Francisco Navarro y Guillermo Oglietti
15-19 minutes
@navarroulos y @GOglietti
1.- Introducción
En los paÃses en desarrollo latinoamericanos nada genera tantas expectativas como la inversión extranjera. Grandes esperanzas se depositan en esta fuente de inversión de la que se espera un maná de secuelas positivas. Se dice que contribuye al crecimiento y al empleo gracias a las inversiones en capital, que genera transferencia de tecnologÃa y hasta que traerá un “saber hacer” gerencial derivado de la sola existencia de firmas extranjeras. Se espera que la inversión extranjera contribuya a desarrollar eslabones de las cadenas productivas que impulsen las exportaciones, o que ocupen sectores que nunca podrÃan ser desarrollados por productores locales, y que, en el caso que existan productores locales, se dice que estimulará una sana competencia que mejorará las empresas locales. Y también se espera, por supuesto, un aporte fresco de capital financiero que contribuya a aliviar el insuficiente ahorro interno.
En los paÃses en desarrollo latinoamericanos, si algo comparten a rajatabla los lÃderes de la izquierda, del centro y de la derecha, es que todos, sin excepción, comparten esta fe desmedida en la inversión extranjera. De hecho, el glamour para atraer la inversión extranjera se ha convertido en uno de los atributos ineludibles que debe tener cualquier lÃder latinoamericano y una de las varas que medirá el éxito de su gestión sin duda es la sumatoria de dólares de inversión extranjera conseguidos.
En los paÃses en desarrollo latinoamericanos, lo único que ha generado tanta expectativa con tan pocos resultados como la inversión extranjera, ha sido el consumo de vidrios de colores allá por 1492. Resulta imposible hallar evidencia académica robusta que pruebe que la inversión extranjera ha contribuido al desarrollo en América Latina. Los trabajos académicos encuentran más bien que esta inversión ha contribuido más a su subdesarrollo, lo cual termina revalorizando los enfoques teóricos que predicen que la inversión extranjera es un caballo de Troya en la economÃa latinoamericana que más bien contribuye a deprimirla y contener su potencial.
Los trabajos académicos encuentran que la inversión extranjera en Latinoamérica ha tenido un rol muy diferente al que tuvo en el sudeste asiático. En Latinoamérica se ha dirigido, sobre todo, a los servicios públicos, al sector financiero y a la explotación de recursos naturales. En efecto, las privatizaciones de los 90 en adelante les abrieron las puertas al muy redituable negocio de servicios públicos como la telefonÃa y la distribución de gas, agua, electricidad etc., la desregulación permitió su ingreso al sector financiero sin restricciones mientras que las garantÃas otorgadas a los inversores a través de tratados de inversión internacionales o bilaterales, fueron una licencia para entrar masivamente a explotar recursos naturales sin riesgos ni ataduras. Pocas inversiones se dirigieron al sector manufacturero, que es el que tiene más posibilidades de generar los impactos positivos de la inversión extranjera. Una gran mayorÃa de las inversiones dirigidas a este sector no ampliaron la capacidad productiva local porque se trató de fusiones o adquisiciones de empresas locales. La inversión extranjera terminó desplazando empresas locales. En cuanto a la mejora de la capacidad gerencial que se esperaba derivarÃa del ingreso de inversiones extranjeras, es difÃcil afirmar cual fue su impacto real, pero a juzgar por los sectores rentistas a los que se ha dirigido, es más posible que esta transferencia de “saber hacer” gerencial haya profundizado las conductas gerenciales rentistas preexistentes. En definitiva, los sectores a los que se dirigió la inversión extranjera fueron sectores que no generan exportaciones, como los servicios públicos y las finanzas, donde desplazaron a empresas locales y se generaron economÃas de enclave, es decir, empresas integradas al mundo pero aisladas de su entorno geográfico más inmediato, y asà fue como desaparecieron, por ejemplo, gran parte del tejido empresarial de proveedores de las grandes empresas privatizadas que fueron sustituidas por importaciones.
