Agro
El Programa de la Unidad Popular se ocupa extensamente del tema agrario.
Sin embargo, no es el primer punto, sino el sexto. Primera se plantea la ruptura de las cadenas que nos atan a las trasnacionales que nos saquean, se exige una nuevo protagonismo de la banca estatal, se plantea la estatización del comercio exterior. Ninguna de estas medidas es expropiatoria: sólo se recupera el control para estimular las importaciones que se necesitan y gravar las que no se necesitan.
Ya lo hizo la burguesía nacional en el pasado. Hasta 1959, el Estado fijaba diferentes tipos de cambio en las importaciones y exportaciones, en función de estimular un desarrollo productivo nacional. Hoy es todo lo contrario: se evoca al batllismo pero sin mencionar su política estatista, se levanta una imagen de Wilson Ferreira borrando sus propuestas de reforma agraria, se enarbola una bandera artiguista pero se aprueban los tratados de libre comercio (antítesis de su propuesta proteccionista) se puede votar unánimemente la siniestra Ley de Riego, como hizo la bancada del FA diciendo que pese a todo sigue siendo “de izquierda”.
Nadie excepto la UP cuestiona hoy el latifundio, que se ha extendido como una sombra maligna por el monocultivo forestal al servicio del saqueo . Para el FA todo está bien; el trabajador rural tiene ley de ocho horas. La oposición burguesa advierte: ¿de qué sirve el papel si el campo se despuebla, y los pequeños productores que quedan están mortalmente endeudados?
Y podríamos agregar, sólo nosotros: ¿De qué sirve la conquista en el papel si la mayoría de los asalariados rurales sigue sometido a brutales condiciones que afectan su salud y sufre condiciones de trabajo inaceptables? ¿Por qué en aquellos sectores donde su lucha ha logrado mejoras auténticas, la industria del ramo amenaza con cerrar y ya aumenta la desocupación? ¿por qué las cianobacterias llegaron para quedarse?
Ante la desesperación de los pequeños, ante su agonía, la Asociación Rural actúa rápidamente. Desde su origen es socia de los peores intereses antinacionales. Engloba en el término “familia rural” a los oprimidos y a los opulentos, autoproclamándose paladín de todos.
Eso se vio claro cuando los “autoproclamados” se transformaron en “Un solo Uruguay”. Nosotros hablamos con los pequeños productores movilizados; y en el 2017 ya advertían que “por arriba” la ARU los iba a copar, pues ellos no podían abandonar su predio o su tambo una vez a la semana para la agotadora máquina de las reuniones. “¿Entonces tenemos que quedarnos quietos?” se preguntaban. No nos corresponde a nosotros opinar, pero mientas no comprendan que sus intereses son antagónicos con los de la ARU, mientas no se unan a la columna clasista de los trabajadores, no van a conseguir nada sustancial. No van a ser atendidos.
Del mismo modo que Manini Ríos se autoproclama defensor de “la familia militar” y muchos humildes soldados y su familias se la creen , la ARU , en nombre d ela “familia rural” grita que debe recuperarse la rentabilidad de todo el sector, que la gente se está yendo del campo porque no hay rentabilidad.
¿Rentabilidad para quién? Sojeros y forestales tuvieron una alta rentabilidad bajo el FA y la prueba es la suba en el precio de la tierra.
Creo que para recibir aportes para este debate vale la pena leer el Programa de la UP. Ahí hay diagnóstico, propuestas y formas de financiamiento de cada propuesta. Tómese diez minutos y lea. Vale la pena.
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