendido de una vez y para siempre, en cambio, el proletario tiene que venderse él mismo cada día y cada hora.
Todo esclavo individual, propiedad de un señor determinado, tiene ya asegurada su existencia por miserable que sea, por interés de éste.
En cambio el proletario individual es, valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía.
Su trabajo no se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la existencia asegurada.
Esta existencia está asegurada únicamente a toda la clase de los
proletarios.
El esclavo está fuera de la competencia.
El proletario se halla sometido a ello y siente todas sus fluctuaciones.
El esclavo es considerado como una cosa, y no miembro de la sociedad
civil.
El proletario es reconocido como persona, como miembro de la sociedad
civil.
Por consiguiente, el esclavo puede tener una existencia mejor que el
proletario, pero este último pertenece a una etapa superior de
desarrollo de la sociedad y se encuentra a un nivel más alto que el
esclavo.
Este se libera cuando de todas las relaciones de la propiedad privada no
suprime más que una, la relación de esclavitud, gracias a lo cual sólo
entonces se convierte en proletario; en cambio, el proletario sólo puede
liberarse suprimiendo toda la propiedad privada en general.
VIII.
¿Qué diferencia hay entre el proletario y el siervo?
El siervo posee en propiedad y usufructo un
instrumento de producción y una porción de tierra, a cambio de lo cual
entrega una parte de su producto o cumple ciertos trabajos.
El proletario trabaja con instrumentos de producción pertenecientes a
otra persona, por cuenta de ésta, a cambio de una parte del producto.
El siervo da, al proletario le dan.
El siervo tiene la existencia asegurada, el proletario no.
El siervo está fuera de la competencia, el proletario se halla sujeto a
ella.
El siervo se libera ya refugiándose en la ciudad y haciéndose artesano,
ya dando a su amo dinero en lugar de trabajo o productos,
transformandose en libre arrendatario, ya expulsando a su señor feudal y
haciéndose él mismo propietario.
Dicho en breves palabras, se libera entrando de una manera u otra en la
clase poseedora y en la esfera de la competencia.
El proletario se libera suprimiendo la competencia, la propiedad privada
y todas las diferencias de clase.
[86]
IX.
¿Qué diferencia hay entre el proletario y el artesano?
[*]
X.
¿Qué diferencia hay entre el proletario y el obrero de manufactura?
El obrero de manufactura de los siglos XVI-XVIII
poseía casi en todas partes instrumentos de producción:
su telar, su rueca para la familia y un pequeño terreno que cultivaba en
las horas libres.
El proletario no tiene nada de eso.
El obrero de manufactura vive casi siempre en el campo y se halla en
relaciones más o menos patriarcales con su señor o su patrono.
El proletario suele vivir en grandes ciudades y no lo unen a su patrono
más que relaciones de dinero.
La gran industria arranca al obrero de manufactura de sus condiciones
patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo
entonces se convierte en proletario.
XI.
¿Cuáles fueron las consecuencias directas de la revolución industrial y
de la división de la sociedad en burgueses y proletarios?
En primer lugar, en virtud de que el trabajo
de las máquinas reducía más y más los precios de los artículos
industriales, en casi todos los países del mundo el viejo sistema de la
manufactura o de la industria basada en el trabajo manual fue destruido
enteramente.
Todos los países semibárbaros que todavía quedaban más o menos al margen
del desarrollo histórico y cuya industria se basaba todavía en la
manufactura, fueron arrancados violentamente de su aislamiento.
Comenzaron a comprar mercancías más baratas a los ingleses, dejando que
se muriesen de hambre sus propios obreros de manufactura.
Así, países que durante milenios no conocieron el menor progreso, como,
por ejemplo, la India, pasaron por una completa revolución, e incluso la
China marcha ahora de cara a la revolución.
Las cosas han llegado a tal punto que una nueva máquina que se invente
ahora en Inglaterra podrá, en el espacio de un año, condenar al hambre a
millones de obreros de China.
De este modo, la gran industria ha ligado los unos a los otros a todos
los pueblos de la tierra, ha unido en un solo mercado mundial todos los
pequeños mercados locales, ha preparado por doquier el terreno para la
civilización y el progreso y ha hecho las cosas de tal manera que todo
lo que se realiza en los países civilizados debe necesariamente
repercutir en todos los demás, por tanto, si los obreros de Inglaterra o
de Francia se liberan ahora, ello debe suscitar revoluciones en todos
los demás países, revoluciones que tarde o temprano culminarán también
allí en la liberación de los obreros.
[87]
En segundo lugar, en todas las partes en que
la gran industria ocupó el lugar de la manufactura, la burguesía
aumentó extraordinariamente su riqueza y poder y se erigió en primera
clase del país.
