La lucha ideológica, sobre todo en tiempos de guerra, es una necesidad acuciante.
Para las y los comunistas, el término imperialismo no es ni una
categoría moral, ni un insulto. Es una definición cuya aplicabilidad a
un determinado Estado depende de una serie de criterios bien concretos.
1. Nada nuevo en la subordinación de la socialdemocracia a la OTAN y el debilitamiento de la conciencia antiimperialista
Uno de los hechos más llamativos de la situación política de la
izquierda en el Estado español es la gran debilidad de las
movilizaciones de las organizaciones obreras y populares contra la OTAN y
el imperialismo euro- estadounidense. Este hecho es más llamativo aún
si se contrasta con las grandes manifestacionesaciones habidas con
ocasión del Referéndum de la OTAN en 1986. A pesar del abrumador
despliegue propagandístico llevado a cabo por el gobierno PSOE, casi el
40% de las personas que votaron, se pronunciaran por el NO y la mayoría,
en Euskadi, Cataluña y Canarias. Ello permite comprobar los cambios
abismales en la conciencia de la clase obrera, que aún mantenía el alto
grado de organización y de lucha ideológica de los últimos años de la
Dictadura. La Transición y las enormes consecuencias de la desaparición
de la URSS, todavía no las habían destruido.
Así mismo, más recientemente, las manifestaciones contra la invasión
de Iraq - de fuerte contenido antiimperialista - sacaron a millones de
personas a la calle y se contaron entre las más masivas del mund;,
aunque hay que recordar que dichas movilizaciones respondieron también a
objetivos electorales del PSOE e IU, bien engrasados por los medios de
comunicación afines.
En la actualidad, el largo proceso de destrucción ideológica,
política y organizativa de la conciencia de clase y antiimperialista que
refleja tanto la labor realizada por el PSOE y, sobre todo, por Unidas
Podemos, como en la enorme debilidad de las organizaciones
revolucionarias, se traduce en una derrota ideológica que ha permitido
la expansión sin apenas resistencia del discurso imperialista.
A todo ello hay que unir la masiva propaganda de guerra llevada a
cabo por todos los grandes medios de comunicación. La censura de medios
rusos y el veto a opiniones diferentes se llevaron a cabo de forma
coordinada por todas las corporaciones mediáticas. Respondían así, con
disciplina militar – nunca mejor dicho –, a la Iniciativa de Alerta
Temprana TNI[1], dirigida por la BBC de Londres e instaurada a partir de
la pandemia Covid. El efecto sobre la conciencia antiimperialista de
las masas ha sido devastador. La caracterización de Putin como el gran
malvado y, por extensión, de Rusia como culpable de la guerra contra
Ucrania y responsable del grave deterioro de las condiciones de vida de
la gran mayoría de la población – a pesar de la relación directa de éste
con las sanciones impuestas a Rusia por EE.UU y, sobre todo, por la UE -
están contribuyendo decisivamente a justificar la intervención de la
OTAN, el envío de armas a la Ucrania fascista y el incremento sin
precedentes de los gastos militares, con repercusiones muy graves en la
carestía de la vida y en el desmantelamiento de los servicios públicos.
Todas estas decisiones, incluida la desaparición práctica del derecho
a la información – agravada por la creación del Foro contra la
Desinformación[2] en el marco de la Estrategia de Seguridad Nacional y
dirigida por el General Ballesteros - han pasado, sin oposición
relevante por parte de la izquierda institucional, incluidas las
autodenominadas izquierdas independentistas, también alineadas en lo
fundamental con un ni-nismo que en la práctica neutraliza posiciones antiimperialistas.
A este respecto, cabe concluir que, tanto los grandes sindicatos como
la izquierda institucional, son instrumentos del Estado y no tienen una
lógica diferente a la de los aparatos de poder de la burguesía.
La posición de otras organizaciones extraparlamentarias -
anticapitalistas, anarquistas o trotskistas – tiene también un largo
recorrido; parte de su caracterización de la URSS como país imperialista
y que se ha centrado, desde su desaparición, en la descalificación de
los gobiernos de los diferentes países que han sufrido ataques por las
potencias imperialistas.
