sábado, 11 de enero de 2020

NICARAGUA. 13 años después del reinicio de la Revolución Sandinista es más nación que nunca


tomado de

insurgente.org
NICARAGUA. 13 años después del reinicio de la Revolución Sandinista es más nación que nunca

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Por fin, al cabo de dos siglos de difícil existencia, entre el entreguismo de las élites, la voracidad de los imperios y el sufrimiento del pueblo, Nicaragua puede empezar a decir que construir nación ha dejado de ser algo más que un sueño para convertirse en una realidad de todos los días.

Desde el 10 de enero de 2007 hasta la fecha Nicaragua ha tenido avances sin precedentes en la construcción de su proyecto nacional. El país tuvo anteriormente otros dos períodos en los que se hicieron avances en este sentido, que fueron la presidencia del general José Santos Zelaya, entre 1893 y 1909 y el primer período de gobierno sandinista, entre 1979 y 1990, tras el derrocamiento de la dictadura somocista.

La Revolución Liberal de fines del siglo XIX a inicios de XX y las dos etapas de la Revolución Sandinista (la de los años ochenta del siglo pasado y la actual), han sido los tres grandes períodos de construcción nacional en Nicaragua. El resto de la historia del país, desde 1821 hasta la fecha se había repartido entre luchas de poder entre las élites liberoconservadoras, intervenciones imperiales, heroica resistencia popular y brutal represión, a menudo de carácter genocida.

En esos períodos de triste recuerdo, apenas se hizo algún avance que otro en la construcción de un Estado Nacional digno de su nombre en Nicaragua, y eso siempre subordinado a la inserción del país en un modelo de relaciones económicas totalmente dependiente de los intereses imperiales. Si se construía alguna infraestructura o se reconocía algún derecho, eso siempre estaba supeditado a tres factores: a) Que Nicaragua siguiera siendo un fiel proveedor de materias primas para el imperio; b) que en última instancia el pueblo nicaragüense ofreciera su fuerza de trabajo al precio más barato posible y c) que se mantuviera el monopolio del poder en manos de las élites conservadoras y liberales de siempre.

A Zelaya hay que agradecerle, entre otras cosas, la recuperación (militar) de la Costa Atlántica de manos del imperio británico; el impulso del proyecto de un canal interoceánico fuera de la tutela de los Estados Unidos; el impulso de la unidad centroamericana; la modernización del Estado; la separación de éste de la Iglesia Católica; la introducción del habeas corpus; la educación gratuita y obligatoria junto con la construcción de escuelas y la introducción del correo y del telégrafo, ferrocarril, vapores, construcción de carreteras, etcétera.

Es necesario acotar que Zelaya fue más temprano que tarde derrocado por los Estados Unidos, que además de ocupar los puertos del Caribe nicaragüense y financiar mercenarios, apoyó a la oposición conservadora y al gobierno de Guatemala, enemigos de Zelaya, en un patrón de conducta harto conocido hasta nuestros días tanto en Nicaragua como en todo el Abya Yala y el denominado tercer mundo.

Tras el derrocamiento de Zelaya en 1909 tuvieron que pasar 70 años de accidentado status quo imperial en Nicaragua en los que el país fue intervenido por el imperio, y aunque los marines fueron militarmente derrotados por el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional del general Augusto C. Sandino, al final los Estados Unidos impusieron uno de los regímenes más oprobiosos de América Latina.

En este período de tiempo nació, creció y también murió de muerte violenta la dictadura somocista, derrocada en 1979 por el pueblo heredero del General Sandino vanguardizado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional fundado por Carlos Fonseca Amador, y a partir del 19 de julio de 1979 nuevamente se retomaría la senda de la construcción nacional interrumpida con el derrocamiento de Zelaya, esta vez firmemente asentada en las clases populares como sujetos del proyecto.

La Revolución Popular Sandinista, aún con más fuerza que la revolución liberal de Zelaya, fue resistida violentamente por el imperio estadounidense, esta vez con bloqueos, guerra de «baja» intensidad, actos terroristas, campañas de difamación y el infaltable financiamiento a grupos oligarcas y vendepatrias dentro del país.

A pesar de tantas agresiones brutales, en entre 1979 y 1990, la Revolución Popular Sandinista tuvo logros históricos: Un Ejército y una Policía verdaderamente populares, democráticos y revolucionarios; alfabetización popular; derechos para la mujer; salud y educación verdaderamente gratuitas y al alcance de todos; autonomía de la Costa Atlántica; reforma agraria y expropiación de los somocistas; la primera Constitución Política verdaderamente democrática de la historia; un pueblo política y socialmente organizado… son incontables los logros alcanzados en esa década que acercaban al país a la meta de la independencia con justicia social.