En muchos casos se ha observado que cuando las empresas nacionales demuestran capacidad para competir globalmente, por ejemplo gracias al desarrollo de una tecnologÃa propia, la inversión extranjera ingresa para comprar estas empresas y adquirir sus patentes, lo que difÃcilmente se traducirá en un aumento de las posibilidades de desarrollo nacional.
Una de las razones que explica las adquisiciones de empresas nacionales es un fallo de mercado derivado del diferencial de intereses entre paÃses en desarrollo y desarrollados. Las firmas extranjeras consiguen financiamiento en el mercado internacional a tipos de interés mucho más bajos que el costo al que acceden las empresas nacionales, por lo que una misma empresa nacional, pasa a valer mucho más en manos de un propietario extranjero que en manos de un empresario nacional.[1] Se trata de un fallo de mercado, porque genera un sesgo artificial a favor de la concentración propietaria de empresas en manos de los paÃses desarrollados y no al revés.
El objetivo de esta nota es el de evaluar la contribución en términos de financiamiento de la inversión extranjera, es decir, del aporte en términos de capital fresco a las economÃas en desarrollo. Como veremos en los puntos siguientes, otra faceta del caballo de Troya de la inversión extranjera, es que esta hipótesis no se comprueba sino más bien lo contrario. La inversión en cartera termina extrayendo más recursos financieros de los que aporta a las economÃas en desarrollo agravando sus problemas de insuficiencia de divisas.
Recepción de inversión extranjera en Latinoamérica
Para facilitar el análisis hemos dividido la inversión extranjera en sus dos componentes, inversión en cartera e inversión extranjera directa. La principal diferencia entre ambos tipos de inversión es que la inversión en cartera es aquella que no alcanza a superar el 10% del capital social de la compañÃa en la cual invierte. Este umbral del 10% es una convención arbitraria, pero útil para diferenciar las caracterÃsticas de la inversión. La inversión en cartera se espera que tenga un mayor grado de volatilidad porque tiene sobre todo una motivación especulativa-financiera, mientras que la inversión directa, representa una mayor compromiso y poder de decisión del inversor con la empresa receptora de la inversión, por lo tanto, se espera más estabilidad de parte de la inversión directa. La evidencia que soporta esta afirmación es que suele verificarse que cuando un paÃs atraviesa una crisis hay influjos de inversión extranjera directa. Sin embargo, como lo afirma Krugman en su artÃculo “Fire-sale FDI”, esta supuesta estabilidad de la IED podrÃa tratarse más bien de adquisiciones a precio de ganga de empresas en paÃses que atraviesan crisis circunstanciales. En efecto, durante la crisis asiática, los valores de las empresas coreanas se redujeron un 70% aproximadamente para los inversores extranjeros, lo que atrajo muchas adquisiciones por parte de empresas del resto del mundo. ¿Constituyeron este tipo de adquisiciones un aporte a la economÃa coreana?
Aunque la IED supone el primer componente de entrada de capital extranjero, la inversión en cartera presenta números acumulados muy importantes. En el perÃodo de 16 años estudiado (1990-2016) la inversión se divide casi por partes iguales entre inversión directa (53%) y en cartera (47%), aunque esta última ha perdido participación desde el 2000 como lo muestra el hecho de que su participación se redujo al 38% en el perÃodo más reciente (2001-2016). Cabe destacar el caso de México donde la inversión en cartera, una inversión que se realiza mayoritariamente en forma de pasivos de deuda (bonos o renta fija) es incluso superior a las entradas de IED. Por lo tanto, tiene un carácter financiero especulativo menos comprometido con la actividad productiva doméstica.