Estos colectivos vienen manteniendo discursos calificados como
ni-nis, que sistemáticamente equiparan a los dirigentes de los países
agredidos por la OTAN, o por potencias imperialistas, con los siguientes
eslóganes: ni Bush, ni Sadam; ni OTAN, ni Milosevic; ni OTAN, ni
Gadafi, etc. Estos planteamientos, que ahora se reeditan con el “ni
Putin, ni OTAN” han contribuido y lo siguen haciendo, a apuntalar el
discurso oficial y a justificar en la práctica las agresiones
imperialistas.
Desde posiciones comunistas ¿tiene fundamento la caracterización de
Rusia como Estado imperialista y, en consecuencia, de la guerra actual
como guerra inter-imperialista?
2.1 Los cambios en la posición política de Rusia
Ninguna de las actitudes anteriormente citadas es nueva. Lo que sí
aparece en el escenario por primera vez es el análisis que están
realizando organizaciones comunistas revolucionarias con posible
influencia sobre nuevas organizaciones que también se reclaman
comunistas y que son referentes sobre todo en Cataluña y Euskal Herria.
Desde estas posiciones, autodefinidas como marxista-leninistas, se
identifica al Estado ruso como imperialista. Por otra parte, afirmando
la defensa del Derecho de Autodeterminación de las Naciones, apenas se
relaciona este derecho democrático básico y central de la posición
leninista, con su reclamación concreta por parte de los pueblos del
Donbass, masacrados por la Ucrania fascista y que parece ser el
desencadenante inmediato de la intervención militar rusa. Así mismo, se
pasa por alto tanto la historia de la OTAN desde su creación como
herramienta militar y política del imperialismo contra el primer estado
obrero de la historia, como su decisivo papel que trasciende a la
desaparición de la URSS, en la subordinación de la UE por el
imperialismo de EEUU
Tras la caída de la URSS en 1991, la OTAN se compromete con Rusia, a
cambio de la disolución del Pacto de Varsovia, a no expandirse hacia el
Este. Desde entonces 14 países de la órbita soviética se han integrado
en la OTAN y es evidente que el cerco al país con mayores recursos
naturales del mundo y su desconexión con la UE, independientemente de su
carácter capitalista, se constituye en objetivo prioritario del
imperialismo estadounidense.
Al mismo tiempo, y desde el final de la II Guerra Mundial, la alianza
de la OTAN en Europa, primero con los restos del nazismo alemán
ocupando cargos dirigentes en el ejército de la RFA y jefes de las
Fuerzas Aliadas de la OTAN para Europa Central,[3] , y actualmente con
grupos nazis europeos, especialmente los de países de la órbita
soviética – entre los que destacan los ucranianos – se ha constituido en
la punta de lanza de la penetración del imperialismo organizando y
ejecutando actos terroristas bien documentados[4].
La interpretación materialista de los procesos sociales requiere de
análisis concretos de la realidad concreta y de su evolución. El proceso
seguido por el Estado ruso desde la desaparición de la URSS, y sobre
todo desde la desaparición de Yeltsin, muestra cómo, sin dejar de ser un
Estado capitalista, cambia sus alianzas internas y en política
exterior, en función de las amenazas “occidentales”.
Los oligarcas rusos construyeron su poder económico sobre las
privatizaciones a gran escala que se produjeron con el desmantelamiento
de la URSS bajo la batuta del imperialismo. Valgan como referencia las
palabras de un técnico estadounidense[5] que asistió al desmantelamiento
masivo de las estructuras económicas y sociales de la Unión Soviética:
“Me di cuenta rápidamente de que el plan de privatizaciones de la
industria rusa se iba a llevar a cabo de la noche a la mañana, con
costes muy altos para centenares de miles de personas (…) se iban a
fulminar decenas de miles de empleos. Pero además las fábricas que iban a
cerrar proveían a la población de escuelas, hospitales, atención
sanitaria y pensiones de la cuna a la tumba. Informé de todo ello a
Washington y les dije que allí no iba a quedar red alguna de seguridad
social. Comprendí claramente que se trataba precisamente de eso; querían
eliminar todos los restos posibles del Estado para que no volviera el
Partido Comunista”.