En consecuencia, en todas las partes en las que se produjo ese proceso,
la burguesía tomó en sus manos el poder político y desalojó las clases
que dominaban antes:
la aristocracia, los maestros de gremio y la monarquía absoluta, que
representaba a la una y a los otros.
La burguesía acabó con el poderío de la aristocracia y de la nobleza,
suprimiendo el mayorazgo o la inalienabilidad de la posesión de tierras,
como también todos los privilegios de la nobleza.
Destruyó el poderío de los maestros de gremio, eliminando todos los
gremios y los privilegios gremiales.
En el lugar de unos y otros puso la libre competencia, es decir, un
estado de la sociedad en la que cada cual tenía derecho a dedicarse a la
rama de la industria que le gustase y nadie podía impedírselo a no ser
la falta de capital necesario para tal actividad.
Por consiguiente, la implantación de la libre competencia es la
proclamación pública de que, de ahora en adelante, los miembros de la
sociedad no son iguales entre sí únicamente en la medida en que no lo
son sus capitales, que el capital se convierte en la fuerza decisiva y
que los capitalistas, o sea, los burgueses, se erigen así en la primera
clase de la sociedad.
Ahora bien, la libre competencia es indispensable en el período inicial
del desarrollo de la gran industria, porque es el único régimen social
con el que la gran industria puede progresar.
Tras de aniquilar de este modo el poderío social de la nobleza y de los
maestros de gremio, puso fin también al poder político de la una y los
otros.
Llegada a ser la primera clase de la sociedad, la burguesía se proclamó
también la primera clase en la esfera política.
Lo hizo implantando el sistema representativo, basado en la igualdad
burguesa ante la ley y en el reconocimiento legislativo de la libre
competencia.
Este sistema fue instaurado en los países europeos bajo la forma de la
monarquía constitucional.
En dicha monarquía sálo tienen derecho de voto los poseedores de cierto
capital, es decir, únicamente los burgueses.
Estos electores burgueses eligen a los diputados, y estos diputados
burgueses, valiéndose del derecho a negar los impuestos, eligen un
gobierno burgués.
En tercer lugar, la revolución indistrial ha
creado en todas partes el proletariado en la misma medida que la
burguesía.
Cuanto más ricos se hacían los burgueses, más numerosos eran los
proletarios.
Visto que sólo el capital puede dar ocupación a los proletarios y que el
capital sólo aumenta cuando emplea trabajo, el crecimiento del
proletariado se produce en exacta correspondencia con el del capital.
Al propio tiempo, la revolución industrial agrupa a los burgueses y a
los proletarios en grandes [88] ciudades, en las que es más ventajoso
fomentar la industria, y can esa concentración de grandes masas en un mismo
lugar le inculca a los proletarios la conciencia de su fuerza.
Luego, en la medida del progreso de la revolución industrial, en la
medida en que se inventan nuevas máquinas, que eliminan el trabajo
manual, la gran industria ejerce una presión creciente sobre los
salarios y los reduce, como hemos dicho, al mínimo, haciendo la
situación del proletariado cada vez más insoportable.
Así, por una parte, como consecuencia del descontento creciente del
proletariado y, por la otra, del crecimiento del poderío de éste, la
revolución industrial prepara la revolución social que ha de realizar el
proletariado.
XII.
¿Cuáles han sido las consecuencias siguientes de la revolución industrial?
La gran industria creó, con la máquina de vapor y
otras máquinas, los medios de aumentar la producción industrial
rápidamente, a bajo costo y hasta el infinito.
Merced a esta facilidad de ampliar la producción, la libre competencia,
consecuencia necesaria de esta gran industria, adquirió pronto un
carácter extraordinariamente violento; un gran número de capitalistas se
lanzó a la industria, en breve plazo se produjo más de lo que se podía
consumir.
Como consecuencia, no se podían vender las mercancías fabricadas y
sobrevino la llamada crisis comercial; las fábricas tuvieron que parar,
los fabricantes quebraron y los obreros se quedaron sin pan.
Y en todas partes se extendió la mayor miseria.
Al cabo de cierto tiempo se vendieron los productos sobrantes, las
fábricas volvieron a funcionar, los salarios subieron y, poco a poco,
los negocios marcharon mejor que nunca.
Pero no por mucho tiempo, ya que pronto volvieron a producirse
demasiadas mercancías y sobrevino una nueva crisis que transcurrió
exactamente de la misma manera que la anterior.
Así, desde comienzos del presente siglo, en la situación de la industria
se han producido continuamente oscilaciones entre períodos de
prosperidad y períodos de crisis, y casi regularmente, cada cinco o
siete años se ha producido tal crisis, con la particularidad de que cada
vez acarreaba las mayores calamidades para los obreros, una agitación
revolucionaria general y un peligro colosal para todo el régimen
existente.
XIII.
