martes, 24 de mayo de 2011

Escribe Gonzalo Abella * VOY A HABLAR


De mí mismo, porque no sé hablar de la impunidad sin que se me salgan las entrañas para afuera.  
 Desde que cumplí sesenta años advertí que ya no soy historiador: soy testigo de la historia. Fui compañero de luchas gremiales de Elena Quinteros y Gustavo Inzaurralde. Compartí alguna vez una guitarra con Salerno, pues si él tuvo después la audacia que lo llevó a Pando, yo tuve la audacia de creerme que podía cantar. Vi salir del Paraninfo Universitario el féretro de Líber Arce, a hombros de estudiantes cuya ropa de abrigo estaba impregnada todavía del olor ácido de los gases lacrimógenos.  
 Muchas muertes entrañables y mucho dolor atraviesan mis recuerdos de esos años. También fui testigo de un heroísmo masivo, sencillo, cotidiano, de gente común, de ese pueblo nuestro que transitó todas las formas de la resistencia y de la solidaridad sin preguntas.  
 Después caminé por el malecón habanero en tiempos que por allí pasaba cada día un barco carguero con la hoz y el martillo en la chimenea. Vi los primeros pasos de aquella Nicaragüita sandinista cantada por los Mejía Godoy, y compartí proyectos audaces con muchos centroamericanos entre los cuales hoy hay muchos muertos, otros que sueñan todavía y otros que han perdido sus sueños más puros y se han vuelto pragmáticos socialdemócratas.  
 Cuando volví al país no me sentí autorizado bajo ningún concepto para juzgar a los que más habían sufrido. Tétricas acusaciones circulaban sobre la conducta de algunos ex presos políticos, pero yo ya había conocido en el exilio el veneno poderoso de la calumnia y me prometí no especular sobre la conducta de los que habían pasado pruebas que yo no había vivido.  
 Pero el Pacto del Club Naval me sacudió. La celeridad con la que Seregni impuso al Frente el acatamiento a este acuerdo con los torturadores era inexplicable. ¿Para qué servía el Pacto? O mejor dicho ¿a quiénes?  
 El imperialismo yanqui había decidido que las dictaduras debían ser sustituidas por democracias tuteladas. Derrotadas circunstancialmente las guerrillas, el imperialismo sentía que debía permitir que los opositores salieran a la luz de la legalidad burguesa para observar quién era quién, para comprar a los comprables, meter en las ONGs a los intelectuales inquietos, llevar de las narices a las universidades tras las zanahorias de préstamos y los programas de investigación y becas, y para pasear gratis por el mundo a dirigentes sociales y a los líderes de las minorías discriminadas.  
 Por eso el Pacto con los militares en derrota, abandonados por la CIA que desclasificaba documentos para hundirlos, no tenía explicación posible dentro de las razones que el Frente quiso dar. Había por detrás otras negociaciones, otros compromisos. Pero yo no entendía cuáles.  
 La Ley de Caducidad (caducidad de la pretensión punitiva del Estado contra los militares violadores de derechos humanos en tiempos de dictadura) fue un nuevo paso brutal que demostró hasta qué punto la institucionalidad estaba conversada y limitada por detrás de la opinión pública.  
 A regañadientes, por la presión de las bases y de los sectores principistas, las autoridades frenteamplistas decidieron interponer un recurso de referéndum contra la Ley de Caducidad, recurso que al ser presentado ya le reconocía a la Caducidad una legitimidad que este mamarracho jurídico no tenía.  
 Pero mucho peor que la Ley, mucho peor que someterse a su pretendida legalidad, fue la decisión de algunos dirigentes del Frente de sabotear el plebiscito que la cuestionaba.  