Las terribles consecuencias sobre la población rusa en el aumento de
la mortalidad, suicidios, alcoholismo, los analicé aqui[6], y
curiosamente fue la Bielorrusia de Lukasenko la que revirtió las
privatizaciones, oponiéndose a los mandatos del FMI. Los resultados en
términos de mortalidad por Tuberculosis pueden observarse aquí:
La llegada de Putin al poder el 31 de diciembre de 1999, que no
supone la modificación del carácter capitalista del Estado ruso, sí
supone una disminución progresiva del poder económico y de la influencia
política de los oligarcas más estrechamente ligados a “occidente”. Son
los que obtuvieron sus propiedades del robo masivo de empresas públicas y
de recursos naturales de la URSS y fungían como cabezas de puente de la
penetración del imperialismo norteamericano y de las alianzas políticas
correspondientes.
Valgan como ejemplo el encarcelamiento y expropiación de potentados
como Vladimir Gussinsky y Mikhail Khodorovsky. Estos, como otros
oligarcas rusos, construyeron sus emporios durante las privatizaciones
masivas de propiedades públicas de la URSS en la época de Yeltsin. El
proceso, que ocasionó una sobremortalidad calculada en 6 millones de
personas y que destruyó la sociedad de los países de la ex-URSS, fue
dirigido principalmente por el viceprimer ministro de Yeltsin, Anatoli
Chubais, vinculado al programa USAID, administrado por el director del
Instituto de Harvard para el Desarrollo Internacional (HIIDD)[7].
Vladimir Gussinsky, firme apoyo de Boris Yeltsin, constituyó en 1989,
al amparo de la Perestroika, el emporio mediático “Media Most” –
propietaria del principal canal privado de TV - junto con la empresa
consultora estadounidense APCO. En 1994 creó uno de los bancos privados
más grandes de Rusia, el Most Bank, y una serie de empresas
constructoras. Fue fundador y presidente del Congreso Nacional Judío.
Detenido en España en el año 2000 por una solicitud de extradición del
Fiscal General de Rusia, fue puesto en libertad por el juez Garzón.
Vendió los activos de sus empresas por 300 millones de dólares. En 2007
obtuvo la nacionalidad española y ha proseguido sus negocios mediáticos
en otros países como Israel y Ucrania[8].
Mikhail Khodorkovsky, también asesor de Yeltsin, fue nombrado
viceministro de Combustible y Energía de Rusia en marzo de 1993. Durante
la época de privatizaciones masivas compró a través de su banco
Menatep, la empresa petrolera estatal Yukos. En 2003, Khodorovsky era el
hombre más rico de Rusia y el decimosexto en la lista Forbes, con un
patrimonio de 15.000 millones de dólares. Fue arrestado por el Gobierno
de Putin, acusado de fraude fiscal, malversación de fondos y lavado de
dinero. Los activos de la empresa fueron congelados y transferidos a las
empresas estatales rusas Rosneft y Gazprom en 2006[9]. Fue considerado
preso de conciencia por Amnistía Internacional. Actualmente vive en
Londres.
Estos y otros muchos personajes que ejercían su influencia en medios
de comunicación y organizaciones políticas, proclives a EE.UU, y que
fueron tratadas por los medios de comunicación occidentales como
víctimas de la censura política por parte de un Estado totalitario que
perseguía a los demócratas, son buena expresión del giro político del
gobierno ruso tras la llegada de Putin al poder. Muchos otros, como Petr
Avn, que trabaja para la Royal Academy de Londres o Mikhail Friedan,
vinculado a la Universidad de Yale, tienen nacionalidad israelí o
ucraniana, sus intereses están vinculados a EE.UU y se posicionaron en
contra de la intervención militar rusa en Ucrania[10].