¿Cuáles son las consecuencias de estas crisis comerciales que se repiten regularmente?
En primer lugar, la de que la gran
industria, que en el primer período de su desarrollo creó la libre
competencia, la ha rebasado ya; que la competencia y, hablando en
términos generales, la producción industrial en manos de unos u otros
particulares se ha convertido para ella en una traba a la que debe y ha
de romper; [89] que la gran industria, mientras siga sobre la base
actual, no puede existir sin conducir cada siete años a un caos general
que supone cada vez un peligro para toda la civilización y no sólo sume
en la miseria a los proletarios, sino que arruina a muchos burgueses;
que, por consiguiente, la gran industria debe destruirse ella misma, lo
que es absolutamente imposible, o reconocer que hace imprescindible una
organización completamente nueva de la sociedad, en la que la producción
industrial no será más dirigida por unos u otros fabricantes en
competencia entre sí, sino por toda la sociedad con arreglo a un plan
determinado y de conformidad con las necesidades de todos los miembros
de la sociedad.
En segundo lugar, que la gran industria y la
posibilidad, condicionada por ésta, de ampliar hasta el infinito la
producción permiten crear un régimen social en el que se producirán
tantos medios de subsistencia que cada miembro de la sociedad estará en
condiciones de desarrollar y emplear libremente todas sus fuerzas y
facultades; de modo que, precisamente la peculiaridad de la gran
industria que en la sociedad moderna engendra toda la miseria y todas
las crisis comerciales será en la otra organización social justamente la
que ha de acabar con esa miseria y esas fluctuaciones preñadas de
tantas desgracias.
Por tanto, está probado claramente:
1) que en la actualidad todos estos males se deben
únicamente al régimen social, el cual ya no responde más a las
condiciones existentes;
2) que ya existen los medios de supresión definitiva de estas calamidades por vía de la construcción de un nuevo orden social.
XIV.
¿Cómo debe ser ese nuevo orden social?
Ante todo, la administración de la industria y de
todas las ramas de la producción en general dejará de pertenecer a unos u
otros individuos en competencia.
En lugar de esto, las ramas de la producción pasarán a manos de toda la
sociedad, es decir, serán administradas en beneficio de toda la
sociedad, con arreglo a un plan general y con la participación de todos
los miembros de la sociedad.
Por tanto, el nuevo orden social suprimirá la competencia y la
sustituirá con la asociación.
En vista de que la dirección de la industria, al hallarse en manos de
particulares, implica necesariamente la existencia de la propiedad
privada y por cuanto la competencia no es otra cosa que ese modo de
dirigir la industria, en el que la gobiernan propietarios privados, la
propiedad privada va unida inseparablemente a la dirección individual de
la industria y a la competencia.
Así, la propiedad privada debe también ser suprimida y ocuparán su lugar
el usufructo colectivo de todos los instrumentos de producción y el
reparto de los productos de común acuerdo, lo que se llama la comunidad
de bienes.
[90]
La supresión de la propiedad privada es incluso la
expresión más breve y mas característica de esta transformación de todo
el régimen social, que se ha hecho posible merced al progreso de la
industria.
Por eso los comunistas la planteen can razón como su principal
reivindicación.
XV.
¿Eso quiere decir que la supresión de la propiedad privada no era posible antes?
No, no era posible.
Toda transformación del orden social, todo cambio de las relaciones de
propiedad es consecuencia necesaria de la aparición de nuevas fuerzas
productivas que han dejado de corresponder a las viejas relaciones de
propiedad.
Así ha surgido la misma propiedad privada.
La propiedad privada no ha existido siempre; cuando a fines de la Edad
Media surgió el nuevo modo de producción bajo la forma de la
manufactura, que no encuadraba en el marco de la propiedad feudal y
gremial, esta manufactura, que no correspondía ya a las viejas
relaciones de propiedad, dio vida a una nueva forma de propiedad:
la propiedad privada.
En efecto, para la manufactura y para el primer período de desarrollo de
la gran industria no era posible ninguna otra forma de propiedad además
de la propiedad privada, no era posible ningún orden social además del
basado en esta propiedad.
Mientras no se pueda conseguir una cantidad de productos que no sólo
baste para todos, sino que se quede cierto excedente para aumentar el
capital social y seguir fomentando las fuerzas productivas, deben
existir necesariamente una clase dominante que disponga de las fuerzas
productivas de la sociedad y una clase pobre y oprimida.
La constitución y el carácter de estas clases dependen del grado de
desarrollo de la producción.
La sociedad de la Edad Media, que tiene por base el cultivo de la
tierra, nos da el señor feudal y el siervo; las ciudades de las
postrimerías de la Edad Media nos dan el maestro artesano, el oficial y
el jornalero; en el siglo XVII, el propietario de manufactura y el
obrero de ésta; en el siglo XIX, el gran fabricante y el proletario.