 Korzeniak y Seregni encabezaron este sutil sabotaje. La costosa propaganda televisiva que el Frente impulsó por el "voto verde" (voto anti- caducidad) mostraba a unas muchachas danzando en calzas con cintas al ritmo de la bamba a la que se le había puesto una letra desideologizada: "vota la lista verde/por la alegría…". ¿Por la alegría? Mientras tanto la derecha no perdía tiempo. Por razones de clase Wilson Ferreira y casi todos los blancos se sumaron a la "papeleta amarrilla" para dejar vigente la caducidad, presentándola como paso equilibrante ante la amnistía ya decretada para los presos políticos.  
 En aquel ya distante 1989, cuando se perdió el plebiscito, ví a un puñado de jóvenes, que daban por entonces sus primeros pasos en la lucha social, llorando de bronca en mi casa. Seregni se apresuró a reconocer que la democracia había dicho su palabra irreversible. Un dirigente frenteamplista me dijo al otro día: "No importa. Hemos hecho barriadas muy provechosas ¡Vamos a ganar la intendencia de Montevideo!". Quizás esas palabras me hicieron tomar una decisión que luego no repetí: fue la única vez que voté en blanco.
Después pasó todo lo que sabemos.  
 En la última campaña electoral vi a Puig del PVP y a López Goldaracena de la1001 embanderados con la hoja rosada, nuevo color del cuestionamiento legal a la Caducidad. Ahora el referéndum se hacía simultáneamente con la elección presidencial, lo cual era un absurdo ¿o un sabotaje? porque la alternativa "Lacalle o Mujica" había generado expectativas ciudadanas y dificultaba cualquier otro debate ciudadano. Para peor, el Frente Amplio distribuyó entre sus partidarios hojas de votación en muchas de las cuales no estaba anexa la papeleta rosada; da para pensar que se calculó exactamente qué porcentaje era necesario sustraer para traicionar el referéndum y a la vez disimular. El referéndum se perdió, pero Puig y López Goldaracena con su discurso llegaron al parlamento. Bien por ellos.  
 Y ahora la farsa de los esfuerzos, casualmente una vez más fracasados, para una anulación que en realidad no era anulación sino interpretación de la Ley de Caducidad. Pero esa interpretación, por otra parte, le corresponde al Poder Judicial y no al Legislativo. Sarthou lo explicó con meridiana claridad. Ese Poder Legislativo que violando la constitución en 1989 inhabilitó a otro poder soberano (el Judicial) para juzgar a los represores, ahora pretendía "interpretar" los artículos de su propio engendro.  
 Muchos compañeros decidieron no acompañar la marcha del silencio del 20 de mayo contra la impunidad porque entendieron que ya no se podía desfilar junto a cómplices encubiertos de la impunidad en un silencio impuesto, sin consignas. Pero mirada desde afuera, objetivamente, la marcha multitudinaria, aún bajo control de la burocracia, es una señal más de que la gente, y en especial los jóvenes, no van a bajar los brazos. Compárese con la pobre convocatoria que tuvo el parito del Pititocenetito el día anterior. Son señales.  
 Alguien me pregunta desde el exterior ¿Cuándo va a protestar el pueblo uruguayo ante tanta ignominia, ante tanta claudicación?  
 Quedate tranquilo, hermano, le contesté. Ya no somos cuatro gatos locos. La conspiración de los grandes medios, sometidos a una censura que sólo se vio en tiempos de dictadura, podrá ocultar las fotos de lo que ya afloró a la superficie, pero tampoco tiene, por suerte, la radiografía de lo que va creciendo en los subterráneos entrelazados del pueblo.  
 Hay mucha sangre derramada y es siembra que cosecharemos. Paco Espínola habló cierta vez de ese mandato que nos viene de la tierra fecundada por los mártires, y mencionó otra impunidad que tampoco perdura: a los seres humanos, dijo, no se les hace bien impunemente.  
 * Profesor, investigador, integrante del Coordinador de la Asamblea Popular 