La política rusa, interna y exterior, desde que Putin llega al poder,
sin dejar de ser capitalista, nada tiene que ver con la de la Rusia de
Yeltsin. Se funda en la negativa del pueblo ruso a ser convertido en una
gran gasolinera en medio de la estepa e irrelevante en otros aspectos
como dijo un ex asesor de Obama y economista de Harvard[11] . Putin
llega al poder cuando Rusia estaba siendo desmembrada, humillada y
saqueada por el imperialismo euro-estadunidense con la colaboración
decidida de “quienes tienen su mansión en Miami, su yate en la Riviera
francesa y, lo que es peor, su corazón y su cabeza también alli”, como
dijo el presidente ruso en un reciente discurso, tratándoles de “quinta
columna” de Occidente[12]. La estupidez de las sanciones contra las
propiedades de estos magnates, aplicadas por EE.UU y la UE, esperando
que ejercieran presión para modificar las políticas del Gobierno ruso,
solo es comparable al resto de las sanciones contra su economía, que
están cayendo como un boomerang sobre occidente, al tiempo que aceleran
los cambios en las alianzas estratégicas de Rusia y de otros países.
Obviar estos cambios, así como el giro en las alianzas con China y el
resto de naciones del BRICS, con los países de África, Asia, Oriente
Próximo y América Latina, que sin constituir, ni mucho menos, una
alianza anticapitalista, sí están construyendo un bloque confrontado con
el imperialismo euro-estadounidense, es un gran error de análisis para
las organizaciones comunistas de países integrados en la OTAN.
2.2. ¿Es Rusia un país imperialista?
Desde planteamientos materialistas, la atribución del carácter de
imperialista a un Estado, requiere de un análisis concreto y
fundamentado de sus características, máxime cuando no se trata de un
estudio teórico, sino de las bases sobre las cuales se erige la posición
política ante una guerra de grandes dimensiones como la actual.
Esta caracterización, realizada, insisto, desde la afirmación de
posiciones leninistas, no ha sido contrastada con el análisis de Lenin
en “El imperialismo, fase superior del capitalismo” en el que se define
con claridad los principios básicos que definen a un Estado capitalista
como imperialista y que son, sin duda, bien conocidos por organizaciones
marxista-leninistas. Tales criterios son:
1.- La concentración de la producción y del capital y la creación de monopolios.
2.- Los bancos y su nuevo papel.
3.- La fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación del capital financiero y la oligarquía financiera.
4.- Importancia destacada de la exportación de capitales.
5.- Grandes monopolios capitalistas internacionales se reparten el mundo.
Lenin, en base a estos principios, analizó y comparó los datos
concretos que permitían caracterizar como imperialistas a las grandes
potencias del momento: Alemania, Francia y Gran Bretaña. Diversos
autores marxistas, como Renfey Clark, Roger Annis[13](2016) y Stansfield
Smith (2019), han realizado importantes análisis, bien documentados,
sobre las características del Estado ruso. He podido actualizar buena
parte de ellos; otros son anteriores a la intensificación de las
sanciones contra Rusia, que sin duda no han contribuido a deteriorar,
sino todo lo contrario, a mejorar las posiciones que aquí se señalan.
Las grandes empresas rusas entre los grandes monopolios internacionales.
Los datos de Forbes para 2022[14] son los siguientes: de las 10
empresas más grandes, 5 son de EE.UU, 3 de China, 1 de Arabia Saudí y 1
de Japón. Entre las 100 primeras empresas, Rusia tiene sólo 2, Gazprom y
Rosneft, de propiedad estatal mayoritaria, en los puestos 49 y 81. Y en
2019 tenía 4 en los puestos 43, 47, 73 y 98.
Las ventas en 2018 de las 25 compañías rusas incluidas en el ranking
de las 2.000 mayores compañías del mundo, (en 2022 se habían reducido a
23) suponían sólo el 1,45% del total.
Producción rusa de productos manufacturados.
En 2015, China ocupó el primer lugar con el 20% de la producción
mundial y EEUU el segundo con el 18%. Rusia ocupó el puesto número15,
por detrás de India, Taiwán, México y Brasil, con sólo el 1% del total
mundial[15].
Exportaciones rusas, fundamentalmente de materias primas.
Los países imperialistas exportan fundamentalmente mercancías de alta
tecnología y de gran valor añadido, mientras los países menos
desarrollados exportan materias primas a los precios determinados por
las grandes potencias en el mercado mundial.
Según el Banco Mundial, en el ranking general de exportaciones, China
ocupa el primer lugar, seguida de EEUU Rusia tiene el puesto 17, y el
82 % de sus exportaciones son materias primas, mientras que los
productos tecnológicos, incluidos los militares, sólo representaron el
8%[16].