Al final, la brutal guerra financiada y dirigida por los Estados Unidos, junto a los graves daños causados por esta a la economía, obligaron a la Revolución a hacer un repliegue con la pérdida de las elecciones de 1990 que le dieron el poder político a las mismas élites liberoconservadoras que desde hacía dos siglos habían mantenido al país en la dependencia y el atraso.

Durante ese período, que duró 16 largos años, desde 1990 hasta 2007, esas élites hicieron todo por desmontar lo logrado en la década de los 80s, pero sin conseguir desmontar lo fundamental: un ejército y una policía de raíces revolucionarias; un pueblo organizado y en las calles y un Estado plurinacional con una constitución de raíces democráticas y nacionales. Esta “larga noche neoliberal” significó para Nicaragua un retroceso terrible en todos los órdenes, y especialmente en los niveles de vida del pueblo.

Con la crisis de dominación de las élites liberoconservadoras y la crisis general de la dominación imperialista a inicios del siglo XXI, se dan las condiciones para el regreso al poder del Frente Sandinista en las elecciones de noviembre de 2006 y la toma de posesión por segunda vez del presidente Daniel Ortega el 10 de enero de 2007, abriéndose así el período de los últimos trece años, que puede catalogarse como el de mayor estabilidad y continuidad institucional de la historia nacional, a pesar de que nunca faltaron los intentos de las élites liberoconservadoras por regresar a Nicaragua al estatus colonial, entre ellos el derrotado intento de golpe de abril-julio de 2018.

Se puede decir que Nicaragua hoy en día es más nación que nunca antes en su historia:
Nicaragua es nación porque no tiene tropas extranjeras ni constabularias en su territorio y es más nación porque está probado que sus fuerzas armadas jamás le van a dar un golpe al pueblo.
Es más nación porque estos últimos 13 años han cambiado al país. No hay sector de la actividad en el que el país no se haya fortalecido. Nicaragua ya está prácticamente interconectada por una red de carreteras que se cuentan entre las mejores de la región. Casi la totalidad del territorio está electrificado. Ha hecho avances dramáticos en las telecomunicaciones. Ha hecho avances dramáticos en el acceso al agua potable y el alcantarillado. Por primera vez empieza a tener una red nacional de hospitales modernos para la población. Empieza a producir sus propias medicinas. Produce casi todos los alimentos que consume. Ha cambiado la matriz de generación energética para liberarse de la dependencia del petróleo. Tiene las relaciones internacionales y económicas más diversificadas de toda su historia. Tiene un tendido social e institucional de defensa civil que se está convirtiendo en referente regional para enfrentar todas las amenazas de catástrofes naturales o provocadas por el ser humano con la participación del pueblo.
Es más nación porque su pueblo ya no solo es un sujeto político y social, con grandes movimientos sociales y un fuerte partido de masas, sino también un sujeto económico que gracias a la redistribución y aseguramiento jurídico de la propiedad controla muchos sectores clave de la economía.
Es más nación porque las clases más retrógradas, las que siempre han visto al país como «una finca con indios» para su propio uso, han perdido todo poder moral, todo prestigio y todo control estratégico sobre la economía, hoy en manos de los pequeños y medianos productores, y de todos aquellos interesados en desarrollar el país.
Es más nación porque viene de un largo proceso en el que, aunque aún, como dice la canción, no se ha logrado convertir del todo a los traidores y cobardes en «referencias de una vieja historia», sí se ha logrado demostrar que la inmensa mayoría de este pueblo no está dispuesto a vender su patria ni a dejarse vencer por las presiones y los chantajes de los poderosos.
Es más nación que nunca porque no camina sola en ese proceso de construcción nacional, sino que lo hace junto con los demás pueblos latinoamericanos dentro del proyecto de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
Nicaragua es más nación porque ya lleva 13 años de construcción de un amplio consenso de la sociedad en torno a un proyecto de país, entre el que se cuenta la construcción de un canal interoceánico, tal y como lo soñaron Zelaya y Sandino.

Nicaragua es más nación tras 13 años en los que ha aprendido a estar parada en sus propias piernas, y de estar dispuesta no dejar de hacerlo jamás. Esta segunda etapa de gobiernos sandinistas bajo la conducción del comandante Daniel Ortega, que inició un 10 de enero del 2007 y esperamos se prolongue mucho más allá del año 2021, se puede calificar como la más exitosa de toda la historia independiente de la tierra de Sandino.

(Jorge Capelán / Comentarios desde Managua)

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