(Por Atilio A. Boron)
Dando una vez más cumplimiento a su funesta misión Estados Unidos acaba de
sabotear un acuerdo laboriosamente alcanzado entre el gobierno y la oposición
venezolana en los diálogos de Santo Domingo.
La carta que el 7 de Febrero hizo pública el ex presidente del gobierno
español José Luis Rodríguez Zapatero revela su sorpresa -y, de modo más sutil,
su indignación- ante la "inesperada" renuncia por parte de los
representantes de la oposición a suscribir el acuerdo cuando estaba todo listo para la
ceremonia protocolar en la cual se anunciaría públicamente la buena nueva .
Como revela en dicha carta RZ dice que luego de dos años de diálogos y
discusiones se había llegado a un acuerdo para poner en marcha "un proceso electoral con garantías y
consenso en la fecha de los comicios, la posición sobre las sanciones contra
Venezuela, las condiciones de la Comisión de la Verdad, la cooperación ante los
desafíos sociales y económicos, el compromiso por una normalización
institucional y las garantías para el cumplimiento del acuerdo, y el compromiso
para un funcionamiento y desarrollo plenamente normalizado de la política
democrática." (https://www.aporrea.org/oposicion/n320777.html)
https://www.aporrea.org/oposicion/n320777.htmlRamos Allup, Julio Borges, Rodríguez Zapatero en Santo Domingo, |
Este acuerdo, de haber sido firmado por la oposición, ponía
fin a la crisis política que, con sus repercusiones económicas y sociales,
había desatado una de las más graves crisis de Venezuela en su historia.
Era
también un paso gigantesco hacia la normalización de una situación regional
cada vez más crispada por las resonancias del conflicto venezolano. El pretexto
sorpresivamente utilizado por la avergonzada oposición fue la renovada
exigencia de que las elecciones presidenciales fuesen monitoreadas por el Grupo
de Lima, una colección de países (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia,
Costa Rica, Guatemala, Guayana,
Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Santa Lucía) cuyos gobiernos
compiten para ver quien hace gala del mayor servilismo a la hora de obedecer
las órdenes emitidas por la Casa Blanca para atacar a Venezuela. El Grupo de
Lima no es una institución como la UNASUR, la OEA u otras por el estilo.
El
documento elaborado en la República Dominicana ponía en manos de la Secretaría
General de la ONU organizar la fiscalización del comicio presidencial, una
institución infinitamente más seria y prestigiada que el Grupo limeño en donde
abundan los narcopresidentes, los
golpistas bendecidos por Estados Unidos como los mandatarios de Brasil y
Honduras , gobiernos como el de México que hicieron del fraude electoral un
arte de incomparable eficacia, o el de Chile, cuyo mayor logro democrático es
haber decepcionado tanto a su pueblo que menos de la mitad del electorado
concurrió a votar en las últimas elecciones presidenciales. Sin embargo, la
exigencia de que este impresentable grupo de gobiernos fuese el encargado de
garantizar la "transparencia y honestidad" de las elecciones
presidenciales en Venezuela fue el pretexto utilizado para boicotear un acuerdo
que tanto trabajo había costado sellar. ¿Cómo explicar este súbito e inesperado
cambio en la opinión de la oposición venezolana?
Rex Tillerson y Mauricio Macri en Buenos Aires |
Para responder a esta interrogante hay que viajar a
Washington. Tal como era previsible para la Casa Blanca la única solución
aceptable pasa por la destitución de Nicolás Maduro y un "cambio de
régimen", aún si esta opción entraña el peligro de una guerra civil e
ingentes costos humanos y económicos. En otras palabras, el modelo es Libia, o
Irak, y de ninguna manera una transición pactada entre el gobierno y la
oposición, o menos todavía, aceptar la supervivencia del gobierno bolivariano a
cambio de algunos gestos de moderación por parte de Caracas.
Desde la
perspectiva geopolítica que informa todas las acciones de la Casa Blanca ningún
escrúpulo moral puede interferir en el proyecto de someter Venezuela al yugo
estadounidense, esa enfermiza obsesión del imperio para convertir en un
protectorado norteamericano a un país que cuenta con las mayores reservas
petroleras del planeta y un territorio dotado de inmensos recursos naturales.
Para los halcones de Washington cualquier opción distinta a esa es pura
sensiblería, y si los políticos de la oposición venezolana creyeron que estas
negociaciones serían si no avaladas al menos toleradas por la Casa Blanca
cayeron en una infantil ilusión: creer que a Estados Unidos le importa la
democracia, o lo que ellos llaman "crisis humanitaria", o la vigencia
del Estado de Derecho en Venezuela.
Al
imperio estas cuestiones le son completamente irrelevantes cuando se habla de
la inmensa mayoría de los "países de mierda" que constituyen la
periferia del sistema capitalista mundial. Por eso no fue casual que la orden
de abstenerse de firmar los acuerdos coincidiera con la visita de Rex Tillerson
a Colombia, y que fuese el presidente Juan M. Santos quien tuviera la
deshonrosa tarea de transmitir el úkase
imperial a los representantes de la oposición reunidos en Santo Domingo.
Juan M. Santos y Rex Tillerson en Bogotá |
¿Cómo seguirá esta historia? Washington está tensando la
cuerda para tornar inevitable una "solución militar" en Venezuela. Fue
por eso que Tillerson recorrió 5 países
latinoamericanos y caribeños, en un esfuerzo para coordinar a nivel continental
las acciones de lo que bien podría ser el comienzo de un asalto final contra la
patria de Bolívar y Chávez.
El Comando Sur está alistando personal de la Fuerza
Aérea de Estados Unidos en Panamá sin otro verosímil propósito que el de atacar
a Venezuela. Mientras, la ofensiva diplomática y mediática se extiende por todo
el mundo. El Parlamento Europeo ha dado nuevas muestras de su proceso de putrefacción y redobla las
sanciones contra Venezuela, al paso que los sirvientes latinoamericanos y
caribeños de Washington se pliegan oprobiosamente a la agresión. Este 8 de
Febrero el gobierno de Chile anunció la suspensión de manera indefinida de su
participación en el diálogo venezolano porque, según La Moneda, "no se han
acordado condiciones mínimas para una elección presidencial democrática y una
normalización institucional." Parece que, como una vez dijera José Martí, en
Venezuela está llegando "la hora de los hornos y no se ha de ver más que
la luz."
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