El papel internacional de la banca rusa.
El principal banco ruso ocupa el lugar 66 entre los mayores bancos
del mundo. Los activos del sector bancario ruso representan sólo el 75%
del PIB, cuando en los países más desarrollados suelen superar el 100%
del PIB. Por otro lado, en Rusia predominan los pequeños bancos,
mayoritariamente estatales, procedentes de estructuras soviéticas[17].
El papel de Rusia en la exportación de capitales.
Una de las características de un país imperialista, según Lenin, es
la exportación de capitales. En Rusia, la “exportación de capitales” ha
adquirido la forma fundamental de fuga de capitales. Desde que en 1999
Putin accede al gobierno, hasta 2018, se calcula que la salida de
capitales rusos es superior al billón de dólares[18]. El Banco Central
de Rusia calculó que la fuga de capitales en 2018, ascendió a 66.000
millones de dólares[19].
Por otro lado, en el ranking de las 100 mayores empresas no
financieras, clasificadas por sus activos en el extranjero – elemento
clave para valorar la exportación de capital financiero – figuran 20
corporaciones de EE.UU, 14 de Gran Bretaña, 12 de Francia, 11 de
Alemania, 11 de Japón, 5 de Suiza,y 5 de China[20]. Ninguna de ellas es
rusa.
En la participación por países en la riqueza financiera y no
financiera del mundo, EE.UU tiene el 31%; del resto, sólo China tiene
más del 10%, es decir, un 16,4%; Rusia representa un exiguo 0,7%.
A partir de estos datos, la única conclusión posible es que en la
exportación de capitales con fines productivos, Rusia no ocupa un papel
destacado en la escena mundial y es imposible calificarla de país
imperialista.
El papel de Rusia en la “división del mundo entre grandes potencias”.
Este último aspecto, a la hora de definir las características
imperialistas de un Estado, puede analizarse desde tres puntos de vista:
los presupuestos militares, la exportación de armas y las bases
militares en el extranjero.
Sólo en el campo militar Rusia manifiesta su poder, aunque este
aspecto aislado es insuficiente, según Lenin, para tipificarla como
estado imperialista. A este respecto, hay que destacar que el poderío
militar de la Rusia capitalista, sobre todo en cuanto a desarrollo
armamentístico, y sobre todo en lo referente a armamento nuclear,
procede de la época soviética y son empresas públicas.
Hay que señalar en este aspecto, que tanto en la época de la URSS –
en la que se vio obligada a participar en una descomunal carrera
armamentística - como después, Rusia ha estado constantemente amenazada
por el imperialismo y por la OTAN.
Sin embargo, aunque Rusia es uno de los principales países
exportadores de armas del mundo, las exportaciones rusas en este campo
son menos de la mitad que las de EEUU Mientras las exportaciones de
armas de EE.UU se incrementaron en un 25% entre 2013 y 2017, las de
Rusia se redujeron un 7,1% en el mismo periodo[21].
En cuanto a las bases militares en el extranjero, Rusia tiene 15, y
sólo dos fuera de países de la ex-URSS, Vietnam y Siria. EEUU tiene más
de 800 bases en el extranjero.
En cuanto al presupuesto militar, los datos oficiales de EEUU para
2023, arrojan la cifra de 860.000 millones de dólares. Esta cantidad
asciende a más de un billón de dólares si sumamos el de todos los países
de la OTAN. El presupuesto militar de Rusia para 2022 fue 61.700
millones de dólares, menos del 10% de el de EEUU y poco más del 5% del
conjunto de países de la OTAN.
El análisis del Estado ruso, en los términos propuestos por Lenin, le
sitúan muy por detrás de otras grandes potencias capitalistas y nada
comparable a la posición de la URSS antes de su hundimiento.
Rusia es ahora un país capitalista de tercer o cuarto nivel, con la
única excepción de su capacidad militar, en buena parte heredada de la
época soviética y fortalecida ahora ante la evidencia de un ataque de la
OTAN, que hace años se viene gestando.
¿Pueden definirse las intervenciones militares rusas en otros países como imperialistas?
Siria.