Este rol de la inversión en cartera, con un mayor porcentaje de inversión en deuda, se repite en la mayorÃa de los paÃses estudiados, excepto en Brasil, Chile, República Dominicana y Honduras, donde la participación en acciones tiene un mayor peso. En cualquier caso, la inversión en cartera que se materializa en pasivos de deuda suele tener una relación indirecta con la actividad económica doméstica a través de los diferentes instrumentos de financiación que en última instancia pueden llegar a la economÃa real. No obstante, esto se acabará concretando en aquellas actividades que mayor rendimiento ofrezcan a corto plazo y conlleva importantes riesgos financieros y económicos como puede ser la generación de burbujas, por ejemplo, inmobiliarias.
En la tabla 1 se observa las entradas de capital de acuerdo a los conceptos de inversión extranjera directa (IED) e inversión en cartera en distintos paÃses de Latinoamérica.
Tabla 1. Inversión extranjera recibida acumulada. 1990-2016
En millones de dólares
* Fuente: Balanzas de Pagos. Cepal.org
** No se disponen de datos de algunos componentes de algunos de los paÃses estudiados.
Repatriación (salida) de utilidades de la inversión extranjera
Históricamente, la IED se ha caracterizado por brindar altos niveles de rentabilidad y si bien en los últimos años esta rentabilidad se ha reducido considerablemente, la media de la última década sigue estando por encima del 6% según el último informe de la CEPAL “La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe”.
Según la CEPAL, entre 2006 y 2012 las utilidades obtenidas por la IED representaron el 92% de la IED recibida, lo que muestra el potencial de generación de ganancia de esta inversión debido, especialmente, al crecimiento de los precios de las materias primas en ese perÃodo y también muestra que la IED no genera fondos frescos de divisas sino que los extrae de las mismas economÃas receptoras.
Una parte importante de esas utilidades son repatriadas por los capitales extranjeros, aproximadamente el 55% dependiendo del paÃs y el perÃodo. Esto significa que grandes cantidades monetarias de divisas “vuelan” de Latinoamérica cada año agravando el problema de la restricción externa caracterÃstico de nuestros paÃses dificultando nuestro desarrollo económico.
En la tabla 2 se muestran los datos acumulados por paÃs sobre las utilidades repatriadas que tienen como fuente la IED y la inversión en cartera. Tan solo en concepto de repatriación de utilidades de la IED, en el perÃodo que va del 1990 al 2016, se fueron de la región más de 935 mil millones de dólares, una cantidad similar al PIB anual de México o de Corea del Sur. El grueso de esta salida de divisas se concentró en el segundo perÃodo (2001-2016), por lo que el crecimiento de los precios de las materias primas tuvo un papel protagonista explicando esta evolución.
Este mismo patrón se observa en la inversión en cartera, cuyo monto total ascendió a 509 mil millones de dólares en todo el perÃodo, aproximadamente el PIB de Argentina o Suiza. Esto pone de manifiesto lo que se ha comentado en el apartado anterior sobre la importancia de esta vÃa para la llegada de capital extranjero y la gran cantidad de utilidades que conlleva, con su consiguiente repatriación.
Debe tenerse en cuenta que el rol más financiero de la inversión extranjera nos hace prever un comportamiento cortoplacista, más propenso a repatriar utilidades y por lo tanto, menos relevante que la IED para cumplir los objetivos de desarrollo nacional. Sin embargo, a lo largo del perÃodo 1990-2016, la inversión en cartera ha repatriado utilidades que representan un 39% del influjo de divisas a los paÃses latinoamericanos, mientras que la inversión extranjera ha repatriado un 49%. No quiere esto decir que la inversión en cartera está más comprometida con el desarrollo latinoamericano que la inversión en cartera, sino que por el contrario, sugiere que son muy pocas las diferencias entre ambos tipos de inversión y que ambos tienen una conducta especulativa similar.
Teniendo en cuenta ambos componentes, las repatriaciones totales de utilidades en el perÃodo 1990-2016 sumó más de 1,44 billones de dólares; 1,23 de los cuales se produjo en el último perÃodo de 2001 a 2016.