Es claro que, hasta el presente, las fuerzas productivas no se han
desarrollado aún al punto de proporcionar una cantidad de bienes
suficiente para todos y para que la propiedad privada sea ya una traba,
un obstáculo para su progreso.
Pero hoy, cuando, merced al desarrollo de la gran industria, en primer lugar,
se han constituido capitales y fuerzas productivas en proporciones sin
precedentes y existen medios para aumentar en breve plazo hasta el
infinito estas fuerzas productivas; cuando, en segundo lugar,
estas fuerzas productivas se concentran en manos de un reducido número
de burgueses, mientras la gran masa del pueblo se va convirtiendo cada
vez más en proletarios, con la particularidad de que su situación se
hace más precaria e insoportable en la medida en que aumenta la [91]
riqueza de los burgueses; cuando, en tercer lugar, estas
poderosas fuerzas productivas, que se multiplican con tanta facilidad
hasta rebasar el marco de la propiedad privada y del burgués, provocan
continuamente las mayores conmociones del orden social, sólo ahora la
supresión de la propiedad privada se ha hecho posible e incluso
absolutamente necesaria.
XVI.
¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?
Sería de desear que fuese así, y los comunistas,
como es lógico, serían los últimos en oponerse a ello.
Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además de
inútiles, son incluso perjudiciales.
Están perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las
revoluciones premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y
en todas partes una consecuencia necesaria de circunstancias que no
dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de unos u otros
partidos o clases enteras.
Pero, al propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el
desarrollo del proletariado en casi todos los países civilizados y que,
con ello, los enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus
energías para la revolución.
Si todo ello termina, en fin de cuentas, empujando al proletariado
subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con
hechos, no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la causa del
proletariado.
XVII.
¿Será posible suprimir de golpe la propiedad privada?
No, no será posible, del mismo modo que no se puede aumentar de golpe
las fuerzas productivas existentes en la medida necesaria para crear
una economía colectiva.
Por eso, la revolución del proletariado, que se avecina según todos los
indicios, sólo podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y
acabará con la propiedad privada únicamente cuando haya creado la
necesaria cantidad de medios de producción.
XVIII.
¿Qué vía de desarrollo tomará esa revolución?
Establecerá, ante todo, un régimen democrático
y, por tanto, directa o indirectamente, la dominación política del
proletariado.
Directamente en Inglaterra, donde los proletarios constituyen ya la
mayoría del pueblo.
Indirectamente en Francia y en Alemania, donde la mayoría del pueblo no
consta únicamente de proletarios, sino, además, de pequeños campesinos y
pequeños burgueses de la ciudad, que se encuentran sólo en la fase de
transformación en proletariado y que, en lo tocante a la satisfacción de
sus intereses políticos, dependen cada vez más del proletariado, por
cuya razón han de adherirse pronto a las reivindicaciones de éste.
Para ello, quizá, se necesite una nueva lucha que, sin embargo, no puede
tener otro desenlace que la victoria del proletariado.
[92]
La democracia sería absolutamente inútil para el
proletariado si no la utilizara inmediatamente como medio para llevar a
cabo amplias medidas que atentasen directamente contra la propiedad
privada y asegurasen la existencia del proletariado.
Las medidas más importantes, que dimanan necesariamente de las
condiciones actuales, son:
1) Restricción de la propiedad privada mediante el
impuesto progresivo, el alto impuesto sobre las herencias, la abolición
del derecho de herencia en las líneas laterales (hermanos, sobrinos,
etc.), préstamos forzosos, etc.
2) Expropiación gradual de los propietarios
agrarios, fabricantes, propietarios de ferrocarriles y buques,
parcialmente con ayuda de la competencia por parte de la industria
estatal y, parcialmente de modo directo, con indemnización en asignados.
3) Confiscación de los bienes de todos los emigrados y de los rebeldes contra la mayoría del pueblo.
4) Organización del trabajo y ocupación de los
proletarios en fincas, fábricas y talleres nacionales, con lo cual se
eliminará la competencia entre los obreros, y los fabricantes que
queden, tendrán que pagar salarios tan altos como el Estado.
5) Igual deber obligatorio de trabajo para todos
los miembros de la sociedad hasta la supresión completa de la propiedad
privada.
Formación de ejércitos industriales, sobre todo para la agricultura.
6) Centralización de los créditos y la banca en las manos del Estado a través del Banco Nacional, con capital del Estado.
Cierre de todos los bancos privados.
7) Aumento del número de fábricas, talleres,
ferrocarriles y buques nacionales, cultivo de todas las tierras que
están sin labrar y mejoramiento del cultivo de las demás tierras en
consonancia con el aumento de los capitales y del número de obreros de
que dispone la nación.