En 2011, la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, dio
luz verde a la destrucción de Libia. En ese momento, tanto China como
Rusia, países con derecho a veto, se abstuvieron. La coalición militar
inicial formada por Bélgica, Canadá, Catar, Dinamarca, España, EEUU,
Francia, Italia, Noruega y Reino Unido se amplió hasta 16 países. Ni
Rusia ni China formaron parte de esta coalición.
A partir de ahí, la posición de estos dos últimos países cambió
radicalmente. Cuando los estados de la OTAN intentaron aplicar la misma
receta en Siria, China y Rusia utilizaron su derecho a veto.
En 2015, el gobierno sirio, tras el ataque apenas encubierto de EEUU,
Francia y Gran Bretaña y el apoyo de estas potencias a las facciones
más brutales del ISIS, pidió formalmente ayuda militar a Rusia. El
Parlamento ruso, por unanimidad, apoyó esta intervención a través de
fuerzas aéreas en la base militar rusa de Tartus en el país árabe. A
pesar de las victorias militares de Siria con el apoyo de Rusia sobre el
Estado Islámico y sus potencias patrocinadoras, EEUU sigue ocupando en
la actualidad un tercio de Siria y robando su petróleo.
En Oriente Próximo, y a partir de la victoria militar de Hezbolah
sobre Israel en 2006, se empezó a articular un bloque de alianzas, el
Eje de la Resistencia, que bajo planteamientos exclusivamente políticos
se define por objetivos antimperialistas y antisionistas y en defensa de
la soberanía de sus pueblos. Este Eje, cuyo desarrollo continúa,
incluye a Hezbolah y otras fuerzas nacionalistas libanesas, la
resistencia palestina, Siria, Yemen, Irán e Iraq.
¿Puede calificarse de intervención imperialista el apoyo militar de Rusia a Siria? Es evidente que no.
África.
Desde las llamadas “primaveras árabes”, la destrucción de Libia y los
intentos de devastación de Siria, la fórmula utilizada por las
potencias coloniales en diferentes países africanos ha sido la misma:
provocar atentados terroristas por parte organizaciones vinculadas al
Estado Islámico, desestabilizar sus gobiernos y reforzar su presencia
militar para “ayudar” a sus débiles Estados.
Desde hace poco más de dos años, un número creciente de países
africanos ha decidido poner punto final a esta espiral neocolonial.
Malí, Burkina Faso, la República Democrática del Congo o la República
Centroafricana, entre otros, han solicitado ayuda militar a Rusia y
están obligando a las fuerzas militares de las potencias coloniales,
Francia, Reino Unido y EEUU, a abandonar sus países.
Sin negar, por supuesto, que las empresas rusas o chinas tengan
interés en acceder a las materias primas africanas, es evidente que la
presencia militar de Rusia y las relaciones comerciales que este país y
China están estableciendo en África, nada tienen que ver con la
depredación salvaje de sus recursos, con los golpes de Estado y
asesinatos de líderes africanos, llevados a cabo de forma constante,
desde su “independencia”, por las potencias coloniales.
¿El apoyo militar prestado por Rusia a estos países, solicitado
formalmente por sus gobiernos y saludado por sus pueblos, puede
calificarse de intervención imperialista? Desde el análisis concreto de
la situación de estos países, y por ahora, está claro que no.
El Eje Multipolar.
Sin entrar a analizar lo que supone la alianza de los BRICS, la Ruta
de la Seda, la Organización de Cooperación de Shanghai u otras
estructuras, una obviedad salta a la vista: todos ellos son países no
socialistas, que confrontan la hegemonía política y militar del
imperialismo de EEUU
Las modificaciones geopolíticas que las nuevas alianzas están
suponiendo en Oriente Próximo, con la incorporación a este Eje de Irán,
Turquía o Arabia Saudi, con el aislamiento y la descomposición en curso
del Estado sionista, o los cambios en curso en el continente africano,
están suponiendo un aislamiento sin precedentes de EE.UU y la UE.
Es evidente también que muchos de estos países están sometidos a
sanciones o bloqueos, a intervenciones militares más o menos encubiertas
e intentos de desestabilización por parte del imperialismo
euro-estadounidense cuando no se someten a sus dictados. Estos países
han decidido buscar alianzas económicas y comerciales, incluidas las
compras de armamento, en el llamado Eje Multipolar que les permitan
resistir los ataques del imperialismo “occidental”.