Debe destacarse el caso de Brasil, cuyas repatriaciones de IED son menores que las procedentes de la inversión en cartera, aun siendo la primera sustancialmente superior. Es un caso interesante que merece un estudio teniendo en cuenta distintas variables como las tasas de rentabilidad de ambos tipos de inversión y el porcentaje de repatriaciones de las utilidades totales. Resultados sugerentes son los casos de Bolivia, Ecuador o Nicaragua, que en el perÃodo muestran una salida neta de inversión en cartera, es decir, los aportes de esta inversión extranjera de capital fresco en estas economÃas fueron inferiores a las extracciones de capitales, lo que a nuestro criterio muestra una acertada polÃtica de regulación y soberanÃa financiera de parte de estos paÃses.
Tabla 2. Salida de utilidades por tipo de inversión acumulada. 1990-2016
En millones de dólares
* Fuente: Balanzas de Pagos. Cepal.org
* *No se disponen de datos de algunos componentes de algunos de los paÃses estudiados.
La tabla 3 muestra el porcentaje de repatriación de utilidades respecto a los ingresos generados por cada fuente de inversión extranjera. En el perÃodo 1990-2016 por cada dólar recibido de inversión extranjera directa se han repatriado casi 50 centavos (48,9%), y 55 centavos en el perÃodo 2001-2016. Asimismo, como en promedio el 55% de las utilidades fueron repatriadas, se deduce que el 45% fueron reinvertidas, por lo que un porcentaje importante de la IED está conformado por las utilidades reinvertidas. Es decir, una parte importante de la inversión extranjera directa está conformada por utilidades reinvertidas, es decir, recursos financieros que se extraen de la propia economÃa receptora y no constituyen un aporte fresco de recursos provenientes del resto del mundo.
Tabla 3 Relación entre salidas por repatriación de utilidades y llegada de inversión extranjera (en periodos acumulados)
En millones de dólares
* Fuente: Balanzas de Pagos. Cepal.org
** No se disponen de datos de algunos componentes de algunos de los paÃses estudiados o los resultados presentan valores negativos a causa de la utilización de datos acumulados.
Reflexiones finales
Parece ser que cuando se trata de inversión extranjera lo que espera la teorÃa y lo que dice la realidad son asuntos muy diferentes. Llama la atención la capacidad de resistencia de la economÃa neoclásica para seguir promoviendo irreflexiva y exitosamente las bondades de la inversión extranjera aún a costa de la abrumadora evidencia empÃrica en su contra en Latinoamérica. Llama la atención que todas las corrientes polÃticas de todos los paÃses latinoamericanos no sean capaces de percibir esta realidad y sigan compitiendo ingenuamente entre ellas para atraer inversiones extranjeras. Llama la atención que estas fuerzas polÃticas no hayan aprendido del ejemplo de los paÃses asiáticos, que gracias a sus regulaciones consiguieron utilizar las inversiones extranjeras para transformar sus estructuras productivas. La inversión extranjera liberada a la fuerza del libre mercado, como en Latinoamérica, solo orientará las inversiones a los sectores más rentistas, contribuyendo a consolidar la estructura productiva dependiente de América Latina. La inversión extranjera no es ni necesariamente buena, ni necesariamente mala para el desarrollo de nuestros paÃses, todo depende de a qué se dedique, cuánto exporte, cuánta transferencia tecnológica produzca, cuántos proveedores locales desarrolle y cuánto financiamiento aporte. La evidencia latinoamericana al respecto es desilusionante y si no hay cambios en las polÃticas hacia la inversión extranjera seguiremos comprando vidrios de colores.
.
[1] Como el método más utilizado para valuar una empresa es el Valor Actual Neto, que es una sumatoria de los beneficios futuros descontados por los tipos de interés futuros (), al ser los tipos de interés más altos en los paÃses en desarrollo, el denominador es mayor en los paÃses en desarrollo por lo que el valor actual de esta corriente de beneficios futuros de una empresa propiedad de un empresario de un paÃs en desarrollo es menor al que la misma empresa tendrÃa de tener un propietario externo. Este fallo de origen explica la mayor proporción de empresas de paÃses en desarrollo que son adquiridas por empresas de paÃses desarrollados y no al revés.