8) Educación de todos los niños en establecimientos
estatales y a cargo del Estado, desde el momento en que puedan
prescindir del cuidado de la madre.
Conjugar la educación con el trabajo fabril.
9) Construcción de grandes palacios en las fincas
del Estado para que sirvan de vivienda a las comunas de ciudadanos que
trabajen en la industria y la agricultura y unan las ventajas de la vida
en la ciudad y en el campo, evitando así el carácter unilateral y los
defectos de la una y la otra.
10) Destrucción de todas las casas y barrios insalubres y mal construidos.
11) Igualdad de derecho de herencia para los hijos legítimos y los naturales.
[93]
12) Concentración de todos los medios de transporte en manos de la nación.
Por supuesto, todas estas medidas no podrán ser
llevadas a la práctica de golpe.
Pero cada una entraña necesariamente la siguiente.
Una vez emprendido el primer ataque radical contra la propiedad privada,
el proletariado se verá obligado a seguir siempre adelante y a
concentrar más y más en las manos del Estado todo el capital, toda la
agricultura, toda la industria, todo el transporte y todo el cambio.
Este es el objetivo a que conducen las medidas mencionadas.
Ellas serán aplicables y surtirán su efecto centralizador exactamente en
el mismo grado en que el trabajo del proletariado multiplique las
fuerzas productivas del país.
Finalmente, cuando todo el capital, toda la producción y todo el cambio
estén concentrados en las manos de la nación, la propiedad privada
dejará de existir de por sí, el dinero se hará superfluo, la producción
aumentará y los hombres cambiarán tanto que se podrán suprimir también
las últimas formas de relaciones de la vieja sociedad.
XIX.
¿Es posible esta revolución en un solo país?
No.
La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan
estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los
pueblos civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra
del otro.
Además, ha nivelado en todos los países civilizados el desarrollo social
a tal punto que en todos estos países la burguesía y el proletariado se
han erigido en las dos clases decisivas de la sociedad, y la lucha
entre ellas se ha convertido en la principal lucha de nuestros días.
Por consecuencia, la revolución comunista no será una revolución
puramente nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los
países civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, en América, en
Francia y en Alemania [2].
Ella se desarrollará en cada uno de estos países más rápidamente o más
lentamente, dependiendo del grado en que esté en cada uno de ellos más
desarrollada la industria, en que se hayan acumulado más riquezas y se
disponga de mayores fuerzas productivas.
Por eso será más lenta y difícil en Alemania y más rápida y fácil en
Inglaterra.
Ejercerá igualmente una influencia considerable en los demás países del
mundo, modificará de raíz y acelerará extraordinariamente su anterior
marcha del desarrollo.
Es una revolución universal y tendrá, por eso, un ámbito universal.
XX.
¿Cuáles serán las consecuencias de la supresión definitiva de la propiedad privada?
Al quitar a los capitalistas privados el usufructo
de todas las fuerzas productivas y medios de comunicación, así como el
cambio y el reparto de los productos, al administrar todo eso con [94]
arreglo a un plan basado en los recursos disponibles y las necesidades
de toda la sociedad, ésta suprimirá, primeramente, todas las
consecuencias nefastas ligadas al actual sistema de dirección de la gran
industria.
Las crisis desaparecerán; la producción ampliada, que es, en la sociedad
actual, una superproducción y una causa tan poderosa de la miseria,
será entonces muy insuficiente y deberá adquirir proporciones mucho
mayores.
En lugar de engendrar la miseria, la producción superior a las
necesidades perentorias de la sociedad permitirá satisfacer las demandas
de todos los miembros de ésta, engendrará nuevas demandas y creará, a
la vez, los medios de satisfacerlas.
Será la condición y la causa de un mayor progreso y lo llevará a cabo,
sin suscitar, como antes, el trastorno periódico de todo el orden
social.
La gran industria, liberada de las trabas de la propiedad privada, se
desarrollará en tales proporciones que, comparado con ellas, su estado
actual parecerá tan mezquino como la manufactura al lado de la gran
industria moderna.
Este avance de la industria brindara a la sociedad suficiente cantidad
de productos para satisfacer las necesidades de todos.
Del mismo modo, la agricultura, en la que, debido al yugo de la
propiedad privada y al fraccionamiento de las parcelas, resulta difícil
el empleo de los perfeccionamientos ya existentes y de los adelantos de
la ciencia experimentará un nuevo auge y ofrecerá a disposición de la
sociedad una cantidad suficiente de productos.
Así, la sociedad producirá lo bastante para organizar la distribución
con vistas a cubrir las necesidades de todos sus miembros.
Con ello quedará superflua la división de la sociedad en clases
distintas y antagónicas.