Este nuevo multipolarismo, basado no en cambios políticos, y mucho
menos ideológicos, sino en la soberanía e independencia de sus Estados
frente al imperialismo, no permite hacer conjeturas sobre su posible
intervención en apoyo de revoluciones socialistas en cualquier parte del
mundo. Pero es evidente que su relativa liberación de la bota
imperialista establece nuevas correlaciones de fuerzas a escala
internacional que ningún comunista debiera ignorar.
En todos estos países, incluidos por supuesto Rusia y China, la lucha
de clases sigue y continuará. El papel de las organizaciones comunistas
no debe ser otro que apoyar las luchas de la clase obrera en los mismos
y posibles revoluciones que, si son legítimas y no “revoluciones de
colores” promovidas por la OTAN, tendrán una identidad también
nítidamente anti-imperialista. Y al mismo tiempo, máxime desde Estados
miembros de la OTAN como el nuestro, es preciso valorar el hecho
trascendental de que el dominio depredador del imperialismo
euro-estadounidense-–sionista se encuentra, por primera vez en mucho
tiempo, con límites reales a escala internacional.
Ucrania y el fascismo.
Los análisis realizados en trabajos anteriores permiten identificar
la intervención militar de Rusia en Ucrania contra la OTAN como una
necesidad existencial e ineludible para Rusia. Aparte de que la
estrategia imperial anglosajona, desde hace más de un siglo[22],
identifica el despedazamiento de Rusia y su desconexión con el resto de
Europa como condición para su dominio planetario, hay varios hechos
históricos recientes que muestran los pasos dados en esa dirección
contra la URSS y contra Rusia tras su hundimento:
La creación de la OTAN en 1949, seis años antes de la constitución
del Pacto de Varsovia e implementado tras la entrada de la RFA en la
misma, incumpliendo los Acuerdos de Yalta. La vulneración de los
acuerdos de 1991, por los cuales, a cambio de disolver el Pacto de
Varsovia, la OTAN no se expandiría hacia el Este. Es bien conocido que
desde entonces 14 nuevos países incluidos en dicho Pacto se han
incorporado a la OTAN. La Alianza de EEUU y la OTAN, desde las
postrimerías de la II Guerra Mundial, con organizaciones fascistas
herederas directas del entramado nazi. La Red Stay Behind, como es bien
sabido, operó y opera de forma continuada, mediante acciones
terroristas, tanto en los países de la Europa occidental como de la
Oriental. El cerco militar de la OTAN a Rusia a lo largo de todas sus
fronteras, también con laboratorios de armas biológicas. El
incumplimiento de los acuerdos de Minsk que, como se ha sabido, tenían
por objetivo para la OTAN ganar tiempo para armar a Ucrania.
Dejo para el final la mención al golpe de Estado fascista de 2014 en
Ucrania, dirigido por la OTAN, EEUU y la UE, a la masacre de la casa de
los sindicatos de Odessa y a la matanza perpetrada desde entonces contra
los pueblos de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk en la que
se ha asesinado a 14.000 personas civiles, según datos de la propia ONU.
Ante todos estos hechos, la intervención de Rusia en el Donbass, a
petición de sus gobiernos autoproclamados independientes, en ejercicio
de su Derecho de Autodeterminación, no puede calificarse con un mínimo
de rigor histórico como de “guerra inter-imperialista”.
El análisis de la larga alianza entre la OTAN y el fascismo, que
puede consultarse aquí[23], y su fortalecimiento con el apoyo innegable
del blanqueamiento del mismo llevado a cabo sistemáticamente por los
gobiernos de la UE mediante su apoyo a los nazis ucranianos, es un
elemento clave para desentrañar los mecanismos, tanto del ataque
imperialista en el exterior, como al interior de nuestros países.