tomado de La Juventud: http://www.diariolajuventud.com.uy/ 


viernes, 13 de mayo de 2011

Honduras, un pueblo condenado a repetir su nefasta historia



El 9 de abril de 1910, el Estado hondureño entregaba por 99 años, bajo contrato, a la empresa bananera Standard Fruit, nada menos que 71 mil hectáreas de tierras. A cambio, la empresa bananera se comprometía a construir ferrocarriles para el desarrollo del país. Bajo la misma promesa, la United Fruit también recibió miles de hectáreas de tierras por un plazo indefinido. Estos contratos terminaron porque las bananeras se hartaron con las ganancias y Honduras quedó más haraposa que nunca. Un siglo después, Honduras, apuesta por el mismo camino suicida. El régimen del humanismo cristiano, los días 6 y 7 de mayo, en un acto titulado “Honduras Abierta al Negocio”, ofertó al mundo los últimos bienes comunes del país como agua, bosques, suelos y playas, en un paquete de cerca de 160 proyectos. ¡Las condiciones favorables ofertadas para la inversión privada son insuperables! ¡Hasta el mismo gobierno se ofreció en constituirse en un equipo técnico para facilitar la inversión y las ganancias a las multinacionales!
Con las empresas mineras ocurrió u ocurre lo mismo. Si las mineras, en el siglo XVIII pagaban un impuesto del 20% (quinto real), en la actualidad, con todas las comodidades y beneficios, pagan apenas un impuesto de 1%. Todo en nombre del desarrollo y creación de fuentes de empleo, sin cuantificar los irreversibles daños ecológicos que las operaciones mineras irresponsables dejan para el presente y futuro de Honduras.
Desde las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo se promueven en el país las maquilas y las comidas rápidas con todas las exoneraciones tributarias y beneficios inimaginables. El argumento siempre fue el mismo: desarrollo del país y creación de empleos. Estas empresas no pagan impuestos, ni de importación, ni de exportación. Mucho menos de comercialización. Nadie sabe cuánto ganan. Cadenas de supermercados que no pagan ni un centavo de impuestos, mientras a las pulperías familiares se les impone todos los impuestos. El Secretario de Finanzas denunciaba en el 2010 que “más de 170 empresas lacras no pagaban impuestos en el país”.
Con estos y otros históricos negocios, ¿quién ganó? Honduras, ¿es mejor que hace uno o dos siglos atrás? ¿Las generaciones actuales tienen mejor calidad de vida que antes? ¿La juventud y la niñez tienen mayores expectativas de felicidad? NO. En la actualidad cada 43 minutos se asesina violentamente a un hondureño/a. ¡16 niñas/os hondureños mueren diariamente carcomidos por la desnutrición!
Las bananeras jamás trajeron desarrollo a Honduras. Jamás cumplieron con la construcción de ferrocarriles. Incluso, las pocas líneas férreas tendidas, al marcharse, se las recogieron. Sí, llegaron a emplear a más de 25 mil campeños, pero los dejaron carcomidos por la tuberculosis. Si Ud. duda, mire la miseria en los ex fundos de las bananeras.
En la actualidad el Canciller de Honduras, dueño de maquilas, argumenta que las inversiones en las maquilas generan empleo. Sí que generan empleo. Cerca de 200 mil mujeres y jóvenes son exprimidas en condiciones infrahumanas a cambio de un salario que muchas veces ni llega al mínimo establecido por ley. Éste es el empleo para las y los profesionales jóvenes del país. El día que se marchen las maquiladoras sólo dejarán generaciones completas de enfermos. Lo mismo ocurre con las franquicias y con las mineras.
Nadie está en contra de la inversión privada. Toda inversión tiene que realizarse en el marco de una política nacional de transformaciones integrales y sostenibles hacia un buen vivir para las presentes y futuras generaciones. Cuidando el bienestar de la Madre Tierra. Pero, tampoco podemos dejar denunciar la avaricia y opulencia de unos cuantos que se atiza en Honduras sobre las cenizas de las grandes mayorías. Bastante sería con que las empresas exoneradas de impuestos tributen como se debe. Pero no.
El régimen del humanismo cristiano, igual que en tiempos pasados, impone a sangre y fuego la privatización de los pocos bienes comunes que quedaban en el país, sin una pizca de sensibilidad ante el futuro la miseria del pueblo. ¿Por qué seguir apostando a un modelo de saqueo fallido? ¿Será que el régimen actual es tan ignorante que ignora la nefasta historia de las mineras y bananera en Honduras? ¿Hasta cuándo el dormido pueblo hondureño seguirá condenado a repetir su nefasta historia?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Una metáfora para entender la crisis del capitalismo financiarizado