1.- Introducción
En los paÃses en desarrollo latinoamericanos nada genera tantas expectativas como la inversión extranjera. Grandes esperanzas se depositan en esta fuente de inversión de la que se espera un maná de secuelas positivas. Se dice que contribuye al crecimiento y al empleo gracias a las inversiones en capital, que genera transferencia de tecnologÃa y hasta que traerá un “saber hacer” gerencial derivado de la sola existencia de firmas extranjeras. Se espera que la inversión extranjera contribuya a desarrollar eslabones de las cadenas productivas que impulsen las exportaciones, o que ocupen sectores que nunca podrÃan ser desarrollados por productores locales, y que, en el caso que existan productores locales, se dice que estimulará una sana competencia que mejorará las empresas locales. Y también se espera, por supuesto, un aporte fresco de capital financiero que contribuya a aliviar el insuficiente ahorro interno.
En los paÃses en desarrollo latinoamericanos, si algo comparten a rajatabla los lÃderes de la izquierda, del centro y de la derecha, es que todos, sin excepción, comparten esta fe desmedida en la inversión extranjera. De hecho, el glamour para atraer la inversión extranjera se ha convertido en uno de los atributos ineludibles que debe tener cualquier lÃder latinoamericano y una de las varas que medirá el éxito de su gestión sin duda es la sumatoria de dólares de inversión extranjera conseguidos.
En los paÃses en desarrollo latinoamericanos, lo único que ha generado tanta expectativa con tan pocos resultados como la inversión extranjera, ha sido el consumo de vidrios de colores allá por 1492. Resulta imposible hallar evidencia académica robusta que pruebe que la inversión extranjera ha contribuido al desarrollo en América Latina. Los trabajos académicos encuentran más bien que esta inversión ha contribuido más a su subdesarrollo, lo cual termina revalorizando los enfoques teóricos que predicen que la inversión extranjera es un caballo de Troya en la economÃa latinoamericana que más bien contribuye a deprimirla y contener su potencial.
Los trabajos académicos encuentran que la inversión extranjera en Latinoamérica ha tenido un rol muy diferente al que tuvo en el sudeste asiático. En Latinoamérica se ha dirigido, sobre todo, a los servicios públicos, al sector financiero y a la explotación de recursos naturales. En efecto, las privatizaciones de los 90 en adelante les abrieron las puertas al muy redituable negocio de servicios públicos como la telefonÃa y la distribución de gas, agua, electricidad etc., la desregulación permitió su ingreso al sector financiero sin restricciones mientras que las garantÃas otorgadas a los inversores a través de tratados de inversión internacionales o bilaterales, fueron una licencia para entrar masivamente a explotar recursos naturales sin riesgos ni ataduras. Pocas inversiones se dirigieron al sector manufacturero, que es el que tiene más posibilidades de generar los impactos positivos de la inversión extranjera. Una gran mayorÃa de las inversiones dirigidas a este sector no ampliaron la capacidad productiva local porque se trató de fusiones o adquisiciones de empresas locales. La inversión extranjera terminó desplazando empresas locales. En cuanto a la mejora de la capacidad gerencial que se esperaba derivarÃa del ingreso de inversiones extranjeras, es difÃcil afirmar cual fue su impacto real, pero a juzgar por los sectores rentistas a los que se ha dirigido, es más posible que esta transferencia de “saber hacer” gerencial haya profundizado las conductas gerenciales rentistas preexistentes. En definitiva, los sectores a los que se dirigió la inversión extranjera fueron sectores que no generan exportaciones, como los servicios públicos y las finanzas, donde desplazaron a empresas locales y se generaron economÃas de enclave, es decir, empresas integradas al mundo pero aisladas de su entorno geográfico más inmediato, y asà fue como desaparecieron, por ejemplo, gran parte del tejido empresarial de proveedores de las grandes empresas privatizadas que fueron sustituidas por importaciones.