Conclusiones
El análisis concreto de la realidad de la Rusia capitalista que, como
creo haber demostrado, impiden definirla como país imperialista, y
sobre todo la participación del Estado español en la OTAN, el resultado
devastador para los pueblos de la UE de las sanciones contra Rusia y la
escalada militarista y represiva que, ensayada durante la pandemia,
prepara sus mecanismos más agresivos en la proyectada Ley de Seguridad
Nacional, exigen a las organizaciones comunistas adoptar posiciones
anti-imperialistas nítidas. Y estas posiciones no pueden obviar, y mucho
menos negar, el derecho de estos países a defender, también
militarmente, su independencia y soberanía.
La valoración de la realidad de la lucha de clases en cada uno de los
países del mundo no puede realizarse al margen de la comprensión del
papel histórico concreto que el imperialismo euro-estadounidense lleva a
cabo y de las nuevas alianzas que se están forjando frente a él que,
sin ser socialistas, sí están confrontando su hegemonía.
Nuestra clase y nuestros pueblos necesitan análisis precisos que les
faculten para llevar a cabo sus tareas históricas en épocas como las
actuales, y mucho más en tiempos de guerra, cuando sus consecuencias
sobre la clase obrera y las clases populares, empiezan a provocar
movilizaciones de envergadura como la que está teniendo lugar en
Francia[24], pero también en Gran Bretaña, Alemania, Chequia y otros
países de la UE y, que sin duda, van a intensificarse.
Cuando entre organizaciones comunistas se comparten posiciones en la
lucha de clases y se utilizan métodos de análisis que dicen beber de las
mismas fuentes teóricas, es necesario abrir caminos de acuerdo, o al
menos vías de diálogo, que nos permitan cumplir con las tareas
históricas que nuestra clase nos exige.
Porque, precisamente ahora, necesitamos de toda nuestra inteligencia,
de todo nuestro entusiasmo y de toda nuestra fuerza para estar a la
altura de los objetivos que nos hemos marcado.
10 de abril de 2023
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Notas
[1] https://www.bbc.com/mediacentre/2020/trusted-news-initiative-vaccine-disinformation
[2] https://www.europapress.es/nacional/noticia-bolanos-crea-foro-contra-desinformacion-dirigira-director-seguridad-nacional-20220615131830.html
[3] https://cnc2022.wordpress.com/2023/03/07/el-imperialismo-anglosajon-la-otan-y-el-fascismo-caras-de-la-misma-moneda/
[4] Ganser, Daniele. (2005) Los ejécitos secretos de la OTAN
[5] https://research.upjohn.org/cgi/viewcontent.cgi?article=1179&context=up_workingpapers
[6] Microsoft Word - Crisis capitalista guerra social sobre el cuerpo de la clase obrera Serpa[1][1].doc (rebelion.org)
[7] https://en.wikipedia.org/wiki/Loans_for_shares_scheme
[8] https://en.wikipedia.org/wiki/Vladimir_Gusinsky
[9] https://es.wikipedia.org/wiki/Yukos
[10] https://www.vozpopuli.com/altavoz/cultura/cambio-cultural-rusia-de-putin.html
[11] https://www.businessinsider.es/economia-rusa-gran-gasolinera-economista-harvard-1016505
[12] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60774949
[13] https://links.org.au/myth-russian-imperialism-defence-lenins-analyses
[14] https://www.forbes.com/lists/global2000/?sh=afff0e85ac04
[15] https://portalalba.org/temas/socialismo/marxismo/es-rusia-un-pais-imperialista/
[16] Ibid.
[17] https://links.org.au/myth-russian-imperialism-defence-lenins-analyses
[18] https://portalalba.org/temas/socialismo/marxismo/es-rusia-un-pais-imperialista/
[19] https://mronline.org/2019/01/02/is-russia-imperialist/
[20] https://topforeignstocks.com/2018/11/19/the-worlds-top-100-non-financial-mnes-based-on-foreign-assets-2017/
[21] https://mronline.org/2019/01/02/is-russia-imperialist/
[22] Maestro, A. (2016) https://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/las-contradicciones-entre-el-imperialismo
[23] https://frenteantiimperialista.org/el-imperialismo-anglosajon-la-otan-y-el-fascismo-caras-de-la-misma-moneda-angeles-maestro/
[24] https://cnc2022.wordpress.com/2023/03/27/la-clase-obrera-francesa-entierra-a-sus-sepultureros-el-genio-salio-de-la-botella/
Militante de CNC.
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