Tomado de SinPermiso: http://www.sinpermiso.info/#   
Yves Smith · · · · ·
















Yves Smith ilustró estupendamente la naturaleza de la actual crisis del capitalismo financiarizado y el consiguiente modelo de crecimiento de los últimos 30 años, fundado en salarios reales estancados y en crecientes niveles de endeudamiento que nutrían burbujas de activos más y más grandes. Y lo hizo con la iluminadora metáfora que reproducimos a continuación. 
Supongamos que una empresa de biotecnología creara un tipo maravilloso de cultivo, la más asombrosa creación de toda la historia de la agricultura. Da mas calorías por hectárea que cualquier otra planta, nutricionalmente es en extremo completo y puede plantarse y cosecharse con harto menos maquinaria y equipo que cualquier otra cosa conocida hasta ahora. Es sabrosa y puede prepararse de muchas maneras. También es dulce, de modo que puede usarse como substituto barato del azúcar y de los jarabes con alto contenido de fructosa derivados del grano. Llamémoslo Cultivo-X.
El Cultivo-X viene a añadirse como nuevo elemento a la pirámide alimenticia y es aceptada por nutricionistas y autoridades públicas sanitarias en todo el mundo. Resulta, además, que el Cultivo-X es también –¡maravíllense!—un afrodisíaco y un estimulante, de modo que contribuye a aumentar la libido de la población y el volumen de la oferta alimentaria y la población mundial crece a tasas superiores.
Las ventas del Cultivo-X se disparan, desplazando a la agricultura tradicional. Una buena parte de las tierras de cultivos tradicionales pasan ahora a producir Cultivo-X. El Cultivo-X es tan eficiente, que parte de las tierras agrícolas se apartan de la producción y se destinan a otros usos: vivienda, grandes centros comerciales, parques… Aunque algunas empresas agrícolas anticuadas todavía subsisten, se reduce drásticamente su volumen y muchos de sus proveedores desaparecen.
Veinte años después de la difusión del Cultivo-X, los médicos descubren que la diabetes y algunos achaques hormonales nuevos están creciendo a ritmos explosivos. Y resulta que esas tasas están muy correlacionadas con los niveles de consumo de Cultivo-X en la alimentación de las personas. Un consumo prolongado de grandes cantidades de Cultivo-X afecta a la glándula pituitaria, que controla casi todas las demás glándulas en el cuerpo y en el páncreas.
Nos enfrentamos a una crisis sanitaria, y no hay vuelta atrás. Resultaría muy difícil y muy costoso volver a poner a producir las antiguas tierras de labor ahora destinadas a otros usos. Algunos tipos de equipo agrícola necesarios para la producción tradicional ya no se fabrican. Y con una población mucho más numerosa que antes, se necesitarían muchas más tierras que antes. La población mundial se ha hecho dependiente de las calorías producidas por el Cultivo-X, de modo que prescindir inmediatamente de él significa la muerte por hambre de no pocos. Pero lo mismo ocurrirá si se persevera en el consumo de su toxicidad. Limitarse simplemente a esperar que las gentes se abstengan de su consumo no ofrece perspectivas demasiado prometedoras: los efectos afrodisíacos y estimulantes del Cultivo-X lo han hecho adictivo.
Las economías avanzadas han quedado atrapadas en la tecnología de la deuda, la cual, como el Cultivo-X, es formadora de hábitos y resulta muy arduo librarse de ella a causa de su bajo precio y al hecho de que otras prácticas han caído entretanto parcialmente en desuso (por ejemplo, la utilización de crédito barato al instante ha desplazado al crédito con evaluaciones de los ingresos y hasta del carácter del solicitante y las opiniones sobre él de su vecino, no menos que sobre la solvencia de la empresa en que trabajaba). Lo cierto es que la actual tecnología de la deuda resulta en una pérdida de información, vía desincentivos al trabajo debidamente concienzudo y diligente del prestamista (¿por qué molestarte, si vas a vender enseguida los títulos de deuda?) y al control del crédito a lo largo de la vida del préstamo. Y los llamados fijos ahora propuestos son inviables. La propuesta de Obama de que el originador del crédito retenga al menos un 5% del mismo y, por lo mismo, rebaje sus honorarios no es lo bastante alta como para alterar la conducta de los agentes económicos.  Pero un nivel lo suficientemente alto como para que el originador del crédito sintiera el impacto de una mala decisión socavaría las eficiencias de costes que hicieron tan popular enseguida la titulización. No hay decisiones mejores disponibles que no pasen por la reducción del préstamo y unos tipos de interés más elevados. Un resultado deseable, a fin de cuentas, pero, como ocurre con la situación creada por el Cultivo-X, nadie parece dispuesto a aceptar el hecho de que unas prácticas más saludables resultarán en una deuda mucho más costosa y mucho menos accesible. Las autoridades prefieren creer que, de uno u otro modo, pueden conservar el pastel y, al propio tiempo, comérselo.
Yves Smith es un reconocido analista económico norteamericano que escribe regularmente en el blog de economía Naked Capitalism [ http://www.nakedcapitalism.com/author/yves-smith ]
Traducción para www.sinpermiso.info: Roc F. Nyerro

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