En muchos casos se ha observado que cuando las empresas nacionales demuestran capacidad para competir globalmente, por ejemplo gracias al desarrollo de una tecnologÃa propia, la inversión extranjera ingresa para comprar estas empresas y adquirir sus patentes, lo que difÃcilmente se traducirá en un aumento de las posibilidades de desarrollo nacional.
Una de las razones que explica las adquisiciones de empresas nacionales es un fallo de mercado derivado del diferencial de intereses entre paÃses en desarrollo y desarrollados. Las firmas extranjeras consiguen financiamiento en el mercado internacional a tipos de interés mucho más bajos que el costo al que acceden las empresas nacionales, por lo que una misma empresa nacional, pasa a valer mucho más en manos de un propietario extranjero que en manos de un empresario nacional.[1] Se trata de un fallo de mercado, porque genera un sesgo artificial a favor de la concentración propietaria de empresas en manos de los paÃses desarrollados y no al revés.
El objetivo de esta nota es el de evaluar la contribución en términos de financiamiento de la inversión extranjera, es decir, del aporte en términos de capital fresco a las economÃas en desarrollo. Como veremos en los puntos siguientes, otra faceta del caballo de Troya de la inversión extranjera, es que esta hipótesis no se comprueba sino más bien lo contrario. La inversión en cartera termina extrayendo más recursos financieros de los que aporta a las economÃas en desarrollo agravando sus problemas de insuficiencia de divisas.
Recepción de inversión extranjera en Latinoamérica
Para facilitar el análisis hemos dividido la inversión extranjera en sus dos componentes, inversión en cartera e inversión extranjera directa. La principal diferencia entre ambos tipos de inversión es que la inversión en cartera es aquella que no alcanza a superar el 10% del capital social de la compañÃa en la cual invierte. Este umbral del 10% es una convención arbitraria, pero útil para diferenciar las caracterÃsticas de la inversión. La inversión en cartera se espera que tenga un mayor grado de volatilidad porque tiene sobre todo una motivación especulativa-financiera, mientras que la inversión directa, representa una mayor compromiso y poder de decisión del inversor con la empresa receptora de la inversión, por lo tanto, se espera más estabilidad de parte de la inversión directa. La evidencia que soporta esta afirmación es que suele verificarse que cuando un paÃs atraviesa una crisis hay influjos de inversión extranjera directa. Sin embargo, como lo afirma Krugman en su artÃculo “Fire-sale FDI”, esta supuesta estabilidad de la IED podrÃa tratarse más bien de adquisiciones a precio de ganga de empresas en paÃses que atraviesan crisis circunstanciales. En efecto, durante la crisis asiática, los valores de las empresas coreanas se redujeron un 70% aproximadamente para los inversores extranjeros, lo que atrajo muchas adquisiciones por parte de empresas del resto del mundo. ¿Constituyeron este tipo de adquisiciones un aporte a la economÃa coreana?
Aunque la IED supone el primer componente de entrada de capital extranjero, la inversión en cartera presenta números acumulados muy importantes. En el perÃodo de 16 años estudiado (1990-2016) la inversión se divide casi por partes iguales entre inversión directa (53%) y en cartera (47%), aunque esta última ha perdido participación desde el 2000 como lo muestra el hecho de que su participación se redujo al 38% en el perÃodo más reciente (2001-2016). Cabe destacar el caso de México donde la inversión en cartera, una inversión que se realiza mayoritariamente en forma de pasivos de deuda (bonos o renta fija) es incluso superior a las entradas de IED. Por lo tanto, tiene un carácter financiero especulativo menos comprometido con la actividad productiva doméstica.
Este rol de la inversión en cartera, con un mayor porcentaje de inversión en deuda, se repite en la mayorÃa de los paÃses estudiados, excepto en Brasil, Chile, República Dominicana y Honduras, donde la participación en acciones tiene un mayor peso. En cualquier caso, la inversión en cartera que se materializa en pasivos de deuda suele tener una relación indirecta con la actividad económica doméstica a través de los diferentes instrumentos de financiación que en última instancia pueden llegar a la economÃa real. No obstante, esto se acabará concretando en aquellas actividades que mayor rendimiento ofrezcan a corto plazo y conlleva importantes riesgos financieros y económicos como puede ser la generación de burbujas, por ejemplo, inmobiliarias.