Dicha división, además de superflua, será incluso incompatible con el
nuevo régimen social.
La existencia de clases se debe a la división del trabajo, y esta
última, bajo su forma actual desaparecerá enteramente, ya que, para
elevar la producción industrial y agrícola al mencionado nivel no bastan
sólo los medios auxiliares mecánicos y químicos.
Es preciso desarrollar correlativamente las aptitudes de los hombres que
emplean estos medios.
Al igual que en el siglo pasado, cuando los campesinos y los obreros de
las manufacturas, tras de ser incorporados a la gran industria,
modificaron todo su régimen de vida y se volvieron completamente otros,
la dirección colectiva de la producción por toda la sociedad y el nuevo
progreso de dicha producción que resultara de ello necesitarán hombres
nuevos y los formarán.
La gestión colectiva de la producción no puede correr a cargo de los
hombres tales como lo son hoy, hombres que dependen cada cual de una
rama determinada de la producción, están aferrados a ella, son
explotados por ella, desarrollan nada más que un aspecto de sus aptitudes a cuenta de todos los otros y sólo conocen [95] una
rama o parte de alguna rama de toda la producción.
La industria de nuestros días está ya cada vez menos en condiciones de
emplear tales hombres.
La industria que funciona de modo planificado merced al esfuerzo común
de toda la sociedad presupone con más motivo hombres con aptitudes
desarrolladas universalmente, hombres capaces de orientarse en todo el
sistema de la producción.
Por consiguiente, desaparecerá del todo la división del trabajo, minada
ya en la actualidad por la máquina, la división que hace que uno sea
campesino, otro, zapatero, un tercero, obrero fabril, y un cuarto,
especulador de la bolsa.
La educación dará a los jóvenes la posibilidad de asimilar rápidamente
en la práctica todo el sistema de producción y les permitirá pasar
sucesivamente de una rama de la producción a otra, según sean las
necesidades de la sociedad o sus propias inclinaciones.
Por consiguiente, la educación los liberará de ese carácter unilateral
que la división actual del trabajo impone a cada individuo.
Así, la sociedad organizada sobre bases comunistas dará a sus miembros
la posibilidad de emplear en todos los aspectos sus facultades
desarrolladas universalmente.
Pero, con ello desaparecerán inevitablemente las diversas clases.
Por tanto, de una parte, la sociedad organizada sobre bases comunistas
es incompatible con la existencia de clases y, de la otra, la propia
construcción de esa sociedad brinda los medios para suprimir las
diferencias de clase.
De ahí se desprende que ha de desaparecer
igualmente la oposición entre la ciudad y el campo.
Unos mismos hombres se dedicarán al trabajo agrícola y al industrial, en
lugar de dejar que lo hagan dos clases diferentes.
Esto es una condición necesaria de la asociación comunista y por razones
muy materiales.
La dispersión de la población rural dedicada a la agricultura, a la par
con la concentración de la población industrial en las grandes ciudades,
corresponde sólo a una etapa todavía inferior de desarrollo de la
agricultura y la industria y es un obstáculo para el progreso, cosa que
se hace ya sentir con mucha fuerza.
La asociación general de todos los miembros de la
sociedad al objeto de utilizar colectiva y racionalmente las fuerzas
productivas; el fomento de la producción en proporciones suficientes
para cubrir las necesidades de todos; la liquidación del estado de cosas
en el que las necesidades de unos se satisfacen a costa de otros; la
supresión completa de las clases y del antagonismo entre ellas; el
desarrollo universal de las facultades de todos los miembros de la
sociedad merced a la eliminación de la anterior división del trabajo,
mediante la educación industrial, merced al cambio de actividad, a la
participación de todos en el usufructo de los bienes creados por todos
y, finalmente, mediante la fusión de la ciudad [96] con el campo serán
los principales resultados de la supresión de la propiedad privada.
XXI.
¿Qué influencia ejercerá el régimen social comunista en la familia?
Las relaciones entre los sexos tendrán un carácter
puramente privado, perteneciente sólo a las personas que toman parte en
ellas, sin el menor motivo para la ingerencia de la sociedad.
Eso es posible merced a la supresión de la propiedad privada y a la
educación de los niños por la sociedad, con lo cual se destruyen las dos
bases del matrimonio actual ligadas a la propiedad privada:
la dependencia de la mujer respecto del hombre y la dependencia de los
hijos respecto de los padres.
En ello reside, precisamente, la respuesta a los alaridos altamente
moralistas de los burguesotes con motivo de la comunidad de las mujeres,
que, según éstos, quieren implantar los comunistas.
La comunidad de las mujeres es un fenómeno que pertenece enteramente a
la sociedad burguesa y existe hoy plenamente bajo la forma de
prostitución.
Pero, la prostitución descansa en la propiedad privada y desaparecerá
junto con ella.