En la tabla 1 se observa las entradas de capital de acuerdo a los conceptos de inversión extranjera directa (IED) e inversión en cartera en distintos paÃses de Latinoamérica.
Tabla 1. Inversión extranjera recibida acumulada. 1990-2016
En millones de dólares
* Fuente: Balanzas de Pagos. Cepal.org
** No se disponen de datos de algunos componentes de algunos de los paÃses estudiados.
Repatriación (salida) de utilidades de la inversión extranjera
Históricamente, la IED se ha caracterizado por brindar altos niveles de rentabilidad y si bien en los últimos años esta rentabilidad se ha reducido considerablemente, la media de la última década sigue estando por encima del 6% según el último informe de la CEPAL “La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe”.
Según la CEPAL, entre 2006 y 2012 las utilidades obtenidas por la IED representaron el 92% de la IED recibida, lo que muestra el potencial de generación de ganancia de esta inversión debido, especialmente, al crecimiento de los precios de las materias primas en ese perÃodo y también muestra que la IED no genera fondos frescos de divisas sino que los extrae de las mismas economÃas receptoras.
Una parte importante de esas utilidades son repatriadas por los capitales extranjeros, aproximadamente el 55% dependiendo del paÃs y el perÃodo. Esto significa que grandes cantidades monetarias de divisas “vuelan” de Latinoamérica cada año agravando el problema de la restricción externa caracterÃstico de nuestros paÃses dificultando nuestro desarrollo económico.
En la tabla 2 se muestran los datos acumulados por paÃs sobre las utilidades repatriadas que tienen como fuente la IED y la inversión en cartera. Tan solo en concepto de repatriación de utilidades de la IED, en el perÃodo que va del 1990 al 2016, se fueron de la región más de 935 mil millones de dólares, una cantidad similar al PIB anual de México o de Corea del Sur. El grueso de esta salida de divisas se concentró en el segundo perÃodo (2001-2016), por lo que el crecimiento de los precios de las materias primas tuvo un papel protagonista explicando esta evolución.
Este mismo patrón se observa en la inversión en cartera, cuyo monto total ascendió a 509 mil millones de dólares en todo el perÃodo, aproximadamente el PIB de Argentina o Suiza. Esto pone de manifiesto lo que se ha comentado en el apartado anterior sobre la importancia de esta vÃa para la llegada de capital extranjero y la gran cantidad de utilidades que conlleva, con su consiguiente repatriación.
Debe tenerse en cuenta que el rol más financiero de la inversión extranjera nos hace prever un comportamiento cortoplacista, más propenso a repatriar utilidades y por lo tanto, menos relevante que la IED para cumplir los objetivos de desarrollo nacional. Sin embargo, a lo largo del perÃodo 1990-2016, la inversión en cartera ha repatriado utilidades que representan un 39% del influjo de divisas a los paÃses latinoamericanos, mientras que la inversión extranjera ha repatriado un 49%. No quiere esto decir que la inversión en cartera está más comprometida con el desarrollo latinoamericano que la inversión en cartera, sino que por el contrario, sugiere que son muy pocas las diferencias entre ambos tipos de inversión y que ambos tienen una conducta especulativa similar.
Teniendo en cuenta ambos componentes, las repatriaciones totales de utilidades en el perÃodo 1990-2016 sumó más de 1,44 billones de dólares; 1,23 de los cuales se produjo en el último perÃodo de 2001 a 2016.