Por consiguiente, la organización comunista, en lugar de implantar la
comunidad de las mujeres, la suprimirá.
XXII.
¿Cuál será la actitud de la organización comunista hacia las nacionalidades existentes?
- Queda [3].
XXIII.
¿Cuál será su actitud hacia las religiones existentes?
- Queda.
XXIV.
¿Cuál es la diferencia entre los comunistas y los socialistas?
Los llamados socialistas se dividen en tres categorías.
La primera consta de partidarios de la sociedad
feudal y patriarcal, que ha sido destruida y sigue siéndolo a diario por
la gran industria, el comercio mundial y la sociedad burguesa creada
por ambos.
Esta categoría saca de los males de la sociedad moderna la conclusión de
que hay que restablecer la sociedad feudal y patriarcal, ya que estaba
libre de estos males.
Todas sus propuestas persiguen, directa o indirectamente, este objetivo.
Los comunistas lucharán siempre enérgicamente contra esa categoría de
socialistas reaccionarios, pese a su fingida compasión de la
miseria del proletariado y las amargas lágrimas que vierten con tal
motivo, puesto que estos socialistas:
1) se proponen un objetivo absolutamente imposible;
2) se esfuerzan por restablecer la dominación de la
aristocracia, los maestros de gremio y los propietarios de
manufacturas, con su séquito de monarcas absolutos o feudales,
funcionarios, soldados y curas, una sociedad que, cierto, estaría libre
de los vicios de [97] la sociedad actual, pero, en cambio, acarrearía,
cuando menos, otros tantos males y, además, no ofrecería la menor
perspectiva de liberación, con ayuda de la organización comunista, de
los obreros oprimidos;
3) muestran sus verdaderos sentimientos cada vez que el proletariado se hace revolucionario y comunista:
se alían inmediatamente a la burguesía contra los proletarios.
La segunda categoría consta de partidarios de la
sociedad actual, a los que los males necesariamente provocados por ésta
inspiran temores en cuanto a la existencia de la misma.
Ellos quieren, por consiguiente, conservar la sociedad actual, pero
suprimir los males ligados a ella.
A tal objeto, unos proponen medidas de simple beneficencia; otros,
grandiosos planes de reformas que, so pretexto de reorganización de la
sociedad, se plantean el mantenimiento de las bases de la sociedad
actual y, con ello, la propia sociedad actual.
Los comunistas deberán igualmente combatir con energía contra estos socialistas burgueses, puesto que éstos trabajan para los enemigos de los comunistas y defienden la sociedad que los comunistas quieren destruir.
Finalmente, la tercera categoría consta de socialistas democráticos.
Al seguir el mismo camino que los comunistas, se proponen llevar a cabo una parte de las medidas señaladas en la pregunta...
[*],
pero no como medidas de transición al comunismo, sino como un medio
suficiente para acabar con la miseria y los males de la sociedad actual.
Estos socialistas democráticos son proletarios que no ven todavía
con bastante claridad las condiciones de su liberación, o
representantes de la pequeña burguesía, es decir, de la clase que, hasta
la conquista de la democracia y la aplicación de las medidas
socialistas dimanantes de ésta, tiene en muchos aspectos los mismos
intereses que los proletarios.
Por eso, los comunistas se entenderán con esos socialistas democráticos
en los momentos de acción y deben, en general, atenerse en esas
ocasiones y en lo posible a una política común con ellos, siempre que
estos socialistas no se pongan al servicio de la burguesía dominante y
no ataquen a los comunistas.
Por supuesto, estas acciones comunes no excluyen la discusión de las
divergencias que existen entre ellos y los comunistas.
XXV.
¿Cuál es la actitud de los comunistas hacia los demás partidos políticos de nuestra época?
Esta actitud es distinta en los diferentes países.
En Inglaterra, Francia y Bélgica, en las que domina la burguesía, los
comunistas todavía tienen intereses comunes con diversos partidos
democráticos, [98] con la particularidad de que esta comunidad de
intereses es tanto mayor cuanto más los demócratas se acercan a los
objetivos de los comunistas en las medidas socialistas que los
demócratas defienden ahora en todas partes, es decir, cuanto más clara y
explícitamente defienden los intereses del proletariado y cuanto más se
apoyan en el proletariado.
En Inglaterra, por ejemplo, los cartistas [4],
que constan de obreros, se aproximan inconmensurablemente más a los
comunistas que los pequeñoburgueses democráticos o los llamados
radicales.
En Norteamérica, donde ha sido proclamada la
Constitución democrática, los comunistas deberán apoyar al partido que
quiere encaminar esta Constitución contra la burguesía y utilizarla en
beneficio del proletariado, es decir, al partido de la reforma agraria
nacional.
En Suiza, los radicales, aunque constituyen
todavía un partido de composición muy heterogénea, son, no obstante, los
únicos con los que los comunistas pueden concertar acuerdos, y entre
estos radicales los más progresistas son los de Vand y los de Ginebra.
Finalmente, en Alemania está todavía por delante la
lucha decisiva entre la burguesía y la monarquía absoluta.
Pero, como los comunistas no pueden contar con una lucha decisiva con la
burguesía antes de que ésta llegue al poder, les conviene a los
comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto posible la dominación,
a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto posible.
Por tanto, en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos, los
comunistas deben estar siempre del lado de la primera, precaviéndose,
no obstante, contra el autoengaño en que incurre la burguesía y sin
fiarse en las aseveraciones seductoras de ésta acerca de las benéficas
consecuencias que, según ella, traerá al proletariado la victoria de la
burguesía.
Las únicas ventajas que la victoria de la burguesía brindará a los
comunistas serán:
1) diversas concesiones que aliviarán a los comunistas la defensa, la
discusión y la propagación de sus principios y, por tanto, aliviarán la
cohesión del proletariado en una clase organizada, estrechamente unida y
dispuesta a la lucha, y 2) la seguridad de que el día en que caigan los
gobiernos absolutistas, llegará la hora de la lucha entre los burgueses
y los proletarios.
A partir de ese día, la política del partido de los comunistas será aquí
la misma que en los países donde domina ya la burguesía.
Escrito por F.
Engels a fines de Se publica de acuerdo con el
octubre y en noviembre de 1847. manuscrito.
Publicado por vez primera como Traducido del alemán.
edición aparte en 1914.
NOTAS
[1]
36.
El trabajo "Principios del comunismo" es un proyecto de programa de la
Liga de los Comunistas.
Lo escribió Engels en París por encargo del comité comarcal de la Liga.
Como lo tenía por proyecto previo, Engels, en la carta a Marx del 23 al
24 de noviembre de 1847, propone renunciar a la forma de catecismo y
redactar un programa de la Liga de los Comunistas en forma de
"Manifiesto Comunista".
En el segundo congreso de la Liga de los Comunistas (29 de noviembre-8
de diciembre), las opiniones de Marx y Engels fueron aprobadas por
completo; se les dio el encargo de redactar el programa de la Liga, que
fue el "Manifiesto del Partido Comunista".
Al escribirlo, los fundadores del marxismo utilizaron una serie de tesis
expuestas en los "Principios del comunismo".
En la obra "Principios del comunismo" Engels
fundamentó teóricamente algunos principios programáticos y tácticos muy
importantes del partido proletario.- 82
[*] Aquí Engels deja en blanco el manuscrito para redactar luego la respuesta a la pregunta IX.
(N.
de la Edit.)
[2]
14.
Esta deducción sobre la posibilidad de la victoria de la revolución
proletaria sólo en el caso de que se hiciera simultáneamente en los
países capitalistas adelantados y, por consiguiente, de la imposibilidad
del triunfo de la revolución en un solo país, y que obtuvo la forma más
acabada en el trabajo de Engels "Principios del comunismo" (1847)
(véase el presente tomo, pág.
82) era acertada para el período del capitalismo premonopolista.
Lenin, partiendo de la ley, que él descubrió, del desarrollo económico y
político desigual del capitalismo en la época del imperialismo, llegó a
la nueva conclusión de que era posible la victoria de la revolución
socialista primero en varios países o incluso en uno solo, tomado por
separado, y de que era imposible la victoria simultánea de la revolución
en todos los países o en la mayoría de ellos.
La fórmula de esta nueva deducción se dio por vez primera en el artículo
de Lenin "La consigna de los Estados Unidos de Europa" (1915).— 34, 93,
277.
[3]
37.
En el manuscrito, en lugar de respuesta a la pregunta 22, así como a la
siguiente, la 23, figura la palabra «queda».
Por lo visto, estima que la respuesta debía quedar en la forma que
estaba expuesta en uno de los proyectos previos, que no nos han llegado,
del programa de la Liga de los Comunistas.- 96
[*] En el manuscrito está en blanco ese lugar; trátase de la pregunta XVIII.
(N.
de la Edit.)
[4] 38.
Recibieron la denominación de cartistas los participantes en el
movimiento obrero de Gran Bretaña entre los años 30 y mediados de los 50
del siglo XIX debido a la grave situación económica y la falta de
derechos políticos.
Este movimiento transcurrió bajo la consigna de la lucha por la
aprobación de la Carta del Pueblo que contenía las reivindicaciones de
sufragio universal y varias condiciones que garantizaban este derecho a
los obreros.
Según la definición de Lenin, el cartismo fue «el primer movimiento
proletario y revolucionario amplio, verdaderamente de masas y
políticamente formado».- 98
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