Debe destacarse el caso de Brasil, cuyas repatriaciones de IED son menores que las procedentes de la inversión en cartera, aun siendo la primera sustancialmente superior. Es un caso interesante que merece un estudio teniendo en cuenta distintas variables como las tasas de rentabilidad de ambos tipos de inversión y el porcentaje de repatriaciones de las utilidades totales. Resultados sugerentes son los casos de Bolivia, Ecuador o Nicaragua, que en el perÃodo muestran una salida neta de inversión en cartera, es decir, los aportes de esta inversión extranjera de capital fresco en estas economÃas fueron inferiores a las extracciones de capitales, lo que a nuestro criterio muestra una acertada polÃtica de regulación y soberanÃa financiera de parte de estos paÃses.
Tabla 2. Salida de utilidades por tipo de inversión acumulada. 1990-2016
En millones de dólares
* Fuente: Balanzas de Pagos. Cepal.org
* *No se disponen de datos de algunos componentes de algunos de los paÃses estudiados.
La tabla 3 muestra el porcentaje de repatriación de utilidades respecto a los ingresos generados por cada fuente de inversión extranjera. En el perÃodo 1990-2016 por cada dólar recibido de inversión extranjera directa se han repatriado casi 50 centavos (48,9%), y 55 centavos en el perÃodo 2001-2016. Asimismo, como en promedio el 55% de las utilidades fueron repatriadas, se deduce que el 45% fueron reinvertidas, por lo que un porcentaje importante de la IED está conformado por las utilidades reinvertidas. Es decir, una parte importante de la inversión extranjera directa está conformada por utilidades reinvertidas, es decir, recursos financieros que se extraen de la propia economÃa receptora y no constituyen un aporte fresco de recursos provenientes del resto del mundo.
Tabla 3 Relación entre salidas por repatriación de utilidades y llegada de inversión extranjera (en periodos acumulados)
En millones de dólares
* Fuente: Balanzas de Pagos. Cepal.org
** No se disponen de datos de algunos componentes de algunos de los paÃses estudiados o los resultados presentan valores negativos a causa de la utilización de datos acumulados.
Reflexiones finales
Parece ser que cuando se trata de inversión extranjera lo que espera la teorÃa y lo que dice la realidad son asuntos muy diferentes. Llama la atención la capacidad de resistencia de la economÃa neoclásica para seguir promoviendo irreflexiva y exitosamente las bondades de la inversión extranjera aún a costa de la abrumadora evidencia empÃrica en su contra en Latinoamérica. Llama la atención que todas las corrientes polÃticas de todos los paÃses latinoamericanos no sean capaces de percibir esta realidad y sigan compitiendo ingenuamente entre ellas para atraer inversiones extranjeras. Llama la atención que estas fuerzas polÃticas no hayan aprendido del ejemplo de los paÃses asiáticos, que gracias a sus regulaciones consiguieron utilizar las inversiones extranjeras para transformar sus estructuras productivas. La inversión extranjera liberada a la fuerza del libre mercado, como en Latinoamérica, solo orientará las inversiones a los sectores más rentistas, contribuyendo a consolidar la estructura productiva dependiente de América Latina. La inversión extranjera no es ni necesariamente buena, ni necesariamente mala para el desarrollo de nuestros paÃses, todo depende de a qué se dedique, cuánto exporte, cuánta transferencia tecnológica produzca, cuántos proveedores locales desarrolle y cuánto financiamiento aporte. La evidencia latinoamericana al respecto es desilusionante y si no hay cambios en las polÃticas hacia la inversión extranjera seguiremos comprando vidrios de colores.
.
[1] Como el método más utilizado para valuar una empresa es el Valor Actual Neto, que es una sumatoria de los beneficios futuros descontados por los tipos de interés futuros (), al ser los tipos de interés más altos en los paÃses en desarrollo, el denominador es mayor en los paÃses en desarrollo por lo que el valor actual de esta corriente de beneficios futuros de una empresa propiedad de un empresario de un paÃs en desarrollo es menor al que la misma empresa tendrÃa de tener un propietario externo. Este fallo de origen explica la mayor proporción de empresas de paÃses en desarrollo que son adquiridas por empresas de paÃses desarrollados y no al